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El petroleo africano de Canarias

La causa del agudo declive del petróleo africano se encontraría en la importancia que tiene el crudo que proviene de aguas ultra profundas, especialmente en el Golfo de Guinea y zonas limítrofes. El comportamiento de este tipo de yacimientos es, debido a su conformación geológica, de importantes tasas de declive una vez se alcanza su cenit de producción. De hecho, un reciente informe gubernamental ha advertido de un declive petrolero en Nigeria ? hoy el 12º productor del Mundo ? del 30% para el año 2015, y el Banco Mundial ha hablado de que Angola podría afrontar el declive de su floreciente producción a partir del año 2011, coincidiendo con las predicciones de ASPO. En ambos casos se alegan dificultades técnicas más que geológicas, pero los ejemplos del altísimo declive del petróleo en los yacimientos de las aguas profundas de México, Noruega o Gran Bretaña deberían servir de modelo para evitar generar expectativas desmedidas de crecimiento de reservas. La mayor parte del petróleo de la costa oeste de África (zona conocida como West Africa, que albergaría el 7% de las reservas mundiales de crudo, frente al 66% del que detenta Oriente Medio) tendría como una de sus principales características la presencia importante de las aguas profundas, como lo demuestran los modestos hallazgos de países como Ghana o Mauritania, aunque el grueso de la extracción ? más del 90% - parece que provendrá, hasta su declive final, de Nigeria.

Y es que se suele considerar, erróneamente, que encontrar petróleo equivale a encontrar un maná cuasi infinito. Nada más lejos de la realidad: el Mundo está llenos de lugares donde se sabe que existe el petróleo o el gas, pero su pequeño volumen, profundidad extrema u otras circunstancias hacen inviable su extracción. También se suele argüir que con un precio de petróleo caro será rentable extraer crudo de cualquier lugar, confundiendo u olvidando algo básico: la facilidad o dificultad de obtener crudo deriva fundamentalmente de la diferencia entre la energía empleada para extraerlo y la energía que ofrece su combustión: lo que el experto Charles Hall llama la Tasa de retorno energético (TRE, o EROI, en sus siglas en inglés), que tiende a ser, con el tiempo, cada vez menor. Como se dice, si extraer un barril de petróleo cuesta otro barril de petróleo, en términos energéticos, el primer barril siempre quedará en el subsuelo.

Canarias, por su parte, sin extraer petróleo de su litoral, es el gran consumidor del continente. Nuestro territorio quema prácticamente 100.000 barriles de petróleo al día, por 150.000 aproximadamente que el conjunto de los 14 países de esa zona del Oeste de África que abarca desde Senegal hasta Benín, exceptuando a Nigeria. La diferencia es que ellos son unos 120 millones de habitantes y nosotros 2. De hecho, como es sabido, si incluimos a Camerún y Angola, técnicamente fuera del llamado “West Africa”, la mayor parte del petróleo que consume las islas proviene del Oeste africano. Quizás no exista en muchas millas alrededor un ejemplo más claro de flujo de recursos naturales de países pobres a una zona rica del Planeta.

Que haya o no petróleo en Canarias es prácticamente irrelevante para afrontar la segunda era del petróleo cada vez más caro, porque su extracción no alteraría la suerte echada del declive del petróleo convencional que tendrá que afrontar Canarias: un petróleo cada vez más caro y escaso. Lo que quizás sea más relevante a esos efectos es que, desde que REPSOL-YPF propusiera en el año 2001 hacer prospecciones en el litoral de Lanzarote y Fuerteventura, en el periodo 2002-2006 esas islas incrementaran el consumo de productos petrolíferos para consumo interior, según datos del Gobierno de Canarias, en un 24% y más de un 60%, respectivamente, casi todo él proveniente de extracción en países con un consumo per capita al menos entre 10 y 20 veces inferior al nuestro. Este dato aclara, sin lugar a dudas, que la adicción fosilista de las islas será más un más que preocupante aspecto de la era del declive del petróleo convencional y, después, del conjunto de los petróleos.

Juan Jesús Bermúdez

La causa del agudo declive del petróleo africano se encontraría en la importancia que tiene el crudo que proviene de aguas ultra profundas, especialmente en el Golfo de Guinea y zonas limítrofes. El comportamiento de este tipo de yacimientos es, debido a su conformación geológica, de importantes tasas de declive una vez se alcanza su cenit de producción. De hecho, un reciente informe gubernamental ha advertido de un declive petrolero en Nigeria ? hoy el 12º productor del Mundo ? del 30% para el año 2015, y el Banco Mundial ha hablado de que Angola podría afrontar el declive de su floreciente producción a partir del año 2011, coincidiendo con las predicciones de ASPO. En ambos casos se alegan dificultades técnicas más que geológicas, pero los ejemplos del altísimo declive del petróleo en los yacimientos de las aguas profundas de México, Noruega o Gran Bretaña deberían servir de modelo para evitar generar expectativas desmedidas de crecimiento de reservas. La mayor parte del petróleo de la costa oeste de África (zona conocida como West Africa, que albergaría el 7% de las reservas mundiales de crudo, frente al 66% del que detenta Oriente Medio) tendría como una de sus principales características la presencia importante de las aguas profundas, como lo demuestran los modestos hallazgos de países como Ghana o Mauritania, aunque el grueso de la extracción ? más del 90% - parece que provendrá, hasta su declive final, de Nigeria.

Y es que se suele considerar, erróneamente, que encontrar petróleo equivale a encontrar un maná cuasi infinito. Nada más lejos de la realidad: el Mundo está llenos de lugares donde se sabe que existe el petróleo o el gas, pero su pequeño volumen, profundidad extrema u otras circunstancias hacen inviable su extracción. También se suele argüir que con un precio de petróleo caro será rentable extraer crudo de cualquier lugar, confundiendo u olvidando algo básico: la facilidad o dificultad de obtener crudo deriva fundamentalmente de la diferencia entre la energía empleada para extraerlo y la energía que ofrece su combustión: lo que el experto Charles Hall llama la Tasa de retorno energético (TRE, o EROI, en sus siglas en inglés), que tiende a ser, con el tiempo, cada vez menor. Como se dice, si extraer un barril de petróleo cuesta otro barril de petróleo, en términos energéticos, el primer barril siempre quedará en el subsuelo.