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Participación Ciudadana

Un mayor control de la clase política, un Parlamento capaz de solucionar conflictos reales, que no esté ensimismado, y un paso de gigante hacia la Democracia participativa deben ser las tres principales líneas de actuación de una auténtica participación ciudadana; todo ello fomentaría en la población el interés por “la cosa pública”

Ya lo dice la Constitución desde el 78: “La soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado; facilitar la participación de todos los ciudadanos en la vida política, económica, cultural y socia”. Lo que ocurre en Canarias es que el presidente de esta Comunidad, haciéndole un pulso a las leyes de la Nación pretende erigirse en el más demócrata del “mundo mundial” -término de Elvira Lindo- siempre apoyado por los populares, esos que se ripian cuando pasa algo parecido en Cataluña o el País Vasco.

Consecuentemente, pretende hacer del “referéndum” la norma de vida y todo por no entender o hacerse el que no entiende la diferencia entre la voluntad de todos los españoles y españolas, representados por aquellos hombres y mujeres elegidos democráticamente y pervertir el sistema electoral llamando al conjunto del electorado a consultas ciudadanas a petición propia. ¡Que no, que ese día no fue a clase!

Claro de vista al corredor parece el presidente más demócrata del reino, ¡dejar que la plebe salga a la plaza y decida! Todo puro teatro, porque ya son números los grupos de ciudadanos y ciudadanas que han querido acercarse a temas espinosos en el Parlamento de Canarias y se han encontrado de bruces con la pared de la Calle del Castillo, no llegaron a la puerta principal; el ejemplo más claro y reciente está reflejado en el catálogo de especies animales y vegetales protegidas en Canarias y la contestación de la ciudadanía y el mundo científico.

Este extraño “proyecto de ley” huele mal por varias razones: por un lado hay que mantener ese pseudo estatus nacionalista barato que les acerque a las actitudes de determinados grupos en algunas comunidades ya reseñadas del país y por otro lado se ve, se intuye, esa cresta alzada de ensoñación que podría ser el cuento de la lechera al estilo canario, “Presidente de la primera república canaria” -de seis islas, ya sabemos que según iluminados la Gran no entra- y de alguna manera, aunque el cántaro se rompa mil veces, hay que mantener el apoyo de “determinados alumbrados chicharreros”. La gravedad se acentúa cuando un señor diputado popular, conocido y refutado letrado isleño, haya dejado claro que esta aspiración debe ser reconducida para que sea constitucional; por cierto ya ha dejado de ser el portavoz de su partido en el Parlamento Canario, aunque sea oficialmente por otro tema.

Es todo tan enmarañado, tan tosco, que si no fuera porque nos afecta a todas y todos de forma directa diríamos que es una guasa; pero no lo es; es una realidad que el partido opositor el gobierno de la nación, que no perdona ni el más mínimo tic nacionalista, aquí, en las islas, mire para otro lado. ¿Podemos imaginar los habitantes de Canarias que pasaría en el Parlamento Vasco si se presentara algo semejante?; lo más barato, dirían que son “cosas de terroristas”

No nos lo merecemos, el Parlamento de Canarias debe trabajar para la ciudadanía buscando auténticas soluciones a los problemas de los canarios y canarias y dar a luz una verdadera “participación ciudadana” que nazca con una auténtica intención democratizadora, el resto son cantos de sirena que sólo llevan a un constante enfrentamiento, que consume energías que deben ser gastadas, de verdad, en beneficio del pueblo soberano

* Secretaria de Formación de los Socialistas de Santa Cruz de Tenerife

Carmen Coello

Un mayor control de la clase política, un Parlamento capaz de solucionar conflictos reales, que no esté ensimismado, y un paso de gigante hacia la Democracia participativa deben ser las tres principales líneas de actuación de una auténtica participación ciudadana; todo ello fomentaría en la población el interés por “la cosa pública”

Ya lo dice la Constitución desde el 78: “La soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado; facilitar la participación de todos los ciudadanos en la vida política, económica, cultural y socia”. Lo que ocurre en Canarias es que el presidente de esta Comunidad, haciéndole un pulso a las leyes de la Nación pretende erigirse en el más demócrata del “mundo mundial” -término de Elvira Lindo- siempre apoyado por los populares, esos que se ripian cuando pasa algo parecido en Cataluña o el País Vasco.