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Luchar por la democracia

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Al inicio de un nuevo curso político, el segundo de la presente legislatura, los socialistas afrontamos la actividad parlamentaria con firmeza, convicción y con un propósito ineludible de regeneración política responsable, frente a la realidad de un debate enormemente marcado por la crispación y el populismo maniqueísta de la bancada popular. Hoy en día, hablar de democracia es volver a hablar de la “lucha por la democracia”, tal y como en diversas ocasiones ha expresado el ex presidente José Luis Rodríguez Zapatero. Hablar del compromiso con una sociedad más justa a partir del debate de las ideas; del respeto por la pluralidad y del mantenimiento de un marco de convivencia social. No obstante, asistimos al espectáculo parlamentario estéril, con una oposición enrocada, día sí y día también, en la retórica de la deslegitimación del Gobierno presidido por Pedro Sánchez y en la “no aceptación del respaldo parlamentario”. 

A estas alturas, nada nos sorprende: seguirán torpedeando todo. Así lo han venido haciendo desde el Senado, donde hemos asistido a varios intentos fallidos por parte del PP, como el de plantear un conflicto de atribuciones con el Congreso con vistas a retrasar la Ley de Amnistía o el voto en contra a los objetivos de estabilidad presupuestaria, incluso en detrimento de las comunidades autónomas en las que ellos gobiernan. Porque cualquier cosa les vale, con tal de no votar alguna iniciativa que proceda del Gobierno de España. Tampoco tenemos ninguna duda de que seguirán enarbolando el argumentario extremista de la ultraderecha, que por cierto han asumido ya sin mayor rubor, ni de que continuarán con su estrategia del desgaste. No presentarán ni una sola propuesta o iniciativa que mejore, eficazmente, la vida de las personas. Porque su único proyecto para este país es que no gobierne el PSOE.

Mientras tanto, sobre la base de un marco social y económico de crecimiento y estabilidad, los socialistas enfocamos este año político habiendo afrontado grandes desafíos en los últimos y difíciles años de pandemia y crisis internacionales, posicionando  a España entre las cuatro primeras economías de Europa, con récord en afiliados y afiliadas a la Seguridad Social, casi veintiún millones de personas; preparados para continuar impulsando la transformación digital y los avances que están logrando que seamos un país cada vez más competitivo. Y vamos a seguir desmontando su  discurso apocalíptico de que “España se rompe”, con un Estado del Bienestar más reforzado,  con una Cataluña gobernada por un socialista, Salvador Illa y consolidando un país cada vez más plural e igualitario.

Y si nos ceñimos a Canarias, cabe mencionar que el Gobierno de España ha ofrecido soluciones en el marco de la Conferencia Sectorial de la Infancia para el reparto de los menores inmigrantes no acompañados de manera solidaria y obligatoria, con propuesta de modificación legislativa, rechazada lamentablemente, oh sorpresa, por parte del Partido Popular en el Congreso. A pesar de ello, el Gobierno seguirá dando cumplimiento al Pacto Canario por la Inmigración y a los acuerdos recogidos en la denominada “agenda canaria”, pactada en su día con Coalición Canaria, pese a las recientes actitudes rupturistas y estériles por parte de éstos. Y es que son muchos los retos que debemos seguir afrontando y sobre los que habrá que debatir, tanto en el Congreso como en el Senado. A pesar de todo ello, seguiremos con fuerza construyendo, luchando por la democracia, desde el respeto por las ideas y la palabra: algo que hemos venido haciendo, desde hace ya ciento cuarenta y cinco años. 

Al inicio de un nuevo curso político, el segundo de la presente legislatura, los socialistas afrontamos la actividad parlamentaria con firmeza, convicción y con un propósito ineludible de regeneración política responsable, frente a la realidad de un debate enormemente marcado por la crispación y el populismo maniqueísta de la bancada popular. Hoy en día, hablar de democracia es volver a hablar de la “lucha por la democracia”, tal y como en diversas ocasiones ha expresado el ex presidente José Luis Rodríguez Zapatero. Hablar del compromiso con una sociedad más justa a partir del debate de las ideas; del respeto por la pluralidad y del mantenimiento de un marco de convivencia social. No obstante, asistimos al espectáculo parlamentario estéril, con una oposición enrocada, día sí y día también, en la retórica de la deslegitimación del Gobierno presidido por Pedro Sánchez y en la “no aceptación del respaldo parlamentario”. 

A estas alturas, nada nos sorprende: seguirán torpedeando todo. Así lo han venido haciendo desde el Senado, donde hemos asistido a varios intentos fallidos por parte del PP, como el de plantear un conflicto de atribuciones con el Congreso con vistas a retrasar la Ley de Amnistía o el voto en contra a los objetivos de estabilidad presupuestaria, incluso en detrimento de las comunidades autónomas en las que ellos gobiernan. Porque cualquier cosa les vale, con tal de no votar alguna iniciativa que proceda del Gobierno de España. Tampoco tenemos ninguna duda de que seguirán enarbolando el argumentario extremista de la ultraderecha, que por cierto han asumido ya sin mayor rubor, ni de que continuarán con su estrategia del desgaste. No presentarán ni una sola propuesta o iniciativa que mejore, eficazmente, la vida de las personas. Porque su único proyecto para este país es que no gobierne el PSOE.