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Inmovilismo

Ahora, los problemas son reales, pero son muchos, casi diría que legión, los que se empeñan en negar la evidencia o en mirar para otro lado, buscando con su dedo acusador un culpable sobre el que descargar sus inseguridades...

A estas alturas, los ciudadanos de a pie deberían saber que “mirarse el ombligo” y comportarse como “inquisidores de tercera” no suele ayudar a encontrar una solución, aunque cada cual es muy libre de engañarse tanto como quiera.

Después, la realidad se encargará de poner a cada cual en su sitio y, entonces, de nada servirán las majadería lanzadas al aire por los mandarines de turno. Ellos sí que no tienen problemas para llegar a final de mes, algo que pocos pueden decir en la España actual. Sin embargo, está claro que su discurso torticero y mentiroso continúa calando en la psique de quienes piensan que aquellos enchaquetados botarates podrán encontrar una solución a la crisis que muchos de ellos ayudaron a crear.

No me quiero olvidar de quienes, con sus recursos, ayudan a que dichos discursos martilleen las orejas de los sufridos ciudadanos que ven como sus escasos sueldos difícilmente llegan a mediados de mes. Con su incondicional apoyo al mandarín que mayores prebendas les promete, contribuyen a que la desinformación, la falacia y la confusión se propague, en una época en lo que se necesita es todo lo contrario.

Tengo asumido que hay muchos profesionales que se olvidaron de las clases de ética periodística que se imparten en las facultades, clases que no siempre responden a las expectativas, todo hay que decirlo. No obstante, dichas clases sí que sirven para poner sobre la mesa cuestiones que luego, a lo largo de la vida laboral, ganarán mayor protagonismo. Lo malo es que, en esas mismas clases no suelen decirte que sin dinero un medio no puede vivir y ante el instinto de supervivencia, la retórica y la ética poco pueden hacer.

Aún así me cuesta entender como medios, antaño considerados “serios” y veraces, se pueden alinear con tesis que rozan lo delictivo o con escribanos que deberían dar con sus huesos en el banquillo de un tribunal, dadas las tesis que defienden.

El último dantesco episodio, vivido hace pocos días en el territorio nacional, tiene que ver con el llamado “asesino de la webcam” y la justificación de sus actos, por parte de un opinante que habitualmente escribe en un medio de tirada nacional.

La cosa, además de ser nauseabunda, se mire por donde se mire, responde a una táctica que parecen querer llevar muchos medios de comunicación de nuestro país. Me refiero al gusto por provocar, por desatar una polémica que solivianta a la ciudadanía y así, el común de los mortales se olvida, por ejemplo, de las imputaciones que salpican a más de un centenar de cargos electos en nuestras fronteras. Mi argumentación está basada en las repetidas salidas de tono de una serie de opinantes, contertulios, portavoces varios y personas que utilizan su profesión para sacudir la sociedad cuando las cosas se tuercen para sus intereses partidistas.

Lo bueno del caso es que siempre se puede sacrificar a uno de los mencionados opinantes -si la masa quiere sangre, se le da- y luego sustituirlo por otro de igual o peor calaña. Tal y como están las cosas, siempre se encontrará un “estómago agradecido” a quien comprar con la seguridad de un trabajo, bien que tanto escasea en la actualidad.

Al final, esos mismos “estómagos agradecidos” serán los primeros en condenar a quienes, de una forma u de otra, han querido denunciar la corrupción y ahora deben sentarse en el banquillo de los acusados. Lo que me extraña es que esas mismas personas llegaran, si quiera, a comenzar investigaciones, solicitar escuchas telefónicas y acuñar un nombre que sirviera para calificar una de tantas operaciones corruptas que salpican, desde tiempos inmemoriales los modos y las maneras de quienes manejan, con absoluto descaro, los destinos de nuestro país.

Era cuestión de tiempo que quienes se gastan sus fortunas en “remendar los armazones de antaño” montaran en cólera y pidieran las cabeza de quienes pretendían atentar con el Status Quo de las personas de bien. Vamos que, al igual que el juez Baltasar Garzón se tendrá que sentar en banquillo por querer perseguir a quienes traicionaron la confianza de muchos de los ciudadanos que les habían votado en las urnas, el INFERNAL RUIDO desatado por los niños de una guardería de la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, fue una razón de peso para que el anterior consistorio capitalino decretara el cierre de una guardería.

Se trata de que nada cambie, de que todo sigua igual, para fortuna y gloria de quienes solamente velan por sus intereses económicos e ideológicos,

Si el resto de la sociedad se convierte en un erario desolado, les da igual. Lo que importa es la cuenta de resultados y que nadie ose cuestionar sus decisiones, por grotescas que éstas puedan resultar.

Me recuerdan a los dementes y megalómanos generales franceses que ordenaron fusilar a tres soldados como consecuencia de una orden imposible de cumplir. Para aquellos generales, responsables directos del nacimiento del Nacional Socialismo alemán y padrinos directos de su líder, Adolf Hitler, les era del todo imposible admitir que conquistar un montículo conocido como “la colina de las hormigas” solamente hubiera contribuido a la masacre de varios millares de soldados, y eso que el emplazamiento carecía de cualquier valor estratégico.

Sin embargo, ante la obligada retirada de las tropas, enfrentadas a una lluvia de fuego por parte de las tropas germanas, su solución fue condenar a tres soldados para que sirvieran de ejemplo al resto de la tropa.

La historia quiso que varios de aquellos carniceros fueran testigos del desfile de las tropas alemanas, atravesando los campos Eliseos, una imagen que les demostró lo equivocados que estaban con sus decisiones. Lo malo, como suele pasar en estos casos, fue que Francia estuvo ocupada durante varios años, consecuencia directa por sus acciones del pasado, como la crisis actual es una consecuencia directa de los desmanes de quienes sólo piensan en si mismos y se olvidan del resto.

Ya puestos, deberían fundar el partido del inmovilismo, seguro que votantes no les faltaría, no señor.

Eduardo Serradilla Sanchis

Ahora, los problemas son reales, pero son muchos, casi diría que legión, los que se empeñan en negar la evidencia o en mirar para otro lado, buscando con su dedo acusador un culpable sobre el que descargar sus inseguridades...

A estas alturas, los ciudadanos de a pie deberían saber que “mirarse el ombligo” y comportarse como “inquisidores de tercera” no suele ayudar a encontrar una solución, aunque cada cual es muy libre de engañarse tanto como quiera.