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Oportunistas y descerebrados

Pedro está en pose torera mientras mira los estragos que dejó la última tormenta en el colegio Europa de Jinámar, entre Telde y la capital grancanaria, los dos municipios donde se ensañó el temporal. Calza botas camperas negras y viste vaqueros azules y jersey rojo que tapa su tradicional camisa blanca, esa que se arremanga siempre que puede, aunque ahora no puede, no procede ir en mangas de camisa en la visita de un colegio que acaba de enfangarse, no estaría bien para la foto.

Los políticos hacen siempre eso. Tienen una cohorte de pelotas que le diseñan la agenda de cada día y les dicen cómo deben posar para la tele. Hoy toca ir a Gran Canaria a comprobar in situ los daños acaecidos por las últimas lluvias. El aguacero cayó la semana pasada pero él viene ésta, cuando luce un sol brillante y primaveral. No importa. Su equipo de campaña le ha recomendado que visite la isla porque le beneficia electoralmente.

Tampoco hace falta que se sacrifique mucho y venga el fin de semana, que puede pasarlo con su familia, con su mujer que aparece a su lado en los mítines como si fuera esa gran bandera española que luce en sus últimas apariciones públicas, como si tuviera el complejo de Soria con la insignia de la Fuente Luminosa o el de Trillo, el que exclamó “manda huevos” cuando fue presidente del Congreso y que ahora es embajador en Londres, aquel ministro de Defensa con Aznar que colocó la bicolor rojigualda algo más grande que la del ministro de Industria en la plaza de Colón de Madrid.

Rajoy, el presidente más torpe e hilarante de la democracia, no ha venido a la isla porque está muy ocupado leyendo el 'Marca'. Sin embargo, desde la distancia ha prometido que su Gobierno aprobará ayudas, aunque sin cuantificar. Le interesa decir eso porque quedan menos de dos meses para las elecciones y necesita sumar votos para su causa. Por eso ha estado inaugurando bobadas hasta el último día que le permite la ley, como por ejemplo una oficina contra la corrupción sin funciones, sin funcionarios y sin funcionamiento.

Los políticos están muy dadivosos últimamente. Su generosidad es directamente proporcional a la cercanía de las elecciones. Saben que sus gestos son vacíos, pero siempre cuentan con encontrar a muchos votantes descerebrados que no sabrían distinguir ya no una pera de una manzana, sino un vaso de otro vaso. Ya se sabe que España es un gran país donde hay muchos españoles, Alicante tiene mucha población y los catalanes son muy buenos porque hacen cosas. Como por ejemplo, iniciar su independencia.

Pedro está en pose torera mientras mira los estragos que dejó la última tormenta en el colegio Europa de Jinámar, entre Telde y la capital grancanaria, los dos municipios donde se ensañó el temporal. Calza botas camperas negras y viste vaqueros azules y jersey rojo que tapa su tradicional camisa blanca, esa que se arremanga siempre que puede, aunque ahora no puede, no procede ir en mangas de camisa en la visita de un colegio que acaba de enfangarse, no estaría bien para la foto.

Los políticos hacen siempre eso. Tienen una cohorte de pelotas que le diseñan la agenda de cada día y les dicen cómo deben posar para la tele. Hoy toca ir a Gran Canaria a comprobar in situ los daños acaecidos por las últimas lluvias. El aguacero cayó la semana pasada pero él viene ésta, cuando luce un sol brillante y primaveral. No importa. Su equipo de campaña le ha recomendado que visite la isla porque le beneficia electoralmente.