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Privatización o rescate
Según ella, constataron que había opacidad financiera y una pérdida de control técnico y de la gobernabilidad del sistema. Por eso el servicio de aguas en París volvió a la gestión pública después de veinticinco años de gestión privada. La filosofía del alcalde era muy clara y contundente, “dado que el agua es un bien público, tenía que ser gestionada de forma pública”. Existían, por tanto, razones políticas y razones de gestión para llevar a cabo esta decisión.
Transfirieron todo el personal que trabajaba para los operadores privados, por lo que no se perdió el saber hacer. Con una visión a largo plazo, se firmó un contrato con los ciudadanos que establece los objetivos e indicadores de prestaciones, permitiendo a los vecinos y obligando al Ayuntamiento a un control y evaluación permanente.
La fórmula lleva implantada tan sólo un año y poco más, desde enero de 2010, y ya se han conseguido ventajas económicas, un beneficio anual de 35 millones. Puesto que no existe reparto, todos esos euros se reinvierten en el sistema destinándolos a política social y al usuario, siendo así que se ha conseguido reducir las tarifas en un 8%.
Siempre he pensado que cuando una empresa privada se hace cargo de un servicio público es porque le resulta rentable. Si no, con toda seguridad, no lo aceptaría, ya que con su lógica financiera lo que busca el capital privado es aumentar los beneficios económicos. ¿Por qué entonces la gestión pública, teniendo la misma estructura, la gobernabilidad y los sistemas para ser igual de eficiente, no lo es? Mucho se debe reflexionar y debatir este tema.
Ante la oleada de privatizaciones que se suceden y que se vislumbran para más adelante en nuestro país y en Canarias concretamente, en la agenda de los políticos honestos y responsables, que imagino que los hay -me resisto a creer que todos son iguales, a pesar de las evidencias- debería aparecer, como cuestión ineludible, la no privatización y el rescate de los servicios públicos, porque frente a la de los operadores privados, la lógica política tiene el deber de buscar un servicio sostenible, perdurable y con equilibrio financiero. Los políticos asumen la obligación irrevocable de conseguir que la gestión pública sea posible, eficaz y mejor.
Coca de Armas Fariña
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