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Nube de cenizas

Al sur, más al sur, saliendo de Europa y entrando en el norte de África, tenemos otras islas volcánicas. Parece que no sale fuego de sus cráteres, que sus corazones están apagados. Pero alguna nube tóxica debe de haber por los cielos de estas islas. No puede ser normal que en dos años de crisis se llegue al 29% de paro. No puede ser que con los peores datos del Estado en aplicación de ley de Dependencia, en atención sanitaria, en fracaso escolar. Con un presidente del gobierno que pertenece al partido del parlamento que quedó el último en número de votos. Con un vicepresidente del gobierno que cuestiona a los policías que investigan la corrupción, que graba a los denunciantes de trapisondas, que promociona a los alcaldes más imputados?No puede ser que con todos esos datos en los principales medios de comunicación el debate central de estos dos años haya sido el liderazgo y la estrategia del partido de la oposición.

Lo peor de Bananaria es que tenemos una nube tóxica frente a nuestros ojos y estamos tan acostumbrados a ella que nuestros aviones siguen volando, nuestros niños van al colegio con normalidad y cualquier intento de cambiar las cosas se aplaza para pasado mañana. Fíjense si la nube de cenizas nos tiene ciegos que hay una huelga de trabajadores de una televisión pública y no aparece en la mayoría de los periódicos. En Madrid, por ejemplo, las huelgas en el canal autonómico también se cuentan en La Razón, en El Mundo y en la propia radiotelevisión pública del gobierno de Esperanza Aguirre. Y se ponen servicios mínimos, y los directivos intentan que haya informativos. Aquí la noticia se censura en la televisión pública, también en la radio, en días laborales se sustituyen informativos por telenovelas y los trabajadores tienen que conformarse con contarlo directamente a la gente en la calle o con las entrevistas que les hacen en algunas emisoras de radio y la publicación en un periódico digital.

La nube de cenizas frena incluso la solidaridad de otros trabajadores. En la radio pública algunos intentaron redactar un comunicado de solidaridad, pero pronto les llegó el recadito de sus jefes: “tengan cuidadito, tengan cuidadito”, la libertad de expresión es un cuento que aparece en la constitución y el estatuto de autonomía. Y los trabajadores de la radio autonómica callaron, la solidaridad con sus compañeros en huelga, o el apoyo a una redactora despedida en la radio por causas políticas debe reducirse al comentario en la barra de algún bar. En otros periódicos pasó lo mismo, la nube tóxica llega en forma de amenazas externas o miedos internos.

La nube avanza y entra en las instituciones de control del gobierno, que reaccionan como los motores de los aviones y se paran. Ocurrió en las elecciones de 2007 que eligieron a un Parlamento nuevo. Los partidos con menos respaldo popular cumplieron el pacto que tenían firmado antes del día de las elecciones, eligieron como presidente al tercero en votos y el Excelentísimo eligió a su gobierno. Luego se pararon los motores de la democracia. El Diputado del Común, la Audiencia de Cuentas, el Consejo Consultivo, el Consejo de Radio Televisión Canaria, los representantes de todas estas instituciones no se renuevan desde el año 2007. ¿Ocurre lo mismo en otras comunidades autónomas? Que alguien me responda. Yo sé que la respuesta es NO.

Asumimos con resignación que la oposición pregunte al gobierno y que el ejecutivo no responda, ni de los datos que está obligado a dar. Que llegue al Parlamento una iniciativa popular con 50 mil firmas y sea tirada al cubo de la basura. Que el pacto de las elecciones de 2011 ya esté firmado con sangre. Todo esto está ocurriendo en nuestras narices. Los motores de los aviones europeos van a estar parados un par de días, hasta que se vaya la nube que salió del volcán de Islandia, aquel país al que mandamos a pasear a cien muchachos en un avión donde había champán para los periodistas. Se irá la nube de los cielos europeos y despegarán los aviones, pero aquí, en Bananaria, seguiremos con esta nube de cenizas que paró los motores de nuestra democracia y nos dejó ciegos, sordos y mudos.

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Juan García Luján

Al sur, más al sur, saliendo de Europa y entrando en el norte de África, tenemos otras islas volcánicas. Parece que no sale fuego de sus cráteres, que sus corazones están apagados. Pero alguna nube tóxica debe de haber por los cielos de estas islas. No puede ser normal que en dos años de crisis se llegue al 29% de paro. No puede ser que con los peores datos del Estado en aplicación de ley de Dependencia, en atención sanitaria, en fracaso escolar. Con un presidente del gobierno que pertenece al partido del parlamento que quedó el último en número de votos. Con un vicepresidente del gobierno que cuestiona a los policías que investigan la corrupción, que graba a los denunciantes de trapisondas, que promociona a los alcaldes más imputados?No puede ser que con todos esos datos en los principales medios de comunicación el debate central de estos dos años haya sido el liderazgo y la estrategia del partido de la oposición.

Lo peor de Bananaria es que tenemos una nube tóxica frente a nuestros ojos y estamos tan acostumbrados a ella que nuestros aviones siguen volando, nuestros niños van al colegio con normalidad y cualquier intento de cambiar las cosas se aplaza para pasado mañana. Fíjense si la nube de cenizas nos tiene ciegos que hay una huelga de trabajadores de una televisión pública y no aparece en la mayoría de los periódicos. En Madrid, por ejemplo, las huelgas en el canal autonómico también se cuentan en La Razón, en El Mundo y en la propia radiotelevisión pública del gobierno de Esperanza Aguirre. Y se ponen servicios mínimos, y los directivos intentan que haya informativos. Aquí la noticia se censura en la televisión pública, también en la radio, en días laborales se sustituyen informativos por telenovelas y los trabajadores tienen que conformarse con contarlo directamente a la gente en la calle o con las entrevistas que les hacen en algunas emisoras de radio y la publicación en un periódico digital.