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Las Meninas

Algunas porciones de esta pintura vienen a confirmar vínculos con el norte, a pesar de propuestas que la asocian con La Sagrada Familia con San Bruno de Ribera. Aquí hay un espejo, un bastidor vuelto al espectador, y un pintor con la realeza. La presencia de los Reyes reflejados en el espejo del fondo y el perrito, lo toma Velázquez del Matrimonio Arnolfini de Van Eyck, en la National Gallery, que estuvo en el viejo Alcázar en el siglo XVII. Velázquez lo vio allí. De aquí un toque nórdico del siglo XV que Velázquez captó con la perspectiva aérea. En cuanto a la presencia del pintor no deja de sorprender, por mucho afecto que gozara del monarca, como es sabido. Hay que buscar una razón histórica que lo justifique. Plinio narra la visita de Alejandro al taller de Apeles. Esto fue importante para los pintores de todos los tiempos. Velázquez contaba con esta obra en su biblioteca y no faltan citas a Velázquez como “el Apeles de su tiempo” entre los tratadistas. Jan Wiericx y Goltzius inmortalizaron esta visita de Alejandro al estudio de su pintor. En el fondo del grabado está un espejo en el mismo eje central en el que Velázquez fija el suyo en Las Meninas. Hay motivos suficientes para relacionar este grabado conocido por el pintor sevillano.

Nos preguntamos si Las Meninas es un gabinete de interior sublimado con los reyes en el espejo como testimonio de propietarios de todo lo que la vista abarca. Idea que Velázquez vio en los retratos de Alberto e Isabel Clara Eugenia de los gabinetes de Brueghel de Velours, que hoy están en el Museo del Prado. La luz de la galería del fondo en La Vista y el Olfato disuelve los cuadros, las esculturas, los muebles y objetos, el aire y la luz. ¿No es esto lo que Velázquez logra en el cuarto del malogrado príncipe Baltasar Carlos donde pinta Las Meninas?

*Matías Díaz Padrón (El Hierro, 1935) es conservador del Museo del Prado y Premio Canarias 2008 de Investigación y Patrimonio Histórico.

Matías Díaz Padrón*

Algunas porciones de esta pintura vienen a confirmar vínculos con el norte, a pesar de propuestas que la asocian con La Sagrada Familia con San Bruno de Ribera. Aquí hay un espejo, un bastidor vuelto al espectador, y un pintor con la realeza. La presencia de los Reyes reflejados en el espejo del fondo y el perrito, lo toma Velázquez del Matrimonio Arnolfini de Van Eyck, en la National Gallery, que estuvo en el viejo Alcázar en el siglo XVII. Velázquez lo vio allí. De aquí un toque nórdico del siglo XV que Velázquez captó con la perspectiva aérea. En cuanto a la presencia del pintor no deja de sorprender, por mucho afecto que gozara del monarca, como es sabido. Hay que buscar una razón histórica que lo justifique. Plinio narra la visita de Alejandro al taller de Apeles. Esto fue importante para los pintores de todos los tiempos. Velázquez contaba con esta obra en su biblioteca y no faltan citas a Velázquez como “el Apeles de su tiempo” entre los tratadistas. Jan Wiericx y Goltzius inmortalizaron esta visita de Alejandro al estudio de su pintor. En el fondo del grabado está un espejo en el mismo eje central en el que Velázquez fija el suyo en Las Meninas. Hay motivos suficientes para relacionar este grabado conocido por el pintor sevillano.

Nos preguntamos si Las Meninas es un gabinete de interior sublimado con los reyes en el espejo como testimonio de propietarios de todo lo que la vista abarca. Idea que Velázquez vio en los retratos de Alberto e Isabel Clara Eugenia de los gabinetes de Brueghel de Velours, que hoy están en el Museo del Prado. La luz de la galería del fondo en La Vista y el Olfato disuelve los cuadros, las esculturas, los muebles y objetos, el aire y la luz. ¿No es esto lo que Velázquez logra en el cuarto del malogrado príncipe Baltasar Carlos donde pinta Las Meninas?