Espacio de opinión de Canarias Ahora
Producir para repartir
Tal vez las medidas anunciadas hace unos días por el Presidente del Gobierno español pecan por ser muy fuertes para los débiles y muy débiles para los fuertes, pero no parece tampoco que el reparto de culpas, reproches y algaradas que le interpelan sean ahora mejor solución. En los dos últimos años hemos vivido, primero una desaceleración que luego resultó ser recesión y más recientemente una recuperación que, después de los anuncios del miércoles, ojalá al menos se quedará en estabilización.
Durante poco más de un año y medio, nos hemos deslizado por la pendiente más preocupante de nuestra común economía de las últimas 7 décadas y ahora, cuando parecía que tocaba subir la cuesta más pronunciada jamás vivida por las últimas generaciones de españoles y canarios, un acento inglés le ha susurrado al oído al Presidente Zapatero que ha llegado otro tiempo. Sobra ahora el enfrentamiento entre partidos e instituciones por unas migajas, sobre todo porque lo realmente importante es volver a producir la masa, el pan. Sobran los ruidosos rifirrafes, pero también los complacientes riquirracas.
Pero también faltan cosas. Falta que por ejemplo, la gran banca privada, deje de pasar de puntillas por esta crisis, de susurrar a Papá Estado que de lo de ellos nada se toca, que se modifique eso de que sus multimillonarios beneficios no están sujetos a sacrificio alguno. Falta que la política ocupe su sitio, pero también que coloque en el suyo al mercado, a menos que esto no sea una democracia y en verdad la ciudadanía haya sido derrocada por una dictadura del capital. Necesitamos una actividad productiva capaz de generar la mejor ayuda social integral, que no es otra que el empleo. Necesitamos unas arcas públicas con capacidad de generar, repartir y garantizar bienestar, pero para ello es necesario volver a crear las condiciones para que la riqueza bien entendida pueda ser bien promovida, bien recaudada y bien administrada.
Es posible que un país y su economía no ganen confianza cuando una y otra vez las recetas y soluciones aportadas por quienes gobiernan se muestran insuficientes, pero tampoco parece ser asumible el que, desde su oposición, se pretenda vender un apocalipsis para ganar un puñado de votos con tal de colocar sus hordas en la Moncloa.
Es posible que el gobierno español haya calculado mal su capacidad de gasto público para frenar las consecuencias derivadas de una tasa de paro disparatada. Es posible que algunas medidas se hayan podido tomar tarde y hasta mal, aunque hablamos de un escenario que no tenía precedentes. Pero también es verdad que millones de personas estarían en una situación de total indigencia de no ser por la sensibilidad social de algunas medidas del Gobierno español. Y es que no tengo muy claro, que de gobernar la derecha pura y dura no estaríamos ahora en medio de una convulsión social parecida a la de Grecia.
Creo que la encuesta del CIS de Abril refleja muy bien el fracaso de ambos enfoques y la crisis de confianza reinante entre la ciudadanía a causa precisamente de esos desencuentros, pero también creo que es pura demagogia echar todas las culpas a la política, cuando han sido otros quienes, con su codicia, han traído estos fangos y tempestades a la economía.
Es hora de cambiar la economía o la economía nos cambiará definitivamente a todos para peor. También es hora de cambiar la política, porque si las cargas se van a repartir entre quienes somos mayoría, parece obligado que, cuando llegue la recuperación, la riqueza sea igualmente repartida y no quede de nuevo en los bolsillos de quienes ahora tampoco van a hacer esfuerzo ni sacrificio alguno. Recortemos sueldos y pensiones, pero también los beneficios y las retribuciones multimillonarias de la banca privada. Ajustémonos el cinturón todos, también quienes evaden sus fortunas de la común contribución. Vamos a producir sí, pero para mejor repartir.
Aureliano Francisco Santiago
Tal vez las medidas anunciadas hace unos días por el Presidente del Gobierno español pecan por ser muy fuertes para los débiles y muy débiles para los fuertes, pero no parece tampoco que el reparto de culpas, reproches y algaradas que le interpelan sean ahora mejor solución. En los dos últimos años hemos vivido, primero una desaceleración que luego resultó ser recesión y más recientemente una recuperación que, después de los anuncios del miércoles, ojalá al menos se quedará en estabilización.
Durante poco más de un año y medio, nos hemos deslizado por la pendiente más preocupante de nuestra común economía de las últimas 7 décadas y ahora, cuando parecía que tocaba subir la cuesta más pronunciada jamás vivida por las últimas generaciones de españoles y canarios, un acento inglés le ha susurrado al oído al Presidente Zapatero que ha llegado otro tiempo. Sobra ahora el enfrentamiento entre partidos e instituciones por unas migajas, sobre todo porque lo realmente importante es volver a producir la masa, el pan. Sobran los ruidosos rifirrafes, pero también los complacientes riquirracas.