Espacio de opinión de Canarias Ahora
El presidente Uribe en Europa
Reactivar a estas alturas la mediación de España, Francia y Suiza en el conflicto armado colombiano, cuando antes Uribe no hizo antes el menor caso a sus gestiones, representó otra maniobra de distracción de dudoso éxito porque, al fin y al cabo, el camino abierto con la liberación de Clara Rojas y Consuelo González parece imparable. Uribe, sin embargo, insistió en bloquear el proceso. Apenas aterrizó en París, el mandatario colombiano advirtió que su intención consiste en “aplastar a los terroristas”. Aceptará la negociación directa si las FARC dejan las armas. Y si la guerrilla acepta rendirse, ¿qué va a negociar? Si las FARC entregan a los secuestrados sin contrapartidas, ¿qué sentido tiene el canje humanitario aceptado de palabra por Bogotá?
Javier Solana dio su apoyo a las pretensiones de Uribe en nombre de la UE, lo que, además de rebajar el alicaído prestigio de la política exterior de la Unión en Latinoamérica, impedirá la mediación europea en el conflicto. Las FARC la rechazarán, seguramente, al mantenerse su caracterización como terroristas, que era la pretensión de Uribe. Pírrica victoria, suya y de Washington. Los secuestrados volvieron a solicitar anteayer a Hugo Chávez su intervención, no la de Javier Solana. El presidente Nicolas Sarkozy pidió a Uribe no excluir ninguna cooperación para lograr la liberación de los rehenes (¿otra vez Chávez?) al tiempo que Clara Rojas solicitó en Madrid tanto al Gobierno colombiano como a las FARC que “flexibilicen” sus posturas.
Hay otros dos aspectos por valorar. ¿Por qué considerar “beligerante” a la guerrilla? Séller, portavoz de la Cruz Roja, indicó lo siguiente tras explicar que existen entre dos y tres millones de desplazados y miles de desaparecidos por culpa del conflicto. “Acá el Estado se está enfrentando con grupos armados organizados que tienen cierto control de un territorio, que están generando consecuencias humanitarias, que ejercen operaciones militares sostenidas y concertadas, y que tienen un cierto mando, cierta organización militar. Por eso, para la Cruz Roja existe un conflicto armado interno y debe aplicarse el protocolo II de Ginebra en estas situaciones”.
El otro aspecto a considerar hace referencia a la propia trayectoria de Uribe. Los santos varones para negociar la paz imprescindible brillan por su ausencia. Aquí se habla con frecuencia de la narcoguerrilla, los paramilitares que negocian con la cocaína, líderes políticos o algún sector del ejército que hacen idéntica cosa, pero suele olvidarse que igual también estamos en presencia de un narcopresidente. O eso denunció el Pentágono. Recientemente quedaron desclasificados informes de su espionaje referidos a septiembre de 1991. Aparece una lista de personas ligadas al cartel de la droga de Medellín, empezando por su jefe Pablo Escobar Gaviria y el panameño Manuel Antonio Noriega. Entre otros, surge “Álvaro Uribe, político y senador dedicado a la colaboración con el cartel de Medellín en los altos niveles del gobierno (?). Uribe ha trabajado para el cartel de Medellín y ha sido un amigo íntimo de Pablo Escobar”. Excelente.
Rafael Morales
Reactivar a estas alturas la mediación de España, Francia y Suiza en el conflicto armado colombiano, cuando antes Uribe no hizo antes el menor caso a sus gestiones, representó otra maniobra de distracción de dudoso éxito porque, al fin y al cabo, el camino abierto con la liberación de Clara Rojas y Consuelo González parece imparable. Uribe, sin embargo, insistió en bloquear el proceso. Apenas aterrizó en París, el mandatario colombiano advirtió que su intención consiste en “aplastar a los terroristas”. Aceptará la negociación directa si las FARC dejan las armas. Y si la guerrilla acepta rendirse, ¿qué va a negociar? Si las FARC entregan a los secuestrados sin contrapartidas, ¿qué sentido tiene el canje humanitario aceptado de palabra por Bogotá?
Javier Solana dio su apoyo a las pretensiones de Uribe en nombre de la UE, lo que, además de rebajar el alicaído prestigio de la política exterior de la Unión en Latinoamérica, impedirá la mediación europea en el conflicto. Las FARC la rechazarán, seguramente, al mantenerse su caracterización como terroristas, que era la pretensión de Uribe. Pírrica victoria, suya y de Washington. Los secuestrados volvieron a solicitar anteayer a Hugo Chávez su intervención, no la de Javier Solana. El presidente Nicolas Sarkozy pidió a Uribe no excluir ninguna cooperación para lograr la liberación de los rehenes (¿otra vez Chávez?) al tiempo que Clara Rojas solicitó en Madrid tanto al Gobierno colombiano como a las FARC que “flexibilicen” sus posturas.