Espacio de opinión de Canarias Ahora
Un hasta pronto en 'La Alameda'
El caso es que en esos viajes de reencuentro con lo que somos, volvemos a sitios por los que quizás hacía años que no pasábamos, nos asombramos con las dimensiones de las cosas -que rara vez retenemos en su verdadera escala, sino siempre más grandiosas o más pequeñas-, y las miramos a través de aquel que las está viendo por primera vez. Pero a través de ese filtro nos llegan también otro tipo de imágenes. Porque ahí están y no esconden los acantilados invadidos de cemento y asfalto, las costas acorraladas entre el ladrillo y el mar, las grúas y los tractores devorando el paisaje. Y uno entonces se avergüenza profundamente e intenta adelantarse a la crítica, señalar los despropósitos más sonados, apuntar y maldecir a los culpables, mascullar un amago de explicación donde se cuelan frases con boom turístico, clima, avaricia, ignorancia, y miedo a la combinación explosiva de todos esos ingredientes. Luego sólo queda lanzar un suspiro resignado, alzar la vista al sol y alabar la buena suerte que se ha tenido con el día, y aunque con eso parezca zanjado el asunto, el silencio se te queda posado en la garganta, y es de un gusto extremadamente amargo. Es un sabor del que no puedes despistarte, ya se instaló ahí y pesa como las toneladas de hierro y cemento que están de más en estas islas y como la parte de culpa que cargamos todos por no haber parado antes esta locura que algunos llaman progreso.
Pero quedan rescoldos. Lugares que - no se sabe cómo- se han salvado de las garras. Lugares en los que se puede respirar y mirar infinitamente las olas, y encontrar a otros que no cambiarían por nada del mundo un minuto en ese oasis. Esos paisajes, ya sean naturales o urbanos, sirven para recobrar fuerzas, para sentirse acompañados en el desierto, para volver a creer que vale la pena. Son esos lugares, los que, mientras sigan existiendo, nos reconciliarán una y mil veces con nosotros mismos. Pues bien, también el programa La Alameda, construido por Domingo Rodríguez en los agradecidos terrenos de CANARIAS AHORA RADIO ha sido uno de esos lugares. Es un sitio que siempre me gustará mostrar, es un espacio de encuentro con lo que nos esperanza y, como tal, seguirá existiendo mientras habitemos en él. Por eso, aunque el programa haga un alto en el camino y pare para repostar, no creo que sea necesario despedirse. Estoy segura de que todos los que solíamos pasear por él nos seguiremos cruzando por sus calles hechas de alegría, ganas, y amor a la radio. Así que nada de “adioses”. Sólo un ¡hasta pronto!
Fayna Brito
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