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La sobreinformación que estamos recibiendo acerca de la corrupción en nuestro país es realmente espectacular. No hay cadena,- dicho sin sentido peyorativo-, que no tire de las aguas fecales y se refocile en su hediondez. Desde la llamada “pública” ,-ahora del partido en el gobierno-, hasta la de los curas en la que se van a confesar los políticos bajo sospecha de corrupción a fin de ser perdonados, bendecidos y dispuestos al propósito de la enmienda, es grande el abanico de las noticias y comentarios.

Desde luego, la infomación es tan consustancial con la democracia que el sistema no se mantendría de no existir este pilar básico. El otro, aún funcionante, es el sistema judicial.

Pero las sombras de las dudas son tenebrosas cuando observas que las principales líneas editoriales de España tienen el carácter ahormado del empresario que les paga. Y por si fuera poco, la nominación de fiscales generales, y no sé cuantos organismos más colegiados están bajo el dedo del parlamento, que,- a fin de cuentas les nombra y controla-.

Por si fuera poco y en paralelismo con el poder político, el que se mueva no sale en la foto, dícese de aquel juez al que le retiran medios para entorpecer su actuación cuando es imperativamente imparcial. Y de los medios de comunicación, tres cuartos con la publicidad institucional y demás.

Naturalmente, podemos pues hablar de un sistema corrupto, en el que todos los estamentos en mayor o menor medida están atenazados por el poder de los políticos. Y estos, cuando son los protagonistas de novelescas chulerías, al amparo del poder emanado de los votos de una mayoría absoluta, cercenan voces, y arrancan de cuajo los medios mínimos necesarios para el desarrollo de un trabajo sin tacha e independiente.

Poder tendrán y legítimamente, pero autoridad ninguna.

Y la queja continuada, lacrimosa, exasperada de una sociedad cuya voz está en los medios de comunicación como única vía de expresión ,- véase si no lo que ocurre con los manifestantes del 15-M, y otros, víctimas y peor aún culpabilizados-, ya no sabe a donde mirar, a quién dirigir sus quejas mientras los políticos reflotan un sistema financiero sin que aún no haya responsables pudriéndose en las cárceles, y los delincuentes sean ahora nada menos que asesores del ayuntamiento manchado de sangre joven, libertos por aquello de las nuevas generaciones, o sea Carromero. No escapan políticos que reanudan su actividad de funcionarios, Sra. Aguirre, para no funcionar en el Ministerio de Turismo,- y seguir porculeando, ahora postulante de una transición con ella y lo más cavernícola de los bajos fondos blanqueados del PP. ¿A dónde mirar, dónde expresar, dónde colaborar?

Un sencillo análisis nos lleva a la siguiente conclusión: los políticos, señalados por la sociedad como una casta, en clara descomposición, no son más allá de la esencia misma del pueblo del que emanan. Son el fiel reflejo de nuestra sociedad; no nos engañemos. Para que vamos a dar ejemplos.

Hay que apostar claramente no por una regeneración sino por el nacimiento de una nueva conciencia social, abolición de lo que da poder inmenso a los mediocres y papanatas que de ganar nada están bien “sobrados”.

Se echa de menos al que acude a la política como servicio a la causa común, con su espalda llena de prestigio y con un curriculum en el que brilla la honradez de pensamiento y acción, que aspire a ganar no más allá de lo que recibe la pensión media de los españoles y que vuelva a su actividad profesional una vez concluida su actividad pública de no más allá de una legislatura y “acechado” por sus electores. Finiquitar los políticos profesionales y profesionalizados.

Para eso es absolutamente necesario invertir en educación, justo lo contrario de lo que hacen estos estúpidos en el “mudomento” (lo contrario de “parlamento”) y así nos va y peor nos irá.

Soluciones a corto plazo no son soluciones y hay que apostar por el largo proyecto cuyos frutos los obtendrán nuestros descendientes. Espero y deseo que no sean cavernícolas y debemos estar manos a la obra.

Busquemos con ahinco, tenazmente:

Una Justicia que actúe en silencio, sin estrellatos, firme, imparcial, sin corruptelas y amparados en el conocimiento del Derecho, sin dedos que los nominen ni órganos colegiados que amparen a los deshonestos. Movimientos asociativos los que deseen pero en su vida privada. El juzgador es simplemente Juzgador y sobra si es conservador o democrático.

Medios de comunicación que permitan la libre expresión de sus columnistas independientes, abiertos a todas las tendencias y sin necesidad de poner la mano para publicidades y otros favores.

Listas abiertas, circunscripción única para la elección de presidente del gobierno de España. Desaparición de los políticos corruptos y llenado de gente nueva, honesta, libre para expresar sus opiniones en todos los parlamentos. Partidos políticos nuevos, lo de la honradez y sus letreros no sirve.

Bancos que hagan fluir la sangre de sus arcas antes de que se mueran de una trombosis dineraria. Y dirigidos por gente de la Banca y no del banco de los imputados/encausados.

Una educación basada en modelos ya inventados y de magníficos resultados. Nunca desde posiciones ideológicas. Y hablando con los maestros (coeducadores) y padres (reales educadores)

Sanidad ajustada a los tiempos que corran. Diseñando un presente y futuro en constante diálogo con los profesionales sanitarios.

Empresarios a los que hay que facilitar el camino y trabajadores a los que no se les puede asfixiar de manera inmisericorde. Aunque a la paloma le moleste el aire lo necesita para volar, dice la vieja máxima del siglo XIX.

Cuerpos de seguridad nacional destinados a proteger al ciudadano que les paga y no a destrozarles la cara y salir impunes.

Nuestra sociedad no puede seguir amparándose en “es que somos así”, nos gusta evadir impuestos, regatear con el fisco y allá se las compongan. En lo mucho o poco que nos podamos reeducar será siempre bienvenido; peor es seguir mirando al cielo a la espera de que nos mande el maná.

Hay que cambiar la mentalidad ciudadana y apuntar a lo lejos. Pagar para recibir servicios y el administrador debe rendir cuentas inmediatas, nada de años para la prescripción.

Distinguido lector: esto no es el “acabóse”, son puntos suspensivos, (suspensorios que diría la famosilla de turno), un etc.

No es esto ni pretendo que lo sea un alegato perfecto ni completo sino aquel que nace de las entrañas de la ira de uno que está harto y que, no obstante, sigue apostando por esta España que aguantó tiranías y dictaduras. Hay una magnífica esencia. Quizás sólo debería bastar avivar el rescoldo de nuestros conciudadanos para acometer este duro, amargo y a la vez frágil trago. Mala cosa es seguir jugando con el hambre, y “es muy grave tener mucha razón dónde hay poca Justicia” (Fco. De Quevedo).

Y esto no está en las manos de nadie sino en las tuyas y en las mías.

Permítame finalmente evocar aquella magnífica reflexión enraizada en la cultura de mi ascendencia árabe.

El desesperado clamaba contra el Cielo y contra Dios por todos los males que ocurren y le preguntaba, ¿por qué permites estas calamidades? para finalmente rematar reclamando en un grito: “¡haz algo!”

Escuchó la respuesta: “ Te he hecho a ti ”

La sobreinformación que estamos recibiendo acerca de la corrupción en nuestro país es realmente espectacular. No hay cadena,- dicho sin sentido peyorativo-, que no tire de las aguas fecales y se refocile en su hediondez. Desde la llamada “pública” ,-ahora del partido en el gobierno-, hasta la de los curas en la que se van a confesar los políticos bajo sospecha de corrupción a fin de ser perdonados, bendecidos y dispuestos al propósito de la enmienda, es grande el abanico de las noticias y comentarios.

Desde luego, la infomación es tan consustancial con la democracia que el sistema no se mantendría de no existir este pilar básico. El otro, aún funcionante, es el sistema judicial.