Espacio de opinión de Canarias Ahora
La palanca
La discriminación es un fenómeno complejo y multifacético que opera en diferentes niveles y contextos, asumiendo que existen y conviven. No solo desde el punto de vista ético y social, sino también en términos económicos. Estas problemáticas impactan directamente la cohesión social y generan una pérdida considerable de riqueza y productividad. En el ámbito laboral, las desigualdades se manifiestan de diversas formas, desde una menor tasa de actividad entre las mujeres hasta mayores tasas de desempleo y una alta prevalencia de sobrecualificación en los empleos. En términos económicos, esta exclusión se traduce en una pérdida anual significativa en salarios no percibidos, afectando tanto a las personas discriminadas como al conjunto de la economía.
Si incorporamos en la ecuación a la población no residente, el hecho de tener niveles educativos por encima de las exigencias laborales es uno de los indicadores más claros del déficit de integración. Esto se debe a que una proporción significativa de las personas extranjeras con formación superior o secundaria se encuentra trabajando en empleos para los cuales están excesivamente cualificadas. Este fenómeno no solo representa una pérdida individual en términos salariales, sino que también implica un desperdicio de capital humano que limita el desarrollo económico de la región.
Por otro lado, en el ámbito educativo, las desigualdades también son evidentes, comenzando desde el acceso al sistema educativo. La tasa de escolarización entre la población joven extranjera es menor que la de sus homólogos residentes, especialmente en los niveles superiores de educación, donde el abandono escolar temprano es más común entre la población extranjera. Este hecho refuerza las disparidades a largo plazo, teniendo en cuenta que cada persona que no alcanza su máximo potencial educativo representa una pérdida en términos de ingresos futuros y capacidad de contribuir al desarrollo económico.
Además de los efectos directos, las desigualdades generan impactos indirectos significativos. Por ejemplo, la reducción en el consumo, que repercute en la actividad de otros sectores económicos, generando efectos en cadena que disminuyen la actividad económica global. Por esta razón, la dinámica demográfica de Canarias, caracterizada por el incremento de la población inmigrante y el envejecimiento progresivo de la población residente, plantea desafíos específicos a corto plazo, resaltando las desigualdades en el acceso al empleo, la educación y los servicios básicos. Todo esto subraya la necesidad de un enfoque inclusivo y equitativo, no solo porque es éticamente deseable, sino también porque es económicamente rentable. Reducir las desigualdades puede generar un círculo virtuoso de crecimiento económico, aumentando los ingresos disponibles, la demanda interna y la productividad.
En cuanto a las recomendaciones, es crucial implementar medidas que promuevan la igualdad de oportunidades en todos los niveles. En el ámbito laboral, esto incluye programas de formación y reciclaje profesional, incentivos para la contratación inclusiva y políticas que aborden la segmentación del mercado laboral. En el ámbito educativo, es fundamental garantizar un acceso equitativo al sistema educativo, con especial atención a los niveles superiores y a la prevención del abandono escolar. Asimismo, mejorar la calidad de los datos disponibles es esencial para desarrollar políticas más efectivas. Una recopilación sistemática y detallada de información sobre las dinámicas laborales y educativas permitiría identificar mejor las causas de las desigualdades y diseñar intervenciones más precisas. Finalmente, es importante fomentar la colaboración entre los sectores públicos y privados para maximizar el impacto de estas políticas, donde la inversión actúe como la palanca que mueve al mundo. Ahora bien, hacemos nuestra la idea, o esperamos a que Arquímedes lo haga.
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