Espacio de opinión de Canarias Ahora
En homenaje a la mujer africana
Mi artículo de hoy, como no podría ser de otra manera en este mes de marzo, se centrará en las mujeres africanas, un colectivo al que en Casa África (y en general) debemos declarar nuestra admiración y nuestro apoyo todos los días y no solamente el 8 de marzo.
Los que hayan tenido la oportunidad de visitar alguna de las playas de la costa occidental africana, como Saint Louis o Mbour (Senegal) o Tanji (Gambia), habrán podido ver el momento en que los pescadores regresan a la orilla, en sus cayucos, tras faenar desde la amanecida. Si ya lo ha hecho, les resultara familiar la estampa de las mujeres que se reúnen en grupo en la arena esperándoles y el momento de intensa actividad y jolgorio en el que se arrastran las barcas fuera del mar, se recogen los aparejos y se reparte el botín de la jornada entre ellas.
Ellas se responsabilizan de la venta del pescado y también de su procesado, expertas en obtener diferentes productos culinarios y sazones que sirven para cocinar los sabrosos y elaborados platos de esa gastronomía tan desconocida, aunque nos queda muy cerca. También ellas se encargan de ahumar y salar las capturas, trabajos pesados y no demasiado salubres, en los que suelen acompañarlas, muchas veces, los niños. Liñas de pescado puesto a secar al sol y el viento y hornos tapados por rejillas donde el pescado se deja ahumar son imágenes en las que las mujeres proliferan, habituales en otros países de la costa occidental africana, como Costa de Marfil, Gambia o Ghana. Sospecho que no es algo extraordinario: hace poco que clausuramos una exposición de arte contemporáneo mauritano en la que uno de los pintores, Mohamed Sidi, retrataba con suma destreza la relación del mar con el ser humano y el impacto de ese ser humano sobre los recursos marítimos y él también plasmaba en sus cuadros, tan coloridos como impactantes, a muchas mujeres ocupadas en la selección, compra, venta y procesado del pescado a pie de playa.
Toda esta introducción sirve para explicarles, en este mes de la mujer en el que estamos, que se da una clara división del trabajo por sexos en el sector pesquero de África occidental, aunque la economía azul en ese continente está muy feminizada en algunos aspectos. Eso sucede incluso en el sector portuario: sin ir más lejos, Florentine Koidio es la presidenta de la Red de Mujeres Portuarias Africanas y procede de Costa de Marfil, con un puerto, Abiyán, donde ejerce sus responsabilidades directivas y que se sitúa entre los principales del continente africano, referente para el tráfico marítimo de la costa occidental atlántica.
La señora Koidio estuvo con nosotros el pasado 8 de marzo, en el II Encuentro de Empresarias de la CEDEAO, que organizamos en colaboración con el gobierno de Canarias, el cabildo de Fuerteventura y la Fundación Puertos de Las Palmas en nuestra sede. Allí nos explicó que, en su país y en el sector de la pesca, las mujeres son mayoría excepto en lo que se refiere a las capturas, que son realizadas sobre todo por los hombres y donde ellas suponen apenas un 7%. Nos precisó que, tanto en la transformación como la comercialización, las mujeres marfileñas representan más del 80% de la fuerza laboral del sector pesquero.
Tendremos a la señora Koidio próximamente en la formación que acogemos habitualmente en colaboración con la Fundación Puertos y la Autoridad Portuaria, pero no quería dejar pasar la ocasión de mencionar su excelente trabajo y subrayar que enfatizó la idea de que las mujeres tienen que unirse, apoyarse entre ellas, tener una sola voz ante los poderes públicos, servir de ejemplo las unas a las otras. “En el transcurso de estos encuentros ves a mujeres que ejercen este oficio, que salen adelante, que triunfan”, nos dijo. “Así que, cuando las que dudan todavía ven ese tipo de ejemplo, ellas se dicen ella triunfó, ¿por qué yo no?”. Esta fue la idea que vertebró su intervención y con la que nos martilleó, precisamente en el Día Internacional de la Mujer, desde la esperanza y el compromiso. Creo que fue la idea fundamental que nos llevamos del encuentro, junto con la urgencia de implantar cambios legales y políticas que aúpen a las mujeres donde son necesarias, que es, básicamente, en todos aquellos espacios donde no están.
Me llena de orgullo que Casa África acogiera esta actividad en un día tan importante para todos. Allí pudimos escuchar a la presidenta de la Fundación Mujeres por África, Teresa Langle de Paz, que nos advirtió que la brecha de género no es algo abstracto y que implica pérdidas colectivas sociales y económicas que ya son inasumibles. La gravedad del asunto es tal que la señora Langle nos contó que, según un informe del FMI, tardaremos 132 años en cerrar la brecha de género, aunque en algunos países africanos este plazo llega a alcanzar el escalofriante valor de 267 años. También escuchamos a hombres que trabajan por la igualdad, como es natural. Dos de ellos venían de África occidental: Charles Mensa, presidente del Instituto de Asuntos Económicos de Ghana, e Ibrahim Diarra, director general del Centro Marfileño de Investigaciones Económicas y Sociales (CIRES). Ambos están al frente de sendos think tanks o centros de pensamiento, unos laboratorios de ideas de los que ya he hablado en el pasado, cuyos estudios vienen a probar que la inclusión y el empoderamiento de las mujeres es obligatorio si queremos que nuestras sociedades avancen. El señor Mensa, por ejemplo, nos dijo que no vale solo con hablar de igualdad: “hay que pasar a la acción y aplicar políticas efectivas”, aseguró. Nos señaló que había observado que las mujeres de su país, Ghana, representan el 52% de la sociedad, pero solo el 13% del parlamento, un porcentaje que desciende desde 1955, cuando representaban el 18% y que ha llegado a caer hasta situarse en el 3,5% en 1965. “Cuando las mujeres ganan, en mundo gana”, afirmó él, con contundencia.
Si quiere consultar las conferencias e informarse de cómo avanza la economía africana gracias a las mujeres (y los hombres que luchan por la igualdad junto a a ellas), le recomiendo nuestra web. Es un ejemplo admirable del que ya hemos hablado en otras ocasiones y una labor que es un privilegio abordar desde Casa África. También le recomiendo que siga nuestras actividades para el mes de marzo, puesto que no se detienen con lo que sucedió el 8: el programa feminista de nuestra Casa se prolonga a lo largo de todo el año, con lecturas, conferencias y actividades de todo tipo y calado. No en vano, les recuerdo, Casa África ha situado el género como una de sus prioridades y trabaja en el marco de la política exterior feminista de un ministerio que pone a la mujer en el centro de su visión.
Quisiera cerrar este artículo de hoy glosando la figura de una africana universal que nos dejó en 2011: Wangari Maathai. La señora Maathai fue una destacada ambientalista, activista política y defensora de los derechos de las mujeres de Kenia, su país, que consagró su vida a proteger el medio ambiente y promover la sostenibilidad en todo el continente africano. Su proyecto emblemático es el Cinturón Verde, con el que más de 51 millones de árboles se plantaron alrededor del mundo para combatir deforestación y desertificación.
La señora Maathai fue excepcional. Primera mujer en obtener un doctorado en África Oriental y Central, ha conseguido que su legado le sobreviviera y su movimiento sigue creciendo e implantándose por todo el mundo, implicando a comunidades locales en la gestión de los recursos naturales y poniendo, de nuevo, a las mujeres en el centro. Su nombre se inscribe en la historia de nuestra civilización por esta razón, que le valió el Nobel de la Paz en 2004 por su contribución al desarrollo sostenible, la democracia y la paz.
Me gustaría despedirme esta semana recomendándoles que lean también sobre ella y sobre otras mujeres que, como las que conocimos y reencontramos el 8 de marzo, hacen el mundo mejor para todos. Además, no puedo abandonar el teclado sin agradecer su generosidad a todas aquellas que colaboran con nosotros a lo largo de todo el año y que mejoran el mundo con su acción y sus palabras. Les deseo un feliz mes de la mujer a ellas y a todos nosotros.
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