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Práctica de la ceguera (al Dr. Marcos Gómez)

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No hay paliativos que valgan para esta ceguera, estimado Dr. Gómez. No hay paliativos.

Las sociedades, como esta de ahora y de aquí, que prescinden de sus sabios, de sus investigadores, de sus pioneros; las sociedades como esta, que condenan a sus jóvenes (a su futuro) al paro y al hastío, no se merecen esta juventud dinámica y creativa, ni a los grandes hombres que han basado su existencia y su ejercicio profesional en la entrega a los demás, en la calidad de vida, en el bienestar y en el bienmorir (también) de los ciudadanos. No se merecen la rica experiencia que atesoran profesionales como usted y que podría estar alimentando a las nuevas generaciones en las aulas y en los hospitales. No se la merecen, porque sus preclaros dirigentes han optado por la ceguera como práctica definitoria de sus leyes, reformas, contrarreformas y eres.

Como bien ha expresado, es “humillante y vergonzante” lo que le han hecho y lo que están haciendo a numerosos profesionales de su talla, que ven relegados los esfuerzos de toda una vida por la comunidad y cortada sin escrúpulos una carrera brillante -recuerdo una conversación reciente en la que usted traslucía la esperanza de que no se materializara este atropello-. Pero es que usted no contaba con que los que hacen hoy las leyes, las reformas, las contrarreformas y los eres, están construyendo su propio 'Ensayo sobre la ceguera', un país cegado y ciego para el que no hay paliativos.

Le transmito mi solidaridad y la de numerosos amigos y compañeros periodistas con los que hemos comentado sus declaraciones en los medios de comunicación denunciando su jubilación forzosa e indignante, por el fondo y las formas. Estamos con usted, compartimos su indignación. Porque es indignante que a los toletes y cegatos que nos gobiernan ya no les sirvan unos profesionales que están en la cima de su crecimiento, en la tribuna de la madurez. Porque con esas leyes, reformas, contrarreformas y eres lo único que están haciendo es estrangular el futuro de Canarias y de España, el futuro de nuestro pueblo.

No hay paliativos que valgan para esta ceguera, estimado Dr. Gómez. No hay paliativos.

Las sociedades, como esta de ahora y de aquí, que prescinden de sus sabios, de sus investigadores, de sus pioneros; las sociedades como esta, que condenan a sus jóvenes (a su futuro) al paro y al hastío, no se merecen esta juventud dinámica y creativa, ni a los grandes hombres que han basado su existencia y su ejercicio profesional en la entrega a los demás, en la calidad de vida, en el bienestar y en el bienmorir (también) de los ciudadanos. No se merecen la rica experiencia que atesoran profesionales como usted y que podría estar alimentando a las nuevas generaciones en las aulas y en los hospitales. No se la merecen, porque sus preclaros dirigentes han optado por la ceguera como práctica definitoria de sus leyes, reformas, contrarreformas y eres.