Primero mayo luego nosotros

Sin embargo, la euforia post-primerodemayo no sirve para nada, para dar pasos atrás, y por ende que se corra el horizonte. Todo pasa y todo queda, pero lo nuestro es pasar, pasar haciendo caminos. Hay que seguir creando otras prácticas sociales cuyas lógicas estén cargadas de crítica contra el poder constituido. Lo previsible entra dentro de los cálculos. No digo que se salga todas las semanas de forma multitudinaria, o sí; pero si que sería importante crear prolongaciones de carácter autónomo a los aparatos institucionales. Los movimientos sociales son más que necesarios.

Caminante, no hay camino, se hace camino al andar. Si el poder no se detiene, ¿por qué han de parar nuestros pasos? Cinco mil voces aunque sea a ojo de buen cubero es una cifra para estar satisfechos. No obstante, hay otros acontecimientos mediáticos que siguen llevándose la palma, y eso que este era gratis. En el último partido de nuestra (más nada que en lo emocional) Unión Deportiva, el estadio presentó una imagen desoladora, “solo” fueron 7.340 aficionados. Esta cifra tan preocupante para los dirigentes, se debe a la mediocre temporada de los amarillos, sino, el doble está garantizado cada quince días. Dos cifras similares pero dos imágenes distintas.

La experiencia y la historia están ahí para demostrarnos las propias verdades, no en vano, en otras ocasiones cuando teníamos las respuestas, de pronto, nos cambiaron las preguntas. Cierto es que el Primero de mayo es un día para festejar, un día simbólico para salir a la calle y recordarnos la lucha social. No obstante, si es eso, solo un día, pierde todo su sentido, queda como un día más, relegado al folclore, convertido en el eco de las portadas de los periódicos del día siguiente, y en cortos fragmentos de los telediarios. Es decir, un simulacro hiperreal para alimentar aún más la cultura del espectáculo.

La era del individualismo y la huída hacia el yo como caminos unidireccionales tiene que dar paso a la era de la participación como caminos multitudinarios y ricos en diversidades, si de verdad lo que queremos es un futuro sin desigualdades. Es hora, por tanto, de desterrar el polvo del olvido que cubre la ciudad, para jamás renunciar a nuestros sueños. El tiempo responderá si este Primero de mayo fue el primero o el último día de lucha para multitud de ciudadanos atrapados en la crisis. Al andar se hace camino. Sigamos dando pasos de utopía. Primero mayo luego nosotros.

(*) Licenciado en Sociología. Bitácora: http://socioanalisis.wordpress.com/

David Veloso Larraz (*)