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El maestro del viento

Guillermo Perdomo Hernández / Guillermo Perdomo Hernández

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Viene el tomo de la mano de Juan Manuel Bonet. El maestro de la forja, el buscador de férreas esencias y fundidor del viento es guiado por la palabra de ese erudito, que no crítico de arte, y sabio de las vanguardias, (relegados al mundo deportivo, qué poco son usados ya los epítetos épicos para la gente del arte, a pesar de ser ellos los auténticos gladiadores, y llevar a cabo la verdadera batalla).

Por si no ha quedado claro, mi admiración hacia ambos, creador y crítico, como artífices, cada uno en su campo, de una producción genuina, que es, como mínimo el adjetivo que distingue una obra de una obra genial. Y digo esto, con tal claridad de que las micromentes puedan ver en mis palabras la simple adulación, donde sólo hay pleno reconocimiento a una labor bien hecha y a una trayectoria intachable. Y lo digo, a sabiendas que no está nada de moda, a sabiendas que la politización cultural encasilla a los sujetos con cuestiones pueblerinas y peregrinas, a sabiendas también que en Canarias se tiene que estar bien muerto para que todos finjan cierto consenso. Sin embargo, los homenajes, de ser posible, en vida y después de muerto, entonces ya son otra cosa.

No sé lo que Martín Chirino debe a Canarias (acaso lo imagino y lo intuyo) pero lo que sí sé es lo mucho que Canarias le debe a Chirino. No sólo porque haya llevado su nombre a lo más alto y lo más lejos dentro del panorama cultural, sino por ser indudablemente uno de los pocos nombres que transcurrida una centuria se mantendrán con plena vigencia. Le debe esa fundación en el Castillo de la Luz (que no sé como van las gestiones pero que ya van retrasadas) que habrá de convertirse en seguro lugar de peregrinación. Le debe también una ruta martinchirinesca en su ciudad-isla natal que enlace las esculturas ya existentes: El Pensador (Campus de Tafira), Espiral del Viento (Circunvalación, rotonda de Barranco Seco), Lady Harimaguada (Avenida Marítima) en Las Palmas de Gran Canaria y Viento de Balos (Telde, Aeropuerto de Gran Canaria), Mediterránea (San Bartolomé, Autovía a la salida de Las Burras) con otras que deberían hacer acto de presencia obligatoria en la capital y los municipios grancanarios, pero con el cortoplacismo que se actúa y el cortomirismo que impera, no lo verán ni el escultor, ni los ciudadanos, mientras nuestras rotondas y plazas se llenan de ruido donde habría de haber raíces, de cubos donde habría que haber aeróvoros, de vacíos sin afrocanes, de sirocos y calimas donde vientos y alisios. Porque cuando los que tienen que decidir entiendan por qué es necesaria esta presencia y la importancia y significación de la obra de Chirino, entonces, el proyecto será irrealizable y habremos perdido, de nuevo, una oportunidad para engrandecer aún más nuestra isla.

Guillermo Perdomo Hernández

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