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El jefe y los indios

Fernando Clavijo habla con el jefe, no con los medianeros. Cuando hay un problema gordo en el pacto de gobierno, él no se rebaja a hablar con José Miguel Pérez o con su vicepresidenta, Patricia Hernández. Él, para las cosas de calado, habla con Pedro Sánchez.

Es una forma de ningunear a sus socios de gobierno en Canarias, unos socios que por cierto se han dejado ningunear siempre, a pesar de los puñetazos sobre la mesa de Julio Cruz, que huelen solo a teatro del malo.

La culpa de que el presidente del Gobierno de Canarias se ría en sus narices la tienen los dueños de esas narices que lo permiten. Los socialistas canarios, salvo honrosas excepciones como Juan Fernando López Aguilar, han demostrado a lo largo del tiempo que tienen pocas narices para enfrentarse a sus adversarios cuando gobiernan con ellos.

Este PSOE que consiguió más votos en las últimas elecciones que la CC de Clavijo se sigue poniendo voluntariamente a los pies de los caballos del exalcalde de La Laguna, como si fuera un simple masoquista a las órdenes del marqués de Sade. No hay narices ni hay arrestos.

De la frase contundente y humillante de Fernando Clavijo sobre los medianeros del PSOE, solo se destila un desprecio y una displicencia impropios de un presidente conciliador. Si los socialistas canarios le permiten esa insolencia irrespetuosa, entonces merecen su destino en la nadería.

Es un contrasentido que un presidente teóricamente nacionalista haga ascos de sus paisanos socialistas en beneficio del líder nacional de Madrid. El nacionalismo no se fomenta humillando y despreciando a los canarios, pero Clavijo prefiere ensalzar a Sánchez en detrimento de Pérez o Hernández.

El presidente parecía un niño bueno cuando lo compramos, pero hasta los más bonachones se convierten en retorcidos y malvados, como le ocurrió el fin de semana pasado a Vitolo, que se dejó caer en el área para que le pitaran un penalti injusto a su equipo del alma, del que es socio él y sus dos hijos mellizos.

Rivera también parece un niño bueno pero no es tan inocente. Ciudadanos ha vuelto a ceder ante el PP para que el ministro De Guindos no diera explicaciones en el pleno sobre el caso Soria. Se han conformado con una simple comisión. Mientras discutimos si son galgos o podencos o si fue penalti o no, los malos se van de rositas sin haber pagado en la floristería.

Fernando Clavijo habla con el jefe, no con los medianeros. Cuando hay un problema gordo en el pacto de gobierno, él no se rebaja a hablar con José Miguel Pérez o con su vicepresidenta, Patricia Hernández. Él, para las cosas de calado, habla con Pedro Sánchez.

Es una forma de ningunear a sus socios de gobierno en Canarias, unos socios que por cierto se han dejado ningunear siempre, a pesar de los puñetazos sobre la mesa de Julio Cruz, que huelen solo a teatro del malo.