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Hechos, no palabras

2017, un año de progreso tecnológico, de velocidad de la información y las comunicaciones; en el que la inmediatez y la permanente intercomunicación de las personas se realiza a tiempo real a través de teléfonos móviles inteligentes… Aunque, paradójicamente, tenemos que seguir realizando una reivindicación que no debería producirse, a estas alturas, en una sociedad que presume de ser igualitaria. 

Hace poco más de un siglo, entre 1912 y 1913, un grupo de mujeres inglesas reivindican a través de la militancia y el activismo sus derechos: realmente, no sólo buscaban su derecho a votar. Su batalla iba más allá. Se trataba del derecho a sentirse como seres humanos, dueñas de sus propias vidas y gestoras de sus decisiones. En ocasiones, tuvieron que recurrir a las protestas no pacíficas porque se daban cuenta de que no eran escuchadas. Esto, causó que las fuerzas de seguridad británicas cargasen contra ellas duramente en sus manifestaciones para doblegarlas. “Hechos, no palabras”, ese era el lema de la valentía femenina por la igualdad. 

La reivindicación del 8 de marzo, y las múltiples actividades que se realizan durante todo el mes, reclaman, una igualdad que ha sido reivindicado de manera histórica y recurrente por las mujeres. 

En pleno siglo XXI, miles de mujeres enarbolaron de nuevo esta bandera de género para asistir, en el centro de Washington, a la “Marcha de las Mujeres”. Una protesta masiva de personas que protestaban en contra de las políticas de Trump. De nuevo, en el país de las libertades, los sueños y las oportunidades, tiene que reclamarse la libertad, la inclusión, los derechos reproductivos y la misoginia de la que su nuevo presidente ha hecho gala durante su campaña y su llegada al cargo.

2017, un año de progreso tecnológico, de velocidad de la información y las comunicaciones; en el que la inmediatez y la permanente intercomunicación de las personas se realiza a tiempo real a través de teléfonos móviles inteligentes… Aunque, paradójicamente, tenemos que seguir realizando una reivindicación que no debería producirse, a estas alturas, en una sociedad que presume de ser igualitaria. 

Hace poco más de un siglo, entre 1912 y 1913, un grupo de mujeres inglesas reivindican a través de la militancia y el activismo sus derechos: realmente, no sólo buscaban su derecho a votar. Su batalla iba más allá. Se trataba del derecho a sentirse como seres humanos, dueñas de sus propias vidas y gestoras de sus decisiones. En ocasiones, tuvieron que recurrir a las protestas no pacíficas porque se daban cuenta de que no eran escuchadas. Esto, causó que las fuerzas de seguridad británicas cargasen contra ellas duramente en sus manifestaciones para doblegarlas. “Hechos, no palabras”, ese era el lema de la valentía femenina por la igualdad.