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Julio de 1936

A las torturas siguieron los fusilamientos. Los primeros en caer asesinados a principios de agosto fueron los diputados del Frente Popular, Eduardo Suárez y Fernando Egea. Después fue todo un torbellino de sangre y asesinatos, calculándose en Canarias 5.000 asesinados por los franquistas, en donde no hubo frente de guerra como en otras zonas de España, en donde las islas quedaron bajo el régimen fascista desde el mismo 18 de julio. Cinco mil asesinados.

No crean que me dan muchas ganas de escribir de julio de 1936. Mi padre y mi abuelo estuvieron en el campo de concentración, junto con Agustín Millares Sall, compañero más tarde de trabajo en Transmediterránea, Felo Monzón, Juan Rodríguez Doreste, Primitivo Pérez Pedraza, Joaquín Masmano, y otros compañeros del Partido Socialista, amigos del PCE, republicanos de Franchy Roca, federales, católicos progresistas. El campo de concentración de La Isleta fue una babel política, con prisioneros de todas las tendencias. Después de la guerra, la dictadura, el miedo, y si me ha dado por escribir hoy de julio de 1936, que dicho sea de paso no tenía puñeteras ganas, es porque he releido unos trabajos sobre la asignatura de Educación Ciudadana, que como resumen enseña la convivencia a los niños y mayores, y me pone de los nervios que el Partido Popular y la Iglesia Católica esté en contra de esta asignatura, mientras que durante la dictadura fascista del General Franco aplaudian con rabia que se diese Formación del Espíritu Nacional, y pobre del que se negara a recibirla, de entrada lo pelaban al cero y le daban una botella de aceite de ricino, cosa que dominaban muy bien los franquistas.

Es bochornosa la resistencia, incluso en Comunidades Autónomas como Madrid y Valencia, a dar Educación Ciudadana. El cinismo de la derecha en este y otros aspectos es incalculable. Durante 40 años no existieron los asesinatos en Canarias a sangre fria, no existía el asesino del General Queipo de Llano en Sevilla, ni tampoco se mencionó nunca a Carlos Arias “el chacal de Málaga”, ni los fusilamientos en masa en la plaza de Toros de Badajoz, ni los miles y miles de asesinatos cometidos por los franquistas con el silencio cómplide de la Iglesia Católica durante la guerra civil, y hasta veinte años después estuvieron matando. Durante 40 años sólo existió la propaganda franquista, y entre ella, la asignatura de Formación del Espíritu Nacional. Manda huevos.

A las torturas siguieron los fusilamientos. Los primeros en caer asesinados a principios de agosto fueron los diputados del Frente Popular, Eduardo Suárez y Fernando Egea. Después fue todo un torbellino de sangre y asesinatos, calculándose en Canarias 5.000 asesinados por los franquistas, en donde no hubo frente de guerra como en otras zonas de España, en donde las islas quedaron bajo el régimen fascista desde el mismo 18 de julio. Cinco mil asesinados.

No crean que me dan muchas ganas de escribir de julio de 1936. Mi padre y mi abuelo estuvieron en el campo de concentración, junto con Agustín Millares Sall, compañero más tarde de trabajo en Transmediterránea, Felo Monzón, Juan Rodríguez Doreste, Primitivo Pérez Pedraza, Joaquín Masmano, y otros compañeros del Partido Socialista, amigos del PCE, republicanos de Franchy Roca, federales, católicos progresistas. El campo de concentración de La Isleta fue una babel política, con prisioneros de todas las tendencias. Después de la guerra, la dictadura, el miedo, y si me ha dado por escribir hoy de julio de 1936, que dicho sea de paso no tenía puñeteras ganas, es porque he releido unos trabajos sobre la asignatura de Educación Ciudadana, que como resumen enseña la convivencia a los niños y mayores, y me pone de los nervios que el Partido Popular y la Iglesia Católica esté en contra de esta asignatura, mientras que durante la dictadura fascista del General Franco aplaudian con rabia que se diese Formación del Espíritu Nacional, y pobre del que se negara a recibirla, de entrada lo pelaban al cero y le daban una botella de aceite de ricino, cosa que dominaban muy bien los franquistas.