Espacio de opinión de Canarias Ahora
Nacionalismo español
Desde junio de 1966 cuando fui a Tremp (Lleida) a hacer la mili, y conocí al pueblo catalán de cerca, no sólo de leer desde lejos su historia, tengo el convencimiento que desde la Edad Media no andan los catalanes muy contentos con España. Diría que a estas alturas, y después de la Diada de septiembre de 1714, están cada vez más enfadados. Y ahora con el Partido Popular en el Gobierno centralista español andan que se suben por las paredes. Lo peor es que el nacionalismo español sigue erre que erre atizando las diferencias, incrementando la incomprensión entre los pueblos del estado español. Ahora con el ministro de Educación José Ignacio Wert las cosas se han puesto mucho más feas y más centralizadas, y no me extraña nada que a la reforma educativa reaccionaria que está haciendo le añade la prohibición de hablar en catalán, euskera o galego. Por lo menos a partir de los próximos libros de textos los niños canarios conocerán más otra vez los ríos españoles, que los barrancos de las islas. Claro que en Cataluña, con un idioma propio esta actitud dominante del ministro Wert agudizará más los desencuentros. La impresión personal que tengo es que el nacionalismo ultra español hace más difícil una solución para el problema catalán, y el vasco.
Desde junio de 1966 cuando fui a Tremp (Lleida) a hacer la mili, y conocí al pueblo catalán de cerca, no sólo de leer desde lejos su historia, tengo el convencimiento que desde la Edad Media no andan los catalanes muy contentos con España. Diría que a estas alturas, y después de la Diada de septiembre de 1714, están cada vez más enfadados. Y ahora con el Partido Popular en el Gobierno centralista español andan que se suben por las paredes. Lo peor es que el nacionalismo español sigue erre que erre atizando las diferencias, incrementando la incomprensión entre los pueblos del estado español. Ahora con el ministro de Educación José Ignacio Wert las cosas se han puesto mucho más feas y más centralizadas, y no me extraña nada que a la reforma educativa reaccionaria que está haciendo le añade la prohibición de hablar en catalán, euskera o galego. Por lo menos a partir de los próximos libros de textos los niños canarios conocerán más otra vez los ríos españoles, que los barrancos de las islas. Claro que en Cataluña, con un idioma propio esta actitud dominante del ministro Wert agudizará más los desencuentros. La impresión personal que tengo es que el nacionalismo ultra español hace más difícil una solución para el problema catalán, y el vasco.