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¿Profesor, héroe o semidios? por Mª Dolores Guevara Espinosa

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Como ya es costumbre, se responsabiliza a todo el profesorado del desastre, y por tanto, las soluciones hay que ponerlas justo ahí. Si no, a las pruebas me remito.

En la revista nº 210 de muface, de marzo-mayo de 2008, en un artículo titulado El nuevo profesorado, de Daniel Vila, se aventura el posible retrato robot del nuevo educador, según dictan la conclusiones de un reciente seminario del Consejo Escolar del Estado. “Ha de ser una persona culta, que combine saberes específicos y didácticos, que sea capaz de utilizar recursos para transformar esos saberes en elementos de aprendizaje, que tenga conciencia social para educar en valores democráticos a ciudadanos críticos, que sepa incorporar el entorno como parte activa del territorio educativo y que tenga capacidad afectiva”.

A todo esto hay que añadir, según los expertos, otras destrezas específicas ineludibles hoy día; a saber, un cada vez mayor dominio de idiomas extranjeros, la familiarización ante las nuevas tecnologías, y las herramientas digitales y conocimientos específicos para responder a la creciente diversidad y multiculturalidad de las aulas.

¿Quién da más? ¿A qué otro funcionario se le pide semejante bagaje de conocimientos y aptitudes para desempeñar su cargo? ¿Qué dirigente político reúne todas estas cualidades? ¿En qué otra profesión se le exige a nadie semejante conjunto de capacidades unas innatas y otras que se adquieren con la edad, la formación y con la experiencia? ¿Qué persona, aúna a los veinte y pocos años todos los requisitos que, según parece, se han de tener para poder acceder a impartir docencia en cualquiera de los cuerpos de Enseñanza Primaria y Secundaria que son a los que hace referencia el artículo?

En otra parte del mismo se puede leer, “Aprendizaje permanente, trabajo en equipo, empatía, capacidad para transformar saberes en enseñanzas, vocación, compromiso....”

Toda esta formación intenta adaptarse al espacio europeo, en opinión de Joaquín Paredes, director del Departamento de Didáctica de la Universidad Autónoma de Madrid. Finlandia “puede ser” el espejo en qué mirarnos para trabajar por la cohesión y superación de las dificultades...

Ahí es nada; de la cola, pretendemos pasar a la cabeza, algo muy loable, pero como siempre a costa de los mismos. Efectivamente, se reconoce que en el país nórdico se dedica más del 6% del PIB a Educación; que en ese país los docentes gozan de un gran prestigio social; que su formación es una obsesión de los responsables políticos; y, además se apunta que el aspecto clave es la estrecha relación con las familias con las que mantienen permanente contacto, a veces a diario, sobre la marcha de sus hijos en las escuelas. A esto hay que añadir, que los niños y jóvenes finlandeses tienen presente que el estudio es algo imprescindible en su vida, que es el futuro y por tanto dedican buena parte de su tiempo a la lectura, a la realización de sus tareas. Para ellos es impensable copiarse, llevar chuletas a un examen, faltar sin justificación a clase, (llueva nieve o caigan truenos). El valor del conocimiento, la conciencia desde la más tierna infancia y desde las familias de que la inversión que hace el Estado hay que rentabilizarla, el grado de responsabilidad de todos y cada una de las partes implicadas en todo este complejo entramado que es la educación, son la clave para obtener los buenos resultados que ya conocemos.

Sin embargo, aquí se pretende según se desprende del mencionado artículo, que con el aumento de un año (240 créditos) en la formación de los futuros maestros, o con la realización de un máster específico (60 créditos) en la de los nuevos profesores de ESO y Bachillerato y la gracia de Dios, se conquisten los mayores éxitos y pasemos de unos resultados deplorables a obtener los mejores puestos en el candelero.

Con todos mis respetos hacia las mentes pensantes de todas estas innovaciones que pretenden mejorar la educación en nuestro país cambiando sólo la formación y el perfil del profesorado, mientras no se haga una apuesta fuerte por la educación desde todos los ámbitos; el gobierno, los diferentes agentes sociales, el profesorado, las familias y el propio alumnado, no conseguiremos salir del marasmo en el que en este momento se encuentra la educación de este país. Como bien dice José Gimeno Sacristán catedrático de Didáctica y Organización Escolar de la Universidad de Valencia “si no cambian los mimbres, no cambiará el cesto”.

* Presidenta del Comité Insular de la Unión Canaria de Profesores Licenciados*

Mª Dolores Guevara Espinosa*

Como ya es costumbre, se responsabiliza a todo el profesorado del desastre, y por tanto, las soluciones hay que ponerlas justo ahí. Si no, a las pruebas me remito.

En la revista nº 210 de muface, de marzo-mayo de 2008, en un artículo titulado El nuevo profesorado, de Daniel Vila, se aventura el posible retrato robot del nuevo educador, según dictan la conclusiones de un reciente seminario del Consejo Escolar del Estado. “Ha de ser una persona culta, que combine saberes específicos y didácticos, que sea capaz de utilizar recursos para transformar esos saberes en elementos de aprendizaje, que tenga conciencia social para educar en valores democráticos a ciudadanos críticos, que sepa incorporar el entorno como parte activa del territorio educativo y que tenga capacidad afectiva”.