Espacio de opinión de Canarias Ahora
Justicia pedagógica
Ningún centro educativo público aprovechó su sapiencia del sentido común y su filosofía neotalionista del quién la hace la paga, pero con la sociedad y con las víctimas de los angelitos de cristal de espejo que les impide ponerse en lugar del otro, de sus sufrimientos?abandonados por una ley de menores que da empacho de tantos derechos y hambre de tantos deberes.
Sólo los temas que trata en sus charlas- debate nos da una idea de lo que se cuece en su juzgado y del éxito reinsertivo de sus choricillos como le gusta llamar por ejemplo al que tuvo lijando la fachada de su juzgado por haber destrozado mobiliario público, o al que agredió a un anciano y lo condenó a estar de cuidador en un centro de mayores. Como acertadamente dice es preferible escarmentar que encerrar .Arremete quijotescamente contra la desidia institucional, contra los estilos educativos permisivos y negligentes, contra el menosprecio al profesorado y contra la ley que lo permite. Plantea la ineludible responsabilidad moral y legal de los padres hacia sus hijos, que pronto, como afirma pisarán su juzgado junto a ellos cuando cometan un delito y pagarán a sus victimas de alguna manera: se acabó el cuento de insolvencia del menor?; y propone fuera de los papeles, la necesaria coordinación entre Sanidad, Servicios sociales, Educación y Justicia para evitar en lo que se pueda que lo que empieza como disruptivo, con el tiempo pase a ser delictivo.
En este sentido, y en otros también ,disertó hace escasos días en Gran Canaria y en distintos escenarios, como el colegio de los Jesuitas organizada por la Federación Canaria de AMPAS y La Facultad de Educación de la ULPGC; sobre “jóvenes , valores, educación y sociedad”; en Agüimes, como no, en las VI jornadas sobre familia y comunidad con una alocución sobre “el papel de la familia en la reeducación de menores con medidas judiciales”, y en San Bartolomé de Tirajana, con el sugestivo y provocador tema para muchos compañeros de profesión, sobre “Justicia y sentido común u otra forma de hacer las cosas”.
El mensaje está claro para el que lo quiera oír: nuestros hijos, nuestros alumnos, nuestras esperanzas en una sociedad mejor están en grave riesgo y debemos reconocer que gran parte de la culpa, sin soslayar las influencias globalizadotas y mediáticas, es taxativamente nuestra, de nuestros miedos a que se nos vayan de nuestra imantada presencia que no es más que puro egoísmo que muchas veces intenta justificar lo injustificable y relativizar lo que es de cajón. ¿Escuela de padres?... por supuesto, pero en muchos casos por decreto, ¡y de facha nada! No hay nada más peligroso socialmente, que una estructura familiar autoritaria o por lo contrario permisiva o negligente, sólo queda el punto medio o el de la “virtud” como sabiamente describió Aristóteles y ése es el de educación democrática, la que ayuda a aflorar la reflexión ética y la que forma ciudadanos para la sociedad futura, la que todos esperamos aunque no estemos, la mejor herencia para los que nos siguen?y ésta también se aprende amigo como todo en la vida.
Kiko GarcÃa
Ningún centro educativo público aprovechó su sapiencia del sentido común y su filosofía neotalionista del quién la hace la paga, pero con la sociedad y con las víctimas de los angelitos de cristal de espejo que les impide ponerse en lugar del otro, de sus sufrimientos?abandonados por una ley de menores que da empacho de tantos derechos y hambre de tantos deberes.
Sólo los temas que trata en sus charlas- debate nos da una idea de lo que se cuece en su juzgado y del éxito reinsertivo de sus choricillos como le gusta llamar por ejemplo al que tuvo lijando la fachada de su juzgado por haber destrozado mobiliario público, o al que agredió a un anciano y lo condenó a estar de cuidador en un centro de mayores. Como acertadamente dice es preferible escarmentar que encerrar .Arremete quijotescamente contra la desidia institucional, contra los estilos educativos permisivos y negligentes, contra el menosprecio al profesorado y contra la ley que lo permite. Plantea la ineludible responsabilidad moral y legal de los padres hacia sus hijos, que pronto, como afirma pisarán su juzgado junto a ellos cuando cometan un delito y pagarán a sus victimas de alguna manera: se acabó el cuento de insolvencia del menor?; y propone fuera de los papeles, la necesaria coordinación entre Sanidad, Servicios sociales, Educación y Justicia para evitar en lo que se pueda que lo que empieza como disruptivo, con el tiempo pase a ser delictivo.