Espacio de opinión de Canarias Ahora
Problemas persistentes
Es curioso que a nadie le asombre saber que la economía y la sociedad de Canarias llevan un cuarto de siglo enfrentándose a desafíos que afectan a su capacidad para converger con los niveles de renta de otras regiones europeas. Entre estos desafíos se encuentran el elevado desempleo y el bajo crecimiento de la productividad. Desde la década de 1990, la brecha de renta per cápita entre Canarias y la UE ha aumentado, en gran parte debido a la menor productividad. En 1990, el PIB per cápita de Canarias era el 92% del de la UE, mientras que en 2023 había caído al 75% sabiendo que, si la productividad por trabajador en Canarias fuera igual a la media de la UE, la renta per cápita sería solo un 4% inferior a la media de la UE. Es cierto que, debido a nuestra especialización productiva, el mercado de trabajo ha mostrado un buen comportamiento con relación a los vaivenes económicos sufridos. Sin embargo, la tasa de paro sigue siendo alta con bajo nivel de renta, duplicando la media de la UE, lo que sugiere la existencia de un paro estructural. Es decir, un desempleo que persiste independientemente de la situación económica general debido a disfuncionalidades propias en el mercado de trabajo.
En este sentido, la persistencia del desempleo elevado se debe en parte a factores estructurales como la falta de una bien entendida flexibilidad, tanto desde la perspectiva de la oferta como de la demanda de empleo. Más allá de detectar ejercicio tras ejercicio la inadecuación entre las habilidades de los trabajadores y los requisitos demandados, esta se retroalimenta con una escasez objetiva de perfiles profesionales en ciertos segmentos, lo que indica una posible falta de movilidad y adaptación laboral. Hay que tener en cuenta que, cuando una alta tasa de desempleo coexiste con una escasez de trabajadores en ciertos sectores, esto indica una falta de flexibilidad y adaptación en el mercado laboral, lo que ralentiza la reasignación sectorial y ocupacional del empleo. En todo este esquema, la demografía también incide. De hecho, el envejecimiento de la población es otro factor que afecta el mercado laboral. Canarias tiene actualmente una ventaja demográfica, con una mayor proporción de población en edad de trabajar comparada con la de la UE. Sin embargo, esta ventaja está disminuyendo rápidamente debido al envejecimiento acelerado de la población, teniendo implicaciones tanto para el volumen de empleo como para la productividad, ya que las tasas de empleo y productividad suelen ser menores en sociedades envejecidas.
Pero no todo el panorama es oscuro. En estos momentos, los cambios tecnológicos también tienen un impacto significativo. La revolución tecnológica, impulsada por la robótica y la inteligencia artificial, está transformando las relaciones laborales. Sin embargo, la falta de capital tecnológico y la inversión en innovación es notable en un esquema donde el tejido productivo del Archipiélago se enfrenta a barreras regulatorias e institucionales que dificultan su crecimiento y la reasignación eficiente de recursos productivos entre sectores y empresas. No obstante, si bien estas tecnologías pueden aumentar la productividad, también pueden provocar una reasignación de empleos y una demanda de nuevas habilidades, centrando la preocupación en que la destrucción pueda superar la creación de nuevos puestos de trabajo. Por esa razón, las políticas de empleo deben jugar un papel crucial mejorando tanto las políticas pasivas, que protegen la falta de inserción social, como las políticas activas, que fomentan la empleabilidad, donde la negociación colectiva debe ser el pilar básico del entendimiento.
Es curioso que a nadie le asombre saber que la economía y la sociedad de Canarias llevan un cuarto de siglo enfrentándose a desafíos que afectan a su capacidad para converger con los niveles de renta de otras regiones europeas. Entre estos desafíos se encuentran el elevado desempleo y el bajo crecimiento de la productividad. Desde la década de 1990, la brecha de renta per cápita entre Canarias y la UE ha aumentado, en gran parte debido a la menor productividad. En 1990, el PIB per cápita de Canarias era el 92% del de la UE, mientras que en 2023 había caído al 75% sabiendo que, si la productividad por trabajador en Canarias fuera igual a la media de la UE, la renta per cápita sería solo un 4% inferior a la media de la UE. Es cierto que, debido a nuestra especialización productiva, el mercado de trabajo ha mostrado un buen comportamiento con relación a los vaivenes económicos sufridos. Sin embargo, la tasa de paro sigue siendo alta con bajo nivel de renta, duplicando la media de la UE, lo que sugiere la existencia de un paro estructural. Es decir, un desempleo que persiste independientemente de la situación económica general debido a disfuncionalidades propias en el mercado de trabajo.
En este sentido, la persistencia del desempleo elevado se debe en parte a factores estructurales como la falta de una bien entendida flexibilidad, tanto desde la perspectiva de la oferta como de la demanda de empleo. Más allá de detectar ejercicio tras ejercicio la inadecuación entre las habilidades de los trabajadores y los requisitos demandados, esta se retroalimenta con una escasez objetiva de perfiles profesionales en ciertos segmentos, lo que indica una posible falta de movilidad y adaptación laboral. Hay que tener en cuenta que, cuando una alta tasa de desempleo coexiste con una escasez de trabajadores en ciertos sectores, esto indica una falta de flexibilidad y adaptación en el mercado laboral, lo que ralentiza la reasignación sectorial y ocupacional del empleo. En todo este esquema, la demografía también incide. De hecho, el envejecimiento de la población es otro factor que afecta el mercado laboral. Canarias tiene actualmente una ventaja demográfica, con una mayor proporción de población en edad de trabajar comparada con la de la UE. Sin embargo, esta ventaja está disminuyendo rápidamente debido al envejecimiento acelerado de la población, teniendo implicaciones tanto para el volumen de empleo como para la productividad, ya que las tasas de empleo y productividad suelen ser menores en sociedades envejecidas.