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El mal ajeno

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Aquí fardamos de muy cristianos y al fin y al cabo ellos son musulmanes. Pero muy católico no es alegrarse del mal ajeno. Aquí lo hacemos con desparpajo e impudor. Los empresarios y ciertos políticos celebran estos días el aumento turístico en Canarias gracias a las revueltas en Turquía y Egipto.

El enrarecimiento de la situación política y social en estos países está ocasionando el desvío de turistas a las islas. A nosotros por aquí, a unos miles de kilómetros de distancia, nos importa un carajo las desgracias turcas o egipcias, sobre todo cuando de paso nos benefician económicamente. Igual que nos importa un pimiento que mueran envenenados veinte niños en La India si aquí el Gobierno nos garantiza el potaje abriendo los comedores escolares en verano.

Sabemos qué es hacer el indio o hacerse el sueco. También sabemos lo que significa hacer el egipcio. Su silueta consiste en pasar desapercibido, sibilinamente, con una mano delante y otras detrás. Las dos sirven para lo mismo: para recoger comisiones ilegales en sobres enlutados. A veces vienen por la vía de la contabilidad b de Bárcenas y otras a través de otro color oscuro del dinero que no es negro sino rojo sangre. Los escrúpulos están también de vacaciones en verano.

Aquí fardamos de muy cristianos y al fin y al cabo ellos son musulmanes. Pero muy católico no es alegrarse del mal ajeno. Aquí lo hacemos con desparpajo e impudor. Los empresarios y ciertos políticos celebran estos días el aumento turístico en Canarias gracias a las revueltas en Turquía y Egipto.

El enrarecimiento de la situación política y social en estos países está ocasionando el desvío de turistas a las islas. A nosotros por aquí, a unos miles de kilómetros de distancia, nos importa un carajo las desgracias turcas o egipcias, sobre todo cuando de paso nos benefician económicamente. Igual que nos importa un pimiento que mueran envenenados veinte niños en La India si aquí el Gobierno nos garantiza el potaje abriendo los comedores escolares en verano.