Espacio de opinión de Canarias Ahora
Inteligencia artificial, estupidez natural y racionalidad instrumental
¿Para qué sirve la tecnología? Nuestros antepasados tuvieron que dedicar muchas horas y mucho trabajo a lavar ropa a mano, cultivar sin ayuda de maquinaria ni pesticidas y preparar un mínimo de alimentos con los que poder sobrevivir sin robots de cocina. Ahora, nos prometen, gracias a la inteligencia artificial, que el trabajo intelectual más pesado y monótono será realizado por las máquinas, y nosotros podremos dedicarnos a las tareas que verdaderamente nos apasionen. Pero ¿a qué se ha dedicado el ahorro en tiempo, dinero y recursos, generado por la sustitución de trabajo humano por esta tecnología? Lamentablemente, en no pocas ocasiones, el uso de la inteligencia artificial ha servido para potenciar nuestros sesgos, prejuicios y actitudes miopes, en definitiva, para desarrollar nuestra estupidez natural. Sam Altman, CEO de Open IA, creadora de Chat GPT, es consciente de los riesgos que puede entrañar esta tecnología. Se autodefine como un preparacionista (survival prepp), y tiene un búnker lleno de suministros en el que sobrevivir a una catástrofe de dimensiones apocalípticas. ¿Y qué es lo que teme que pueda pasar? Pues que la inteligencia artificial cause un daño significativo al mundo, como reconoció en su testimonio ante el Senado de los Estados Unidos, quizá incluso que pueda acabar con la humanidad, al menos tal y como ahora la conocemos.
¿Para qué sirve Chat GPT? Por ejemplo, para que los jóvenes eviten la tediosa y aburrida tarea de hacer un resumen de algo que no entienden y a lo que, a primera vista, no le encuentran sentido. Imparto una asignatura de introducción a la Sociología, y tras presentar a autores clásicos como Marx, Weber y Durkheim, tocaba tratar la estratificación social. ¿Por qué en todas las sociedades se asignan recursos distintos a grupos diversos? ¿Qué ideología justifica en cada sociedad la desigualdad? ¿Cómo varía la desigualdad a lo largo del planeta, cómo ha variado a lo largo de la historia? En el manual ofrezco al alumnado una visión muy resumida, en veinte páginas, de estas cuestiones, y lo que espero es que lo lean, que demuestren haber entendido algo y que usen eso para comprender la sociedad que les toca vivir. El otro día algunos me confesaron que, como leer veinte páginas les resulta una tarea aburrida, hay quienes, en vez de leer, usan Chat GPT para hacer un resumen de lo que ya es un resumen, y es eso lo que usan para la evaluación.
¿A qué dedicarán el tiempo que ahorran? Quizá a preparar otras asignaturas, a sus aficiones artísticas, deportivas o profesionales, a cuidar de sus abuelos o a ir a trabajar para pagarse sus estudios. Pero también hay quien dedica el tiempo que ahorra gracias a la tecnología (demos por bueno que es así) a perder el tiempo con la tecnología. Lo veo hacer a menudo en la universidad: cuando se está en algo que nos parece aburrido (una clase, una reunión) se busca entretenimiento en un aparato que nos han dicho que es inteligente (smartphone) y nos hace creer que, como somos tan listos que podemos hacer multitarea, podemos aprovechar más el tiempo, cuando lo cierto es que estamos haciendo el tonto y desaprovechando esa clase o reunión.
Que buena parte del alumnado intente hacer el mínimo esfuerzo para conseguir el aprobado, es decir, que se preocupe tan sólo por alcanzar un objetivo, sin pararse a reflexionar si ese objetivo merece la pena, o si merece la pena independientemente del mecanismo mediante el que se logre, no es nada nuevo. Decía Max Weber que el predominio de la racionalidad instrumental, que acaba generando una jaula de hierro, es un rasgo de la modernidad occidental. Desarrollamos la capacidad de evaluar si algo es el medio más eficaz y eficiente de lograr un fin dado y no tanto si ese fin merece la pena perseguirse. O, usando los términos weberianos, usamos tan sólo la racionalidad instrumental y no la racionalidad sustantiva. Imagino que, a partir de ahora, debería asumir que cuando mande al alumnado a leer un texto habrá quien use Chat GPT para que le haga un resumen, que es lo que se leerá, y que si es bueno contendrá las ideas fundamentales. Pero a diferencia de un resumen de Cha GPT, una enseñanza más tradicional puede ayudar al alumnado, a partir de la lectura de cómo otras personas argumentan, a formarse su propio criterio acerca del nivel de desigualdad que consideran aceptable, y de las medidas políticas que están dispuestas/os a apoyar. ¿Qué justifica la desigualdad? Le pregunto a Chat GPT y me responde: “La justificación de la desigualdad depende de las creencias sobre la naturaleza humana, la organización social y económica, y las políticas de distribución de la riqueza. Mientras que algunos defienden la desigualdad como una consecuencia natural de las diferencias individuales o como un incentivo para el progreso, otros argumentan que las estructuras sociales deben ser rediseñadas para reducirla y fomentar la justicia social”.
La inteligencia artificial puede provocar estupidez natural, o, al menos, idiotez generalizada. Etimológicamente idiota es quien se ocupa de los asuntos propios y no de los públicos. Los magnates de Silicon Valley querrían convertir el mundo en su “Silly.com valley”: un valle en que la inteligencia entontece y no sirve para desarrollar un criterio propio. Un mundo en el que todos les aceptemos a ellos como profetas del mundo del mañana, sin cuestionar su riqueza y poder. Deberíamos dejar de ser idiotas y ocuparnos todos de los asuntos públicos, pues lo cierto es que el mundo del mañana será el resultado de lo que, entre todos y todas, por acción u omisión, hagamos hoy. Claro que para eso es necesario que la juventud, además de programación o de tipos de financiación, aprenda algo sobre los distintos sistemas de estratificación. Y es que, si la inteligencia artificial se usa sólo desde la racionalidad instrumental, posiblemente se harán ciertos los temores de Sam Altman, y se fomentará la estupidez natural.
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