Espacio de opinión de Canarias Ahora
El PP es una ONG
El PP madrileño cree que los enemigos están acechándole, pero los tiene en su propia casa. Los denunciantes de los casos de corrupción en Madrid, de esos padrinos de película de la boda de la hija de Aznar y amigos de Agag, son miembros del partido indignados por el comportamiento supuestamente delictivo de los alcapones de gomina cara.
Hay un cierto paralelismo entre la corrupción de Madrid y la de Canarias. No sólo por los protagonistas bigotudos y engominados, sino por ese afán que tienen los populares de echar siempre la culpa al oponente mientras guarda su porquería debajo de la alfombra.
Da grima y produce arcadas la imagen de esos engominados que complementan los gemelos de sus caras camisas con las pulseritas étnicas que comparten en sus muñecas con el rolex de oro, al más puro estilo de Aznar.
La táctica del PP es la misma en Madrid y en Canarias. Tras las primeras denuncias por corrupción, sus dirigentes la niegan y echan la culpa a los demás sin recular. Como decía Sartre, el infierno son los otros.
Ellos, por supuesto, no tienen la culpa. La culpa de la corrupción del PP la tienen los medios críticos que les da por publicar las tropelías, Darias o De Vega por instigarlas, Garzón o Luis del Río por investigarlas, Rubacaba y López Aguilar por ser unos pérfidos y envidiosos socialistas.
La chulería de Esperanza Aguirre es parangonable a la de Australia Navarro, el engreimiento de Rajoy se parece al de Soria, la altanería engominada de Granados es como la de Jorge Rodríguez, el vicepresidente madrileño Ignacio González se sirve de la política para hacer negocios como Manuel Fernández, el tancredismo pijo de Luzardo se semeja al de Cospedal y el cretinismo de Larry Álvarez es similar al de Camps, aunque el pincel estilizado de éste no se parece nada a la rechonchez del ángel caído. En esto siempre ha habido clases dentro del PP. No todo el mundo se puede pagar un buen sastre con nombre de torero.
El PP madrileño cree que los enemigos están acechándole, pero los tiene en su propia casa. Los denunciantes de los casos de corrupción en Madrid, de esos padrinos de película de la boda de la hija de Aznar y amigos de Agag, son miembros del partido indignados por el comportamiento supuestamente delictivo de los alcapones de gomina cara.
Hay un cierto paralelismo entre la corrupción de Madrid y la de Canarias. No sólo por los protagonistas bigotudos y engominados, sino por ese afán que tienen los populares de echar siempre la culpa al oponente mientras guarda su porquería debajo de la alfombra.