Espacio de opinión de Canarias Ahora
El patrimonio de la humanidad y los del no a todo
En enero de 1954 se creó el parque nacional y ello no impidió que siguieran funcionando explotaciones mineras en su interior. Una cadena humana cerró el paso de los camiones a comienzo de los ochenta y, gracias a esta decisiva acción, las autoridades se decidieron a cerraron las minas. Fueron estas personas, y no las instituciones, quienes lograron cerrar unas explotaciones que ponían en peligro la integridad del parque. Los primeros movimientos ecologistas de la isla, en los años finales de la dictadura, se opusieron a la suelta de muflones en el parque y han abanderado la lucha por su erradicación. Por el contrario, el que fue consejero de medio ambiente en el cabildo. Lorenzo Dorta, llegó a proponer traer nuevos ejemplares para evitar la excesiva endogamia y aumentar su número. Estos animales siguen sin ser erradicados incumpliendo lo contemplado en el PRUG.En los años ochenta, el excesivo número de visitantes que ascendían utilizando el teleférico ocasionó una grave realteración las paredes y el interior del cráter. Esta situación fue denunciada por el representante de los movimientos ecologistas en el Patronato del Parque Nacional del Teide y, afortunadamente se consiguió, al menos, limitar en número de visitantes que podían estar simultáneamente en la Rambleta y ascender por el sendero Telesforo Bravo a la cima. Gracias a los movimientos ecologistas no existe en la Rambleta, a 3.500 metros de altitud, una Ârefugio de 450 m2 que pretendía hacer el gobierno socialista de Felipe González a comienzo de la década de los noventa. Y también gracias a las presiones y denuncias de los ecologistas se pudo cerrar el bar ilegal que existía en la terminal del teleférico.Si se hubiese aceptado la propuesta del arquitecto Fernando Martín Méniz, patrocinada por el entonces presidente del cabildo Adán Martín Méniz y presentada en el Patronato por la consejera Dulce María Xerach, el parque nacional tendría hoy un hotel de cinco estrellas, de diseño vanguardista, pero poco adecuado para aspirar a premios a la conservación de un espacio natural. La oposición de los ecologistas fue determinante para que este proyecto fuera rechazado por el Patronato.Debido a la frontal oposición de los conservacionistas, el Teide no cuenta en su historial con un evento de gran repercusión mediática: la celebración de una etapa del Camel Trophy. Este dislate fue propuesto por el consejero de Medio Ambiente del Cabildo, Wladimiro Rodríguez Brito y, justificaba tan desatinada propuesta con la publicidad que obtendría El Teide. Impacto publicitario es innegable que tendría, pero es la menos adecuada cuando se pretende que te reconozcan como Patrimonio de la Humanidad. También impidieron, con sus denuncias y protestas, la celebración de grandes conciertos en Las Cañadas, como quería el entonces consejero de Turismo Miguel Zerolo. Este tipo de actos fue ardorosamente apoyado por el que ejercía en aquellas fechas el cargo de director de la Gaceta de Canarias, Jorge Bethencourt. Posteriormente, este periodista, pasaría a ser asesor del alcalde Zerolo. Si no existieran los grupos ecologistas el cabildo ya hubiese construido un gran centro en el Portillo de 35.000 metros cuadrados dotados de diversas y variadas instalaciones y de numerosos aparcamientos. Eso si, proponían disimularlos Ârepoblando (¡) el entorno.Se nos decía que nos oponíamos al progreso, que decíamos no a todo, pero ¿si no hubiésemos hecho nuestra labor en pro de la conservación del patrimonio natural del Teide diciendo no a estos y a otros hechos, ¿se habría reconocido al Teide con la distinción de Patrimonio de la Humanidad?
Eustaquio Villalba Moreno
En enero de 1954 se creó el parque nacional y ello no impidió que siguieran funcionando explotaciones mineras en su interior. Una cadena humana cerró el paso de los camiones a comienzo de los ochenta y, gracias a esta decisiva acción, las autoridades se decidieron a cerraron las minas. Fueron estas personas, y no las instituciones, quienes lograron cerrar unas explotaciones que ponían en peligro la integridad del parque. Los primeros movimientos ecologistas de la isla, en los años finales de la dictadura, se opusieron a la suelta de muflones en el parque y han abanderado la lucha por su erradicación. Por el contrario, el que fue consejero de medio ambiente en el cabildo. Lorenzo Dorta, llegó a proponer traer nuevos ejemplares para evitar la excesiva endogamia y aumentar su número. Estos animales siguen sin ser erradicados incumpliendo lo contemplado en el PRUG.En los años ochenta, el excesivo número de visitantes que ascendían utilizando el teleférico ocasionó una grave realteración las paredes y el interior del cráter. Esta situación fue denunciada por el representante de los movimientos ecologistas en el Patronato del Parque Nacional del Teide y, afortunadamente se consiguió, al menos, limitar en número de visitantes que podían estar simultáneamente en la Rambleta y ascender por el sendero Telesforo Bravo a la cima. Gracias a los movimientos ecologistas no existe en la Rambleta, a 3.500 metros de altitud, una Ârefugio de 450 m2 que pretendía hacer el gobierno socialista de Felipe González a comienzo de la década de los noventa. Y también gracias a las presiones y denuncias de los ecologistas se pudo cerrar el bar ilegal que existía en la terminal del teleférico.Si se hubiese aceptado la propuesta del arquitecto Fernando Martín Méniz, patrocinada por el entonces presidente del cabildo Adán Martín Méniz y presentada en el Patronato por la consejera Dulce María Xerach, el parque nacional tendría hoy un hotel de cinco estrellas, de diseño vanguardista, pero poco adecuado para aspirar a premios a la conservación de un espacio natural. La oposición de los ecologistas fue determinante para que este proyecto fuera rechazado por el Patronato.Debido a la frontal oposición de los conservacionistas, el Teide no cuenta en su historial con un evento de gran repercusión mediática: la celebración de una etapa del Camel Trophy. Este dislate fue propuesto por el consejero de Medio Ambiente del Cabildo, Wladimiro Rodríguez Brito y, justificaba tan desatinada propuesta con la publicidad que obtendría El Teide. Impacto publicitario es innegable que tendría, pero es la menos adecuada cuando se pretende que te reconozcan como Patrimonio de la Humanidad. También impidieron, con sus denuncias y protestas, la celebración de grandes conciertos en Las Cañadas, como quería el entonces consejero de Turismo Miguel Zerolo. Este tipo de actos fue ardorosamente apoyado por el que ejercía en aquellas fechas el cargo de director de la Gaceta de Canarias, Jorge Bethencourt. Posteriormente, este periodista, pasaría a ser asesor del alcalde Zerolo. Si no existieran los grupos ecologistas el cabildo ya hubiese construido un gran centro en el Portillo de 35.000 metros cuadrados dotados de diversas y variadas instalaciones y de numerosos aparcamientos. Eso si, proponían disimularlos Ârepoblando (¡) el entorno.Se nos decía que nos oponíamos al progreso, que decíamos no a todo, pero ¿si no hubiésemos hecho nuestra labor en pro de la conservación del patrimonio natural del Teide diciendo no a estos y a otros hechos, ¿se habría reconocido al Teide con la distinción de Patrimonio de la Humanidad?
Eustaquio Villalba Moreno