Canarias Ahora Opinión y blogs

Sobre este blog

La portada de mañana
Acceder
Mazón adjudica 3,9 millones a dedo a un constructor de Gürtel para obras de la DANA
Populares y socialistas tratan de sortear los vetos a Ribera y el candidato de Meloni
¿Mazón no tiene problemas de conciencia? Opina Esther Palomera

¿Por qué es el Ministerio de Igualdad el centro de todos los ataques?

En las últimas semanas la ministra de Igualdad, Irene Montero, ha sido tendencia constante en Twitter. También ha sido la protagonista de informaciones y opiniones en diferentes periódicos. En gran medida se trata de publicaciones con un rasero machista que no hacen sino reafirmar la necesidad de que exista un Ministerio de Igualdad. Y es que las críticas no suelen venir motivadas por una discrepancia con sus opiniones, por una medida que pretenda impulsar y alguien no comparta o por una idea diferente. No. Los ataques en realidad se centran en que es mujer, joven y en que su pareja es vicepresidente. Pocos entran a valorar qué propone, cómo es su discurso, qué medidas incorpora el Gobierno en materia de igualdad o en cómo ha recibido su nombramiento el movimiento feminista, al que Montero dirigió gran parte de su campaña, canalizando buena parte de los votos que cosechó Podemos.

Pocos nombres han sido cuestionados y criticados en tan poco tiempo como los de las personas que componen el actual Ministerio de Igualdad. Desde el minuto uno se ha activado la artillería contra las cuatro mujeres que lo encabezan. Me pregunto: ¿hemos memorizado algunos de los altos cargos que componen otros ministerios?, ¿se busca en la hemeroteca y se manipula lo que han dicho otros hombres en política? De ser así, ¿se realizan esos ataques con la misma intensidad que ha ocurrido con estas mujeres?

No es casualidad que haya sectores interesados en cuestionar a estas alturas qué es la violencia de género (a pesar de que la ley fue aprobada por consenso de todas las fuerzas políticas en 2004) y que al mismo tiempo las personas que componen el Ministerio reciban durísimos ataques sin haberles dado tiempo a gobernar. La sorpresa es que el cuestionamiento a estas mujeres, en su mayoría por parte de hombres, no solo vienen por la derecha, también por la izquierda. Tampoco es casualidad que se quiera imponer un veto parental para que el alumnado reciba educación sexual o charlas de concienciación contra la homofobia, ahora que hay mujeres lesbianas que son cabezas visibles de este Gobierno.

Las que seguimos a Beatriz Gimeno desde hace años sabemos que ha sido una persona referente en la lucha por los derechos de las mujeres y del colectivo LGTBi. Ahora, se le ataca con vídeos y frases descontextualizadas, por un artículo en el que recuerda la importancia de las relaciones sexuales con empatía (una máxima que respetan en su mayoría las mujeres, ya que nosotras no somos consumidoras de prostitución, por ejemplo) e intentando crear falsas guerras con otras mujeres feministas. Lo que pretenden es vernos pelear unas con otras, esa mentira de que no hay mayor enemiga de una mujer que otra, como quiere hacer ver el machismo. Las mujeres podemos no estar de acuerdo, pero podemos debatir sin que se nos tache de enemigas.

Con Boti García, otra referente por la lucha de los derechos ha ocurrido lo mismo. Y el último episodio, la manipulación de una frase de Victoria Rosell en la radio, donde emplea la ironía de aplicar el 155 en Murcia porque se niega a tratar a todo el alumnado por igual. “Imagínese…” comenzaba su frase, en la que se percibe la ironía. Es la prueba de que no van a tener una legislatura nada fácil, no solo son mujeres, sino que están al frente de igualdad, esa igualdad a la que algunos temen por miedo de perder sus privilegios.

También se ha acusado a este Ministerio de ser “excluyente” con los hombres. No creo que las personas que hacen este tipo de críticas se paren a pensar qué representación tienen las mujeres en la sociedad o en la política o si otros ministerios son excluyentes con las mujeres. Tampoco creo que se hayan planteado que, hasta ahora, ninguna mujer ha sido candidata a la Presidencia del Gobierno por ninguno de los partidos mayoritarios. Además, no tenemos apenas cuota de representación en los comités de empresas del Ibex (solo representadas en un 15%) e incluso en los consejos de administración de empresas públicas vamos varios pasos por detrás.

Mientras los datos siguen evidenciando la desigualdad que existe entre mujeres y hombres, la brecha salarial, los techos de cristal, la sobrecarga por los cuidados, la violencia que se ejerce hacia nosotras... hay quien está más preocupado por manipular y destruir la carrera de estas mujeres que por hacer críticas constructivas desde el respeto y ayudar a construir un mundo libre de machismo y en el que la igualdad sea real para todas y todos.

En las últimas semanas la ministra de Igualdad, Irene Montero, ha sido tendencia constante en Twitter. También ha sido la protagonista de informaciones y opiniones en diferentes periódicos. En gran medida se trata de publicaciones con un rasero machista que no hacen sino reafirmar la necesidad de que exista un Ministerio de Igualdad. Y es que las críticas no suelen venir motivadas por una discrepancia con sus opiniones, por una medida que pretenda impulsar y alguien no comparta o por una idea diferente. No. Los ataques en realidad se centran en que es mujer, joven y en que su pareja es vicepresidente. Pocos entran a valorar qué propone, cómo es su discurso, qué medidas incorpora el Gobierno en materia de igualdad o en cómo ha recibido su nombramiento el movimiento feminista, al que Montero dirigió gran parte de su campaña, canalizando buena parte de los votos que cosechó Podemos.

Pocos nombres han sido cuestionados y criticados en tan poco tiempo como los de las personas que componen el actual Ministerio de Igualdad. Desde el minuto uno se ha activado la artillería contra las cuatro mujeres que lo encabezan. Me pregunto: ¿hemos memorizado algunos de los altos cargos que componen otros ministerios?, ¿se busca en la hemeroteca y se manipula lo que han dicho otros hombres en política? De ser así, ¿se realizan esos ataques con la misma intensidad que ha ocurrido con estas mujeres?