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OPINIÓN | 'En el límite', por Antón Losada

Hartos de Soria

En las últimas semanas hemos sabido de las consecuencias de algunos “errores” de Soria. Valga el entrecomillado para que ustedes sustituyan el término por otros seguramente más apropiados. Está la adquisición de La Favorita por más del doble del dinero que se pedía por ella meses antes de comprarla contra el parecer de los técnicos y el más común de los sentidos. En este periódico se publicaron hasta números de cuentas suizas relacionadas con la operación que la Justicia se negó a investigar. Hoy, millones de euros después, se confirma que La Favorita es inservible. El único resultado del escándalo fue la condena de Carlos Sosa por informar del caso. Soria se creció y no ha parado desde entonces de interponer querellas para intimidar a los críticos y hacer caja con el embullito. Hasta que los jueces le han cogido el número. ¿Pagará él las costas a que le han condenado?

Tampoco ha dado explicaciones Soria al hecho de que la desaladora Las Palmas-Telde esté para la chatarra sin ni siquiera haber entrado en funcionamiento. Por razones “desconocidas” (sigan con el bonito juego de los entrecomillados) Soria se empeñó en que fuera una planta de vapor, no de ósmosis inversa, que era el sistema recomendado: ya se sabía entonces que la destilación por vapor que quería el macho era inviable desde el punto de vista medioambiental y el económico al multiplicar por cuatro el coste del agua. Fue una inversión de 75 millones de euros tirada a la basura; a la que debe sumarse la otra, la de los dichosos módulos que construyera Isolux que también salió fina. Dos graves decisiones que han debilitado la capacidad de abastecimiento de agua a la población obligando a tirar del mercado interior. Con lo que, de paso, dejó en papel mojado, nunca mejor dicho, el Plan Hidráulico de Gran Canaria. El Plan pretendía reducir las extracciones del acuífero insular para iniciar su recuperación. Y preveía, el Plan, con el mismo fin, la reutilización en agricultura de las aguas depuradas mediante un tratamiento que las liberara totalmente de las sales que no eliminaba en el primero. Pues bien: entre las decisiones de Soria estuvo retirar al Ayuntamiento de Las Palmas del Consorcio de Aguas Depuradas dejándolo sin sentido al privarlo de su principal caudal. Pueden seguir con el juego de entrecomillar como mejor les parezca.

La venta de Sialsa, la central lechera, fue otra de sus decisiones estrella. Y menos mal que fue posible recuperar el Matadero. En fin, para no aburrirlos sólo menciono las torres del Canódromo aunque me extenderé un poco más en lo del concurso eólico del que ordenó la retirada de la empresa pública para que su casero estuviera más cómodo. Los tres socios de la empresa pública, recuerden, eran el Cabildo, que Soria presidía; el Instituto Tecnológico de Canarias (ITC), perteneciente a la consejería de Industria en manos de su hermano Luis y la Autoridad Portuaria con su fiel y obediente Arnáiz al frente. Soria tenía, pues, capacidad absoluta de decisión y es tomarnos por idiotas decir que no la utilizó.

Ahora se le ha permitido convertir la Consejería de Hacienda en cuartel general del PP para las próximas elecciones. Ya fue notable la falta de pudor el paso de Hernández Bento de Turismo a Hacienda al informar de que así podía la buena señora dedicar más tiempo a preparar al PP para las elecciones. ¿Quién paga esa dedicación? Si algo debemos agradecerle a Soria es que nadie como él ha puesto tan de manifiesto la catadura y la verdadera naturaleza de este Gobierno que ha contribuido a degradar con su sola presencia.

En las últimas semanas hemos sabido de las consecuencias de algunos “errores” de Soria. Valga el entrecomillado para que ustedes sustituyan el término por otros seguramente más apropiados. Está la adquisición de La Favorita por más del doble del dinero que se pedía por ella meses antes de comprarla contra el parecer de los técnicos y el más común de los sentidos. En este periódico se publicaron hasta números de cuentas suizas relacionadas con la operación que la Justicia se negó a investigar. Hoy, millones de euros después, se confirma que La Favorita es inservible. El único resultado del escándalo fue la condena de Carlos Sosa por informar del caso. Soria se creció y no ha parado desde entonces de interponer querellas para intimidar a los críticos y hacer caja con el embullito. Hasta que los jueces le han cogido el número. ¿Pagará él las costas a que le han condenado?

Tampoco ha dado explicaciones Soria al hecho de que la desaladora Las Palmas-Telde esté para la chatarra sin ni siquiera haber entrado en funcionamiento. Por razones “desconocidas” (sigan con el bonito juego de los entrecomillados) Soria se empeñó en que fuera una planta de vapor, no de ósmosis inversa, que era el sistema recomendado: ya se sabía entonces que la destilación por vapor que quería el macho era inviable desde el punto de vista medioambiental y el económico al multiplicar por cuatro el coste del agua. Fue una inversión de 75 millones de euros tirada a la basura; a la que debe sumarse la otra, la de los dichosos módulos que construyera Isolux que también salió fina. Dos graves decisiones que han debilitado la capacidad de abastecimiento de agua a la población obligando a tirar del mercado interior. Con lo que, de paso, dejó en papel mojado, nunca mejor dicho, el Plan Hidráulico de Gran Canaria. El Plan pretendía reducir las extracciones del acuífero insular para iniciar su recuperación. Y preveía, el Plan, con el mismo fin, la reutilización en agricultura de las aguas depuradas mediante un tratamiento que las liberara totalmente de las sales que no eliminaba en el primero. Pues bien: entre las decisiones de Soria estuvo retirar al Ayuntamiento de Las Palmas del Consorcio de Aguas Depuradas dejándolo sin sentido al privarlo de su principal caudal. Pueden seguir con el juego de entrecomillar como mejor les parezca.