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La oportunidad digital: conectividad, renovables, ecosistema y… pero aún faltan las personas

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En su obra clásica ¿Por qué fracasan los países? Daron Acemoglu mantiene la acertada tesis de responsabilizar a las instituciones de una buena parte del fracaso de los territorios y pueblos que gobiernan. Durante la presentación del libro en España en 2012, él mismo resumía su tesis con la siguiente frase: “Las sociedades fracasan cuando no tienen instituciones que proporcionan incentivos, inversión e innovación y una situación en la que la mayoría de los ciudadanos puede desarrollar su talento”. Transcurridos unos años desde entonces, podemos identificar hoy como una parte de las semillas del fracaso futuro en la incapacidad de las instituciones de adaptar su sociedad a la economía digital, creando las condiciones para atraer a los actores relevantes que sean capaces de colaborar a desarrollar las fortalezas propias para ello. 

La atracción de los actores relevantes de la economía digital es una competición global en progreso en la que actúan de imán las infraestructuras de telecomunicaciones, la energía y el talento. El trabajo institucional de los últimos cuatro años, desde el cambio de ciclo político de 2018, está facilitando la introducción de la Comunidad Autónoma de Canarias entre los territorios con un entorno favorable al desarrollo tecnológico y creando las condiciones para la atracción de sus actores. 

Lo más obvio es quizás la labor desarrollada en el pilar fundacional de la economía digital, las redes e infraestructuras digitales. Según los datos de la Secretaría de Estado de Telecomunicaciones e Infraestructuras Digitales, la cobertura poblacional en Canarias de redes con velocidades de acceso a 30 Mbps ha crecido entre 2018 y 2020 del 77% al 92%, y en las redes con velocidad de acceso de 100 Mbps se ha incrementado del 75% al 85%. Esta extensión de las redes de banda ancha, particularmente en las más zonas remotas y rurales del archipiélago, ha sido en buena parte fruto de ayudas públicas nacionales y autonómicas (el último ejemplo, facilitar la conectividad de La Graciosa), y, en el caso de 30 Mbps, de exigir a los operadores cumplir las obligaciones ligadas a las licencias de telefonía móvil.

El refuerzo de la conectividad global de las islas, imprescindible para atraer el establecimiento de grandes tecnológicas, también avanza. En mi última contribución a este medio, hablaba del consenso registrado en el Parlamento de Canarias, a iniciativa de Sí Podemos, para promover el impulso gubernamental de proyectos que fortalezcan la conectividad submarina del archipiélago. Pues bien, el acto parlamentario sin duda influyó que tan solo unos días más tarde el Gobierno de Canarias publicara una solicitud de información al mercado sobre proyectos para fortalecer la conectividad de El Hierro con Tenerife y entre las islas capitalinas. También es importante que una empresa pública canaria participe en el desarrollo del enlace de las islas con iniciativas globales como el cable África.

Pero no sólo es importante el desarrollo de la conectividad para impulsar la sociedad digital, la transición verde no es llamada sin razón la política pública gemela de la transformación digital. Más redes y dispositivos conectados requieren de energía infinita a precios razonables. La perspectiva de estabilidad energética en fuentes y precio atrae a los actores relevantes de la economía digital. Tras un pasado errático, Canarias da pasos para hacer realidad la predicción que realizó Jeremy Rifkin en 2009, calificando las islas como la Arabia Saudí de las renovables. Otro de los columnistas de este medio recordaba recientemente que, en los últimos tres años, Canarias ha conseguido generar más megavatios con energía verde que en los ocho anteriores. El objetivo de la Ley de Cambio Climático y Transición Energética de descarbonizar la economía canaria en 2040 marca una senda estable de trabajo institucional que favorecerá el desarrollo de la generación de energía basada en fuentes renovables, y con ello la economía digital.

Pero el desarrollo de la sociedad y la economía digital necesita de ecosistemas, conformados por actores de diversos tamaños. Los actores relevantes y de gran tamaño necesitan de talento local que complemente sus fortalezas, un tejido de pequeñas y medianas empresas en que apoyarse. La apuesta por exprimir la potencialidad de la Zona Especial Canaria (ZEC) anunciada hace unos días en el South Summit es por ello importante. Rebajar los requisitos de inversión para el establecimiento en la ZEC a las pequeñas empresas, entre otras a las que desarrollan su actividad en el sector de la tecnología digital, lo que reforzará la capacidad del ecosistema digital canario. Es especialmente de celebrar la introducción, a cambio, del requisito de creación de empleo.

Así llegamos al último, pero más importante, de los factores necesarios para atraer operadores de la economía digital, la disponibilidad de talento digital, de personas capacitadas para los puestos de trabajo que se creen. Es, quizás, el eslabón más débil. Hace unos días, Cáritas señaló como en el informe anual sobre exclusión y desarrollo que realiza FOESSA se identifica que la brecha digital en los hogares de Canarias es algo menor que en el resto de España, un 30,4% frente a un 35,2%. Sin embargo, los datos del INE nos muestran como existen más personas entre la población canaria que carece  o tiene pocas habilidades digitales que en el resto de España, 35,3% frente a 33%. Es decir, en cualquier caso, aún más de un tercio de la población insular está en riesgo de quedarse atrás en el desarrollo de la economía digital, estando aún lejos nuestras instituciones de haber creado ese entorno en el que, retomando las palabras de Acemoglu, la mayoría de la ciudadanía pueda desarrollar su talento.

Aunque algunos tratan de acorralarlas en el rincón de la tecnocracia, las políticas públicas para desarrollo de la economía y sociedad digital también tienen y reflejan ideología. Como en cualquier otro ámbito sectorial, la labor de las instituciones es clave para el éxito de los territorios y los pueblos. Desde el cambio de ciclo político de 2018, Canarias está emergiendo como un territorio con el potencial de atraer a actores digitales relevantes que sean capaces de contribuir a desarrollar las capacidades acumuladas. El impulso final y necesario pasa por desarrollar el talento digital de las personas, que las mismas no sean sólo fuente de riqueza para las plataformas con el uso de sus servicios, sino parte activa de su desarrollo obteniendo rédito y beneficios del crecimiento de sociedad y economía digital.