Espacio de opinión de Canarias Ahora
En memoria de Manuel Abejón, un amigo de Canarias
Permítanme que hoy no les escriba como director general de Casa África, si no como ex diputado, canario y persona que ha sufrido una pérdida. Este fin de semana, les pido permiso para dejar de lado mi pasión por el continente vecino y sus avatares y poder centrarme en el recuerdo a un amigo y compañero que falleció, desgraciadamente, a finales del año que acaba de terminar. Me refiero a Manuel Abejón Adámez, que, entre otras cosas, ejerció como presidente del ente público Aeropuertos Españoles y Navegación Aérea (AENA) entre junio de 1991 y mayo de 1996, además de ser referente y amigo.
Comienzo estas líneas desde la tristeza por la pérdida de un amigo y colega con el que, además, me unía otra complicidad, puesto que ejercía en el mundo académico, como yo mismo, aunque en el contexto de su cátedra de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Aeronáutica y del Espacio. Si aspiro a dedicar este texto a su recuerdo es porque considero que tenemos una deuda importante en nuestro archipiélago, con este compañero generoso, implicado, riguroso y al que perdimos demasiado pronto. Mi intención es recordar su buen hacer, del que se benefició Canarias a finales del siglo pasado, y también, por supuesto, rendir un homenaje emocionado a su integridad y su buen talante, que lo convertían en una persona de la que es difícil prescindir.
Mi relación con Manuel Abejón se remonta al final del siglo pasado. Recuerdo que nos conocimos en 1982, tras unas elecciones históricas, que se saldaron con la llegada al congreso de 202 diputados que el PSOE sacó, con Felipe González al frente, en un congreso con 350 escaños. Aquellas elecciones, en las que el partido socialista consiguió mayoría absoluta, también significaron que 134 puestos en el senado fueran ocupados por el PSOE. Manuel Abejón acabó en el Congreso de los Diputados por la entonces denominada ‘provincia de Madrid’, pese a figurar al final de la lista. Numerosos cargos públicos fueron nombrados por el Gobierno entre los diputados elegidos y a cada nombramiento se iban incorporando a las Cortes por riguroso orden de lista.
Compartí muchas cosas con él y cultivamos una bonita amistad, que se reforzó ya cuando, en 1991, el entonces ministro Josep Borrell le nombró primer presidente de AENA, la empresa pública que ahora se ha escindido en la empresa ENAIRE, encargada de la navegación aérea en España, y en la actual AENA, encargada de las infraestructuras aeroportuarias. Es a partir de ahí cuando la figura de Manuel Abejón se torna clave para las Islas Canarias, en especial porque comprendió la trascendencia de que el archipiélago dispusiese de infraestructuras aeroportuarias de primer nivel y consolidarla así, desde sus siete islas, como un destino atractivo para atraer turismo y, por lo tanto, generar actividad económica. A Manuel Abejón podemos atribuirle el desarrollo de la terminal de Fuerteventura y la nueva terminal de Gando, en Gran Canaria. Además, hay que agradecerle una decisión importantísima: la reapertura del aeropuerto de Los Rodeos, hoy denominado Tenerife Norte, con el encargo del proyecto de una nueva terminal.
A raíz del accidente de los dos Jumbos que en marzo del año 1977 dejó 538 fallecidos (aún hoy muy presente en nuestra memoria colectiva como la que sigue siendo la mayor catástrofe de toda la historia de la aviación), el aeropuerto fue clausurado durante varios años. Solo se usaba para acoger ferias, exposiciones de vehículos y actividades de este tipo, al servicio de colectivos empresariales de la isla. Recuerdo ponerme en contacto con el entonces presidente del Cabildo de Tenerife, Adán Martín, y con Manuel Abejón para recuperar el aeropuerto para la isla a través del empuje del proyecto para hacer esa nueva terminal. En ese momento, en mi calidad de alcalde de La Laguna, formé parte de las negociaciones que llevaron al compromiso del gobierno de Canarias para facilitar las vías de acceso al aeropuerto de Tenerife Norte. Además, acompañé a Manuel Abejón a sesiones en los cabildos de Tenerife y de Gran Canaria en las que expuso las líneas maestras del desarrollo aeroportuario de Tenerife Sur y de Gando. La excelente disposición de Manuel y sus buenos oficios para potenciar el sector aeroportuario en Canarias nos conectaron más y mejor con el mundo y dieron alas, por así decirlo, a la industria del turismo en nuestras islas. Por este motivo, debemos reconocer su trabajo y agradecerle, póstumamente, todo lo que hizo por nuestro archipiélago.
Falleció el pasado 13 de diciembre en San Lorenzo del Escorial, donde se había retirado con su mujer. Madrileño de origen, se formó en la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Aeronáuticos a principios de los 60 y, como yo también hice en el ámbito marítimo, entró en el ámbito universitario, desempeñando varias funciones en el ámbito aeronáutico. Delegado de la Escuela, también figuró al frente del Colegio Oficial de Ingenieros Aeronáuticos. Como yo, llegó a la militancia socialista en los años 70 y ocupó varios cargos en el partido desde los 80. Además, trabajó en empresas como Bull General Electric o Iberia y desempeñó responsabilidades en Caja Madrid antes de liderar la modernización de la gestión aeroportuaria y de la navegación aérea en nuestro país.
Compañeros y amigos como Josep Borrell y Jaime Terceiro ya han puesto de relieve, en las páginas del periódico El País, su figura profesional y humana tras su muerte, pero espero con este artículo homenajear su figura también a mi manera y en el ámbito canario. Me parece absolutamente necesario el acto de reconocer el trabajo y la dimensión humana de este ilustre socialista, un hombre justo y recto, con especial sensibilidad hacia el Archipiélago canario. Estamos en deuda con él y también, por tanto, estamos de luto.
Permítanme que hoy no les escriba como director general de Casa África, si no como ex diputado, canario y persona que ha sufrido una pérdida. Este fin de semana, les pido permiso para dejar de lado mi pasión por el continente vecino y sus avatares y poder centrarme en el recuerdo a un amigo y compañero que falleció, desgraciadamente, a finales del año que acaba de terminar. Me refiero a Manuel Abejón Adámez, que, entre otras cosas, ejerció como presidente del ente público Aeropuertos Españoles y Navegación Aérea (AENA) entre junio de 1991 y mayo de 1996, además de ser referente y amigo.
Comienzo estas líneas desde la tristeza por la pérdida de un amigo y colega con el que, además, me unía otra complicidad, puesto que ejercía en el mundo académico, como yo mismo, aunque en el contexto de su cátedra de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Aeronáutica y del Espacio. Si aspiro a dedicar este texto a su recuerdo es porque considero que tenemos una deuda importante en nuestro archipiélago, con este compañero generoso, implicado, riguroso y al que perdimos demasiado pronto. Mi intención es recordar su buen hacer, del que se benefició Canarias a finales del siglo pasado, y también, por supuesto, rendir un homenaje emocionado a su integridad y su buen talante, que lo convertían en una persona de la que es difícil prescindir.