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OPINIÓN | 'Pesimismo y capitalismo', por Enric González

De las pompas de jabón a las fúnebres

Me enteré de la noticia a cuatro mil kilómetros de las islas. Comprobé que el ombliguismo informativo es una enfermedad internacional del periodismo, durante una semana la televisión sueca se limitaba a destacar la situación de la pasajera nórdica que sobrevivió y las tareas de reconocimiento de la otra sueca que murió.

Llegué a la isla a tiempo de acudir al último adios a Magui Estévez y su hijo Javier, abracé a Juan Carlos Estévez sin saber qué decirle. Curiosa estampa, dos compañeros de tantos gritos por la paz y la ecología, ahora callados, envueltos en el manto silencioso que suele traer la muerte. Sí pude hablar con otro tío de Magui que me contó que los duelos son más duros cuando estás en Madrid en un hotel en medio de tanto llanto y no puedes coger un poco de aire en la calle porque no tienes fuerza para mandar al carajo a decenas de colegas míos que quieren retratar la última lágrima o preguntarte por tus muertos con el micrófono en la mano y sin pedir permiso. “Yo intento comprenderlos a ustedes, los periodistas, pero y nosotros?”, me dijo. Le dije que los familiares tienen derecho a poner límites, para que las noticias no sean una mercancía más. Pero está visto que con la muerte no sólo hacen negocio las funerarias y los tanatorios.

Otra prueba de este negocio de la muerte es el artículo que José Manuel Soria escribió ayer en La Provincia. El líder del PP confirmó que él y la consejera de Sanidad Mercedes Roldós fueron los únicos políticos que tuvieron la caradura de montarse en el primer avión que voló a Madrid que Spanair había puesto para uso de los familiares. También confirmó que otra butaca fue ocupada por el jefe de prensa del PP (que cobra su sueldo de la Vicepresidencia del ejecutivo), y no desmintió que el responsable de propaganda de su partido entró en el avión en calidad de “guardaespaldas”. También confirmó Soria su capacidad de aprovechar los viajes solidarios a Madrid, en menos de 24 horas en la capital española le dio tiempo de reunirse con Mariano Rajoy en la sede del PP, una reunión que según demostró el propio Rajoy en rueda de prensa, sirvió para decidir que la catástrofe de Barajas era un buen argumento para comenzar la nueva temporada contra Rodríguez Zapatero. Pues eso, aunque la isla esté más triste que nunca veo que algunas cosas no cambian. El mismo gobernante que en el pasado usó la propaganda en forma de pompas de jabón para vender como algo limpio su gestión en el ayuntamiento y el cabildo, ahora es capaz de pasar de las pompas de jabón a las pompas fúnebres para vender la imagen de un gobernante cercano. Tan cercano que fue capaz de meterse con su jefe de propaganda en un avión destinado a las familias de las víctimas de las tragedia.

Juan García Luján

Me enteré de la noticia a cuatro mil kilómetros de las islas. Comprobé que el ombliguismo informativo es una enfermedad internacional del periodismo, durante una semana la televisión sueca se limitaba a destacar la situación de la pasajera nórdica que sobrevivió y las tareas de reconocimiento de la otra sueca que murió.

Llegué a la isla a tiempo de acudir al último adios a Magui Estévez y su hijo Javier, abracé a Juan Carlos Estévez sin saber qué decirle. Curiosa estampa, dos compañeros de tantos gritos por la paz y la ecología, ahora callados, envueltos en el manto silencioso que suele traer la muerte. Sí pude hablar con otro tío de Magui que me contó que los duelos son más duros cuando estás en Madrid en un hotel en medio de tanto llanto y no puedes coger un poco de aire en la calle porque no tienes fuerza para mandar al carajo a decenas de colegas míos que quieren retratar la última lágrima o preguntarte por tus muertos con el micrófono en la mano y sin pedir permiso. “Yo intento comprenderlos a ustedes, los periodistas, pero y nosotros?”, me dijo. Le dije que los familiares tienen derecho a poner límites, para que las noticias no sean una mercancía más. Pero está visto que con la muerte no sólo hacen negocio las funerarias y los tanatorios.