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OPINIÓN | 'Pesimismo y capitalismo', por Enric González

Tres millones son muchos parados

Las cifras auguran aún más pesimismo y sólo nos falta saber el comportamiento de los consumidores en las rebajas que acaban de empezar para cuantificar los parámetros de la retirada de los ciudadanos de la oferta. En realidad se puede vivir dignamente con mucho menos de lo que ha venido consumiendo la media de los ciudadanos, pero ese encogimiento del consumo conlleva pérdida de empleo y entonces la tragedia es de índole social neta.

Hay renglones de la economía que están condenados a largas temporadas de ostracismo; en primer lugar toda la industria auxiliar de la construcción. No hay datos fiables sobre el parón en la compraventa de viviendas ni se conoce todavía la profundidad a donde tienen que descender los precios para que se estabilice ese tráfico mercantil. Se conocen ya noticias de que quienes habían acaparado suelo lo están vendiendo con unas rebajas increíbles de valor. Lo automóviles también han caído en picado en su nivel de ventas y su industria auxiliar es también muy extensa.

Detrás de la cifra de parados hay en primer lugar el drama humano que lleva a pensar que muchos de quienes se ven arrojados a esa condición tal vez no vuelvan nunca más a encontrar un empleo si su especialidad y su edad ocupan los lugares siniestros en donde ya nadie ofrece un trabajo. Luego está la elasticidad de las arcas del estado: el presidente de Gobierno ha demostrado una enorme sensibilidad social y promete ir extendiendo el derecho a la percepción de desempleo en la medida en la que los plazos vayan agotando su capacidad legal. ¿Cuál es el límite de endeudamiento del estado en época de crisis sin horizonte de salida? ¿Hasta que punto la política social puede soslayar los parámetros económicos?

Por último este escenario es coincidente con el de la negociación de la financiación autonómica. Un espectáculo no necesariamente edificante en el que en muchas ocasiones parece una subasta en beneficio propio y en detrimento del vecino. En este sentido, en época de crisis no sería un disparate que se dispararan los mecanismos de la solidaridad sobre los de la diferencia.

*Carlos Carnicero es periodista, analista político y articulista de El Plural Carlos Carnicero*

Las cifras auguran aún más pesimismo y sólo nos falta saber el comportamiento de los consumidores en las rebajas que acaban de empezar para cuantificar los parámetros de la retirada de los ciudadanos de la oferta. En realidad se puede vivir dignamente con mucho menos de lo que ha venido consumiendo la media de los ciudadanos, pero ese encogimiento del consumo conlleva pérdida de empleo y entonces la tragedia es de índole social neta.

Hay renglones de la economía que están condenados a largas temporadas de ostracismo; en primer lugar toda la industria auxiliar de la construcción. No hay datos fiables sobre el parón en la compraventa de viviendas ni se conoce todavía la profundidad a donde tienen que descender los precios para que se estabilice ese tráfico mercantil. Se conocen ya noticias de que quienes habían acaparado suelo lo están vendiendo con unas rebajas increíbles de valor. Lo automóviles también han caído en picado en su nivel de ventas y su industria auxiliar es también muy extensa.