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Opinión - Salvar el Mediterráneo y a sus gentes. Por Neus Tomàs

Ocurrencias ante la crisis

Como cada día Carmen abrió la puerta de su tienda a las nueve y media. En la radio del coche Serrat cantaba “Hoy puede ser un gran día”. Carmen pensó en lo duro que estaba siendo este mes de abril. Cada noche cuando hacía la caja comprobaba que las ventas estaban bajando. Ya no vale llenar todos los cristales del escaparate con los carteles de “oferta” o “liquidación”. La gente está asustada. Se ha pasado de la alegría del consumo al miedo a no poder pagar la hipoteca. Mientras colocaba el escaparate Carmen pensó una posible solución para poder vender más y afrontar por lo menos los gastos de cada mes, el colegio de la chiquilla, la hipoteca y la comida, ya que su ex marido seguía sin pasarle el dinero que exigía la sentencia judicial. Carmen le iba a proponer al mayorista que le vendía las camisas que le regalase una corbata por cada diez camisas. Así ella podía vender esa corbata a mitad de precio y recuperar algo las ventas.

Yeray tenía turno de noche esta semana. Mientras sacaba el taxi del garaje se acordaba de la paliza que recibió su compañero de Telde hace un par de semanas. Con lo que cuesta montarse en el coche, dejar que entre en el vehículo gente que no conoces de nada. Con lo difícil que se hace intentar mantener la misma recaudación cada día, y encima llegan cuatro machangos borrachos de madrugada y te pegan una paliza. Yeray había decidido no aceptar más el turno de noche. Sólo iba a trabajar por la mañana o por la tarde. Pero no quería correr más riesgos. El viernes se lo comentaría al dueño de la licencia.

Paco, Carmen y Yeray están sufriendo en sus propias carnes las consecuencias de la crisis económica que se avecina. Los tres han tomado decisiones para poder combatir los problemas económicos. Paco, Carmen y Yeray tienen el mismo problema, los tres son de la escuela de Paulino Rivero: Paco cree que Luisito le dará las papas de su finca igual que el gobierno hace planes con el dinero de la RIC que está en los bolsillos de los empresarios y depende de las normas que ponga el Ministerio de Economía, Carmen piensa que el representante de camisas le regalará corbatas igual que el ejecutivo promete a los consumidores de Lanzarote subvencionar el transporte de mercancías sin saber si Bruselas está dispuesta a dar esas subvenciones; Yeray está seguro de que le cambiarán el turno del taxi de la misma forma que el gabinete de Paulino Rivero propone usar las casas de promotores privados para venderlas como parque público de viviendas, pero eso podría ser ilegal. Paco, Carmen y Yeray se van a dar un tortazo cuando comprueben que sus ideas no dependen de ellos. El mismo leñazo nos lo podemos dar los ciudadanos que estamos pendientes de las medidas contra la crisis que hasta ahora ha anunciado el gobierno canario. Ya va siendo hora de tener un gobierno que pase de las ocurrencias a las ideas, del humo a las propuestas realistas, de las reuniones televisadas a los estudios técnicos que avalen las iniciativas que quieran proponer. Porque Paco, Carmen y Yeray sufrirán en sus carnes el precio de sus errores, pero las consecuencias de las equivocaciones de Paulino Rivero y su gobierno las vamos a sufrir todos.

Juan García Luján

Como cada día Carmen abrió la puerta de su tienda a las nueve y media. En la radio del coche Serrat cantaba “Hoy puede ser un gran día”. Carmen pensó en lo duro que estaba siendo este mes de abril. Cada noche cuando hacía la caja comprobaba que las ventas estaban bajando. Ya no vale llenar todos los cristales del escaparate con los carteles de “oferta” o “liquidación”. La gente está asustada. Se ha pasado de la alegría del consumo al miedo a no poder pagar la hipoteca. Mientras colocaba el escaparate Carmen pensó una posible solución para poder vender más y afrontar por lo menos los gastos de cada mes, el colegio de la chiquilla, la hipoteca y la comida, ya que su ex marido seguía sin pasarle el dinero que exigía la sentencia judicial. Carmen le iba a proponer al mayorista que le vendía las camisas que le regalase una corbata por cada diez camisas. Así ella podía vender esa corbata a mitad de precio y recuperar algo las ventas.

Yeray tenía turno de noche esta semana. Mientras sacaba el taxi del garaje se acordaba de la paliza que recibió su compañero de Telde hace un par de semanas. Con lo que cuesta montarse en el coche, dejar que entre en el vehículo gente que no conoces de nada. Con lo difícil que se hace intentar mantener la misma recaudación cada día, y encima llegan cuatro machangos borrachos de madrugada y te pegan una paliza. Yeray había decidido no aceptar más el turno de noche. Sólo iba a trabajar por la mañana o por la tarde. Pero no quería correr más riesgos. El viernes se lo comentaría al dueño de la licencia.