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Jugando al despiste

No obstante, las cosas han cambiado una barbaridad y ya el verano no es ni sombra de lo que era. Cierto es que aún quedan avezados exploradores playeros, los cuales madrugan como gallos para “conquistar” el mejor trozo de playa posible, luchando contra viento y marea. Dicha especie veraniega acaba por ser la única que nos recuerda el pasado, a la vista del torbellino de noticias que, desde hace unos años, nos obsequian los titulares de los medios de comunicación.

Piensen, si no, en los últimos sucesos que han llenado las páginas y las cabeceras de los noticiarios de todo el mundo. Desde anuncios apocalípticos sobre otro inminente desplome de la ya maltrecha economía mundial, pasando por disturbios que ponen en solfa la estabilidad de la que hacen gala muchos gobiernos y terminando por el descubrimiento de la mala praxis profesional de grandes conglomerados mediáticos, tan podridos como perniciosos para el buen funcionamiento de la democracia. Entre medias se esconden noticias no menos apocalípticas sobre la situación, la verdadera según las fuentes consultadas, en la que está sumido nuestro país tras las pasadas elecciones autonómicas. Después están las costosísimaaaaas visitas papales a nuestro territorio y la ola de los de descontentos y/ o desheredados, ésa que surgió antes de las mencionadas elecciones, la cual parece no querer amainar. Además, no nos podemos olvidar de alguna que otra dimisión política, teñida de sainete costumbrista, que no esconde las miserias que rodean a las formaciones políticas nacionales.

Incluso, algunos, los más osados, se han atrevido a presentar informes oficiales, los cuales demuestran lo MAL que está nuestro sistema educativo y el negro futuro que les espera a los alumnos que les han tocado en suerte formase con el “cajón desastre” en el que se ha convertido la educación española.

No se me escapa que esta decisión, asumida por la comunidad de Madrid, está muy bien sopesada, dado que, a pesar de lo que han cambiado las cosas, las personas siguen considerando agosto como un mes netamente vacacional y, en su mayoría, permanecen ajenos durante todo el mes a lo muchas de las cosas que ocupan las páginas interiores de los periódicos nacionales.

Con ello, se logra que la noticia pase desapercibida, aunque nadie podrá decir que no se llegó a publicar.

En cuanto al mencionado informe, los datos son, como suele ser habitual, bastante desalentadores no sólo por los pésimos resultados obtenidos por los alumnos evaluados, sino porque, para escarnio de los habitantes del Madrid, villa y corte de muestro país, los mejores resultados fueron logrados por alumnos de barrio madrileño de Carabanchel, enclave muy alejado del señorial barrio de Salamanca y aún más alejado de los adinerados barrios residenciales que rodean a la capital de reino de España.

Bien es cierto que muchos de los niños que viven en esos lugares no se tienen que preocupar de su futuro, pues con su apellido y el dinero de sus progenitores ya tienen más que suficiente. Sin embargo, esto no quiere decir que para las “conservadoras mentes” que rigen la comunidad madrileña, todo esto sirva de excusa.

Imagino que para los responsables de educación, la genética y la clase social seguirán siendo elementos más definitorios para el futuro del alumno ?tal y como expresaba otro informe, en este caso presentado por la CEOC e igualmente publicado durante el pasado mes de julio- que el empeño y el tesón demostrado por el alumnado.

Mi intención, por otra parte, es resaltar la sarta de memeces expresadas por los responsables de Educación madrileños para justificar el descalabro sufrido, por ejemplo, en las pruebas de matemáticas. En este caso, la culpa fue del excesivo uso de las calculadoras. Ellas, solitas, fueran las causante del muy deficiente obtenido por la mayoría de los alumnos.

Si después nos fijamos en las tonterías vertidas por los responsables de Educación de la Comunidad valenciana, la excusa esgrimida para no equipar más aulas con ordenadores se debió a que el uso de dichos ordenadores, calificados de “los ordenadores de Zapatero” era pernicioso para la vista de los niños.

No obstante, quienes se llevan la palma de la insensatez y la majadería más absoluta son los anteriores responsables del área de Educación de la Comunidad canaria, cuando, en el colmo de la caradura, se descolgaron con que los resultados del informe Pisa había que leerlos no de forma “ordinal”, sino “cardinal”. Con tal anormal planteamiento se quería ocultar los lamentables resultados del alumnado canario, a la cola del territorio nacional, por mucho que el presidente de la Comunidad se escudara en que la “idiosincrasia insular” es diferente a la del resto de las Comunidades nacionales.

La realidad es que el área de Educación estaba en manos de unos incompetentes que deberían causar sonrojo a una ciudadanía, la cual debería haber tenido que exigir su inmediata dimisión, a la vista de su arrogante actitud y su falta de preocupación por un área tan importante para el futuro de nuestra comunidad como lo es la Educación.

El análisis que se puede sacar de todo esto, y que conste que también tengo presente las barbaridades cometidas en otras comunidades, con distintas ideologías, idiomas e idiosincrasias, es que la Educación en nuestro país es un problema menor, el cual parece no preocupar a nadie y eso es un serio problema.

Sin educación nuestro país se está convirtiendo en un establo de animales, apesebrados entre interminables programas de cotilleo, las medias verdades de los medios sensacionalistas y las promesas de un mundo mejor vertidas por políticos carentes de toda ética.

No interesa, lo más mínimo, ayudar a formar una mente crítica en las nuevas generaciones, sino todo lo contrario y quien no piensa así empieza a estar obligado a emigrar, sin remedio. Da la sensación de que mientras mayor es el nivel de oscurantismo, necedad y esperpento, mejor. ¿Dónde ha quedado el aprender de los errores del pasado para construir un futuro mejor?

No vale con tratar de escribir la historia, a conveniencia del gobierno regional y/ o nacional de turno. Si empezamos a defender a los sátrapas, a los intransigentes, a los dictadores y a quienes catalogan a los demás según su clase social, su recursos y sus creencias religiosas, habremos retrocedido varias centurias y volveremos a situarnos a la cola del desarrollo intelectual, tal y como pasó no hace tanto.

Sé que las cosas no están tan mal, todavía, pero sería bueno que los padres se implicaran más en la educación de sus hijos, y que no consideraran el colegio, meramente, como un aparcamiento de niños. También estaría bien que las empresas se implicaran en el desarrollo de las nuevas generaciones y no se limitaran a fagocitar a los recién titulados como becarios a los que no se les paga y sí se explota sin ningún recato.

Y, lo más importante, que los gobiernos se guardaran sus neuras ideológicas y se preocuparan, de verdad, en la formación del alumnado, evitando colocar a los botarates manipulables de costumbre al frente de áreas tan comprometidas como lo es la Educación.

Puede que así, por lo menos, evitáramos las anteriormente comentadas esperpénticas declaraciones, porque dichos mandarines nunca, nunca hubieran llegado a ocupar el puesto del que debieron dimitir. O que responsables educativos que dejarían chiquititos a la mujer del director Fritz Lang, la fanática Thea von Harbou nunca, nunca hubieran sido los responsables de la futura educación de los niños de cualquiera de nuestra comunidad.

De no hacerlo, volveremos a cometer los mismos errores, aunque seguro que quienes se empeñan en comportarse así pensarán ¡Qué más da, pues para entonces yo ya estaré muerto! Y mientras tanto solo me tendré que preocupar de mi cuenta de resultados, al llegar al fin del año fiscal?

Eduardo Serradilla Sanchis

No obstante, las cosas han cambiado una barbaridad y ya el verano no es ni sombra de lo que era. Cierto es que aún quedan avezados exploradores playeros, los cuales madrugan como gallos para “conquistar” el mejor trozo de playa posible, luchando contra viento y marea. Dicha especie veraniega acaba por ser la única que nos recuerda el pasado, a la vista del torbellino de noticias que, desde hace unos años, nos obsequian los titulares de los medios de comunicación.

Piensen, si no, en los últimos sucesos que han llenado las páginas y las cabeceras de los noticiarios de todo el mundo. Desde anuncios apocalípticos sobre otro inminente desplome de la ya maltrecha economía mundial, pasando por disturbios que ponen en solfa la estabilidad de la que hacen gala muchos gobiernos y terminando por el descubrimiento de la mala praxis profesional de grandes conglomerados mediáticos, tan podridos como perniciosos para el buen funcionamiento de la democracia. Entre medias se esconden noticias no menos apocalípticas sobre la situación, la verdadera según las fuentes consultadas, en la que está sumido nuestro país tras las pasadas elecciones autonómicas. Después están las costosísimaaaaas visitas papales a nuestro territorio y la ola de los de descontentos y/ o desheredados, ésa que surgió antes de las mencionadas elecciones, la cual parece no querer amainar. Además, no nos podemos olvidar de alguna que otra dimisión política, teñida de sainete costumbrista, que no esconde las miserias que rodean a las formaciones políticas nacionales.