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Incertidumbre millennial

Hace unos años se hablaba de los ‘ni- nis’, aquellos de los que se decía que no les interesaba nada. El éxito en ese momento era estudiar una carrera y conseguir un trabajo donde el sueldo pasará de los 1.900 euros. Unos años más tarde se acuño aquello de ‘la generación perdida’. Se decía aquello de que era una de las generaciones más preparadas de la historia de España, y que, a pesar de serlo, también era la generación que más sufría las cifras de desempleo. Ahora, los que pertenecemos a la ‘generación millennial’ nos tomamos eso de ‘generación perdida’ como una dulce ironía. Si nuestros hermanos eran ‘la generación perdida’, ¿nosotros qué somos?

Resulta irónico, y triste a la vez, que les dijeran a nuestros hermanos mayores que eran una generación ’perdida’ por haber ido a la Universidad y no conseguir un empleo de aquello a lo que le habían dedicado tiempo y dinero. En ese momento la única garantía de éxito era haber estudiado ADE, era el momento en el que los expertos en economía comenzaban a salir por la televisión para hablarnos de la Prima de Riesgo. Muchos emigraron, otros se quedaron y sobrevivieron en la precariedad.

Los millennials nos comimos la crisis de 2008 con pocas expectativas de futuro y altas dosis de ironía. Esa dosis de sarcasmo que sacamos cuando nos dicen que se avecina otra crisis económica. En todos mis grupos de amigas se masca la incertidumbre. Es inevitable pronunciar aquello de, “Otra crisis, pero, si no he salido de la primera”. No hacemos planes a largo plazo, no podemos. No nos podemos plantear vivir solos, porque independizarse ya es un logro. Mejor no hablamos de tener hijos o un trabajo estable. Nos entra mucha ansiedad cuando pensamos en la vida de nuestros padres a nuestra edad. Mucho vértigo.

Nos enfrentamos con incertidumbre a lo que ya pasamos en 2013. Nos ha azotado una pandemia mundial justo en ese momento en el que estábamos empezando a controlar los malabares con maña y sin caernos. Sobre esa capacidad de resiliencia pensaba mientras leía las últimas declaraciones de Alberto Rodríguez, “O cambiamos el modelo de Canarias o miles de canarios cogerán la maleta”. Ahí volvemos a estar, frente al miedo y la incertidumbre. Prefiero pensar que saldremos de esta crisis habiendo reflexionado sobre el cambio de modelo, porque de no hacerlo sería un tremendo fracaso político y social.

Hace unos años se hablaba de los ‘ni- nis’, aquellos de los que se decía que no les interesaba nada. El éxito en ese momento era estudiar una carrera y conseguir un trabajo donde el sueldo pasará de los 1.900 euros. Unos años más tarde se acuño aquello de ‘la generación perdida’. Se decía aquello de que era una de las generaciones más preparadas de la historia de España, y que, a pesar de serlo, también era la generación que más sufría las cifras de desempleo. Ahora, los que pertenecemos a la ‘generación millennial’ nos tomamos eso de ‘generación perdida’ como una dulce ironía. Si nuestros hermanos eran ‘la generación perdida’, ¿nosotros qué somos?

Resulta irónico, y triste a la vez, que les dijeran a nuestros hermanos mayores que eran una generación ’perdida’ por haber ido a la Universidad y no conseguir un empleo de aquello a lo que le habían dedicado tiempo y dinero. En ese momento la única garantía de éxito era haber estudiado ADE, era el momento en el que los expertos en economía comenzaban a salir por la televisión para hablarnos de la Prima de Riesgo. Muchos emigraron, otros se quedaron y sobrevivieron en la precariedad.