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Miedo nuclear ''ideológico''

No hace tanto Dolores de Cospedal, secretaria general del PP, denunciaba “los ropajes antinucleares de la conocida izquierda radical ciertamente trasnochada”. Muy en la línea de Aznar que atribuye el no a la nuclear a “decaídos dogmas ideológicos”, como si su neofalangismo fuera el último grito de la modernidad y no supiéramos a quien asesora; y en la de Rajoy, que reprochó la postura tibiamente antinuclear de Zapatero por su carga “de prejuicios ideológicos y modernidades antiguas”. Cospedal negó, incluso, que las centrales sean inseguras y peligrosas al afirmar que esa es la idea que Zapatero tratado de instalar en el ánimo de la población; el mismo Zapatero que acaba de “amnistiar” a las centrales que iban a cerrarse. Entre otras la de Garoña, gemela de la de Fukushima hasta en el sistema de seguridad.

Cuando lo de Chernóbyl la derechona desideologizada total puso el acento en la desastrosa gestión comunista y se encuentra ahora que la nueva crisis se produce en un país organizado, eficiente y capitalista. Espero que el portacoz pepero, Esteban González Pons, se contenga y no responsabilice a Zapatero y que los periódicos conspiranoicos no vean la mano de ETA compinchada con el PSOE detrás del asunto. En fin: para el PP, por lo visto, sólo los lobbies nucleares carecen de ideología, pues, como dijo el clásico, el dinero no la tiene, para qué si les basta poner los cuartos sobre la mesa para que la cosa pase a ser ocurrencia del mester de rojería.

Hablando de gente más seria, ma non troppo, Carmen Martínez Ten, presidenta del Consejo de Seguridad Nuclear. Dijo en la tela que el diseño de la central japonesa, gemela de la española de Garoña, había aguantado (hoy se sabe que no demasiado) y que los problemas no surgieron en su interior sino que los causaron circunstancias exteriores. Insistió en que España no es zona de sacudidas sísmicas como las de aquella parte del Pacífico. Uno sabe de la energía nuclear sólo que puede rizarte el pelo antes de dejarte calvo, pero de las palabras de Martínez Ten se deduce que, a pesar de conocerse la actividad sísmica de la zona, se construyó allí, en Fukushima, una central del modelo al que Estados Unidos había puesto reparos. Y que, para más inri, según los famosos papeles del Departamento de Estado USA, el Gobierno japonés sólo revisó tres veces en 35 años sus medidas antisísmicas y no atendió los avisos de la OIEA. Lo que nos pone en la tesitura de pensar que aumentan los riesgos, por un lado los gobiernos que tragan presionados por los lobbies y por el otro lado los políticos agradecidos que combaten los “ideologismos trasnochados” y las aprensiones ciudadanas para meterla doblada.

Hacer de la oposición a la nuclear asunto ideológico es un buen servicio, no creo que gratuito, a los intereses de la industria nuclear. Creo que presentar este asunto en términos de derechas e izquierdas pasa por alto que también hay en la derecha gente contraria y no faltan en la izquierda quienes consideran necesaria e incluso imprescindible la energía nuclear. Este planteamiento pepero reduce el debate, tras pervertirlo como ya dije, a una cuestión de “ismos” y abunda en el empeño de la derechona por estupidizar al electorado; o contagiarle su propia estupidez interesada por si eran pocas las aprensiones.

Ante la situación creada, hay indicios de que el PP se la envainará para poner el acento en la seguridad y dejar en segundo plano su terminante postura favorable; no ideológica, qué va. Lo que lleva a preguntar, desde la desconfianza que se han ganado gobiernos y políticos, si es que andaba tan descuidada la seguridad como para hacer hincapié en ella; y otra pregunta, que es realmente una apuesta: ¿cuánto tardará González Pons en cargar a la cuenta de Zapatero su déficit? El de seguridad, por supuesto, que con el otro ya me lo tienen mártir, pobrecito.

No hace tanto Dolores de Cospedal, secretaria general del PP, denunciaba “los ropajes antinucleares de la conocida izquierda radical ciertamente trasnochada”. Muy en la línea de Aznar que atribuye el no a la nuclear a “decaídos dogmas ideológicos”, como si su neofalangismo fuera el último grito de la modernidad y no supiéramos a quien asesora; y en la de Rajoy, que reprochó la postura tibiamente antinuclear de Zapatero por su carga “de prejuicios ideológicos y modernidades antiguas”. Cospedal negó, incluso, que las centrales sean inseguras y peligrosas al afirmar que esa es la idea que Zapatero tratado de instalar en el ánimo de la población; el mismo Zapatero que acaba de “amnistiar” a las centrales que iban a cerrarse. Entre otras la de Garoña, gemela de la de Fukushima hasta en el sistema de seguridad.

Cuando lo de Chernóbyl la derechona desideologizada total puso el acento en la desastrosa gestión comunista y se encuentra ahora que la nueva crisis se produce en un país organizado, eficiente y capitalista. Espero que el portacoz pepero, Esteban González Pons, se contenga y no responsabilice a Zapatero y que los periódicos conspiranoicos no vean la mano de ETA compinchada con el PSOE detrás del asunto. En fin: para el PP, por lo visto, sólo los lobbies nucleares carecen de ideología, pues, como dijo el clásico, el dinero no la tiene, para qué si les basta poner los cuartos sobre la mesa para que la cosa pase a ser ocurrencia del mester de rojería.