Perlas de sabiduría

Argumentaba el nobilísimo señor, invitado a uno de esos a todo punto serios y atomatados programas sobre cosas de “famosos” ?y a este ritmo dentro de poco me voy a quedar sin comillas para apostillar el texto-, que la solución a una de las más preocupantes enfermedades de nuestro tiempo como es la anorexia, tenía muy fácil solución: «A estas chicas hay que obligarlas a comer. ¿No se obliga a los presos en huelga de hambre a recibir alimentación forzosa? ¡Pues ya está, es lo mismo!»

Qué sabiduría. Qué clarividencia. Eso se llama tener amplitud de miras. Con cuidado de no perder ese revelador camino de reflexión y haciendo oídos sordos a cualquier otro testimonio, intenté dar un paso más hacia la luz y? ¡qué claridad! Creo que ya lo tengo. La cosa funciona así: ¿Que no queremos más construcciones en nuestras costas? Confiscamos el cemento. ¿Que nos molesta el tráfico? Prohibimos los coches. Una mirada a la actualidad informativa bajo esta nueva luz es aún más reveladora. Y si no lo creen, presten atención: ¿Que la delincuencia no baja? Dotamos a la policía con porras que dan calambre. ¿Que no sabemos cómo justificar un inusitado aumento de nuestro patrimonio? Nos ganamos un par de loterías. ¿Que vamos pasadillos de equipaje por volver de nuestro viaje a China con un exceso de recuerdos? Reclamamos la factura al Ministerio de Fomento.

En fin, que la vida es mucho más sencilla, señores. A ver si aprendemos más de estas perlas de sabiduría, que, incomprensiblemente, quedan casi siempre intactas en sus conchas. Si al final va a tener razón el bueno de Groucho cuando decía que la televisión es muy educativa. Cada vez que alguien la enciende, te entran unas ganas locas de hacer cualquier otra cosa. Incluso filosofar.

Fayna Brito