Espacio de opinión de Canarias Ahora
Un petróleo muy barato por Juan José Bermúdez
El precio del petróleo se multiplicó por cinco, en valor nominal, en el periodo desde el año 2002 al 2007, algo insólito en la anterior historia del precio de este combustible, exceptuando las situaciones de crisis energéticas anteriores. Pero, como dice Mat Simmons, banquero experto en recursos energéticos, el producto esencial de nuestra civilización es de los más baratos de los líquidos que hoy podemos encontrar en el mercado: cien mililitros de gasolina siguen siendo hoy, si lo comparamos con otros líquidos como bebidas refrescantes, tonificantes, vino, etc. un producto comparativamente muy barato, respecto a su valor, teniendo en cuenta que es aquél el que realmente permite que funcione el conjunto de la sociedad industrial y, sobre todo, la globalización y la ingente red de transportes que ha facilitado el comercio mundial, amén de la práctica totalidad de actividades socioeconómicas en las que se basa nuestro empleo y modo de vida, todo ello con los volúmenes de extracción del recurso más altos de la Historia.
Debemos tener en cuenta que el petróleo, junto a los restantes combustibles fósiles, es un “regalo” finito de tiempos geológicos pretéritos, depositado en el subsuelo fruto de un proceso de valorización imposible en escala humana, y que ha supuesto un aldabonazo increible que permitió el surgimiento de la sociedad industrial. Colin Campbell estimó que, calculando la capacidad de trabajo que despliega el petróleo (no es otra la definición de energía), y comparándola con trabajo humano físico, el Mundo disfruta hoy de una cifra de 22.000 millones del equivalente a esclavos trabajando veinticuatro horas al día, siete días a la semana, para movilizar y transformar materiales a nuestro antojo, una cifra que Jorge Riechmann coloca en los 130.000 millones, si incluimos todos los recursos energéticos (gas, carbón, nuclear, hidroeléctrica y biomasa, fundamentalmente). El ilustre economista José Manuel Naredo ha calculado que, al menos, cada español utiliza unos 40 esclavos diarios, lo que hace del precio que pagamos por cada siervo que nos permite obtener la fuerza de trabajo de la que hoy disponemos, algo bastante más económico que lo que abonamos por la mayoría de los bienes de consumo a los que accedemos. Y accedemos a ellos precisamente porque tenemos energía abundante y hasta ahora barata para procesarlos y adquirirlos.
El petróleo ha emprendido una senda de encarecimiento indefinido y probablemente exponencial, con altibajos propios de los tiempos convulsos. Ese proceso cambiará nuestro modo de vida profundamente, y debemos ser conscientes de la dimensión de esta nueva fase de energía cada vez más cara, y afrontarla lo antes posible. Será inevitable que se vaya reflejando progresivamente en el precio de casi todo la escasez y el posterior declive geológico, que ya pocos dejan de reconocer (Exxon Mobil, como nos recuerda el Bussines Week, es incapaz ya de ofrecer perspectivas de crecimiento en la extracción), lo que hará que tengamos que dedicar más y más esfuerzos económicos a obtener un líquido que hoy el Planeta consume a razón de 150.000 litros por segundo. Y es que los esclavos energéticos que nos habían convertido en virtuales emperadores del consumo incesante de los recursos del Mundo, como afirma Pedro Prieto, se están haciendo cada vez más viejos y escasos.
Juan José Bermúdez
El precio del petróleo se multiplicó por cinco, en valor nominal, en el periodo desde el año 2002 al 2007, algo insólito en la anterior historia del precio de este combustible, exceptuando las situaciones de crisis energéticas anteriores. Pero, como dice Mat Simmons, banquero experto en recursos energéticos, el producto esencial de nuestra civilización es de los más baratos de los líquidos que hoy podemos encontrar en el mercado: cien mililitros de gasolina siguen siendo hoy, si lo comparamos con otros líquidos como bebidas refrescantes, tonificantes, vino, etc. un producto comparativamente muy barato, respecto a su valor, teniendo en cuenta que es aquél el que realmente permite que funcione el conjunto de la sociedad industrial y, sobre todo, la globalización y la ingente red de transportes que ha facilitado el comercio mundial, amén de la práctica totalidad de actividades socioeconómicas en las que se basa nuestro empleo y modo de vida, todo ello con los volúmenes de extracción del recurso más altos de la Historia.
Debemos tener en cuenta que el petróleo, junto a los restantes combustibles fósiles, es un “regalo” finito de tiempos geológicos pretéritos, depositado en el subsuelo fruto de un proceso de valorización imposible en escala humana, y que ha supuesto un aldabonazo increible que permitió el surgimiento de la sociedad industrial. Colin Campbell estimó que, calculando la capacidad de trabajo que despliega el petróleo (no es otra la definición de energía), y comparándola con trabajo humano físico, el Mundo disfruta hoy de una cifra de 22.000 millones del equivalente a esclavos trabajando veinticuatro horas al día, siete días a la semana, para movilizar y transformar materiales a nuestro antojo, una cifra que Jorge Riechmann coloca en los 130.000 millones, si incluimos todos los recursos energéticos (gas, carbón, nuclear, hidroeléctrica y biomasa, fundamentalmente). El ilustre economista José Manuel Naredo ha calculado que, al menos, cada español utiliza unos 40 esclavos diarios, lo que hace del precio que pagamos por cada siervo que nos permite obtener la fuerza de trabajo de la que hoy disponemos, algo bastante más económico que lo que abonamos por la mayoría de los bienes de consumo a los que accedemos. Y accedemos a ellos precisamente porque tenemos energía abundante y hasta ahora barata para procesarlos y adquirirlos.