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Me bajo en la próxima

Los medios de comunicación, tanto los monárquicos como los republicanos, han gastado lo que no está escrito en proclamar a los cuatro vientos la buena nueva.

Sé que ser rey también es un coñazo, pero compensa. Tiene sus privilegios evidentes, pero también sus servidumbres. A veces tienes que acudir a actos peñazos y plúmbeos, pero por el contrario tienes a todo el mundo a tu alrededor haciéndote la pelota.

Para saltarte la lista de espera hospitalaria sí te sirve de mucho ser rey. Yo, por ejemplo, llevo desde el año pasado en lista esperando que me operen de una hernia inguinal y sigo aquí sin ninguna novedad.

Si hubiese sido rey ya estaría en casa tan pancho desde hace una tira de meses. Y quien dice el rey dice el presidente del Gobierno o el líder de la oposición. O un ministro o un consejero o incluso un concejal.

En esta sociedad hay gente que tiene manga ancha y unos privilegios que no tenemos la mayoría. ¿Alguien ha visto alguna vez a algún preboste de la política o del mundo empresarial haciendo cola en la ventanilla de un banco o en el catastro?

Los que hacemos la cola somos los otros, sobre todo los que están obligados a enfilar la otra cola fatídica del paro. Esta sociedad está muy mal repartida: mientras que a los que tienen todo le dan aún más sin necesitarlo, al resto de los mortales, que no tenemos nada, nos quitan encima lo poco que tenemos.

¿Saben lo que ganan Fernando Alonso o Rafa Nadal? Ganan tanto que no sé expresarlo en números. Pues como les parece poco encima hacen publicidad millonaria. Y a los demás, como con el rey, sólo nos queda contemplarlos con la boca abierta. Y encima hay quien los aplaude y vitorea.

Yo me bajo en la próxima parada, ¿y usted?

Los medios de comunicación, tanto los monárquicos como los republicanos, han gastado lo que no está escrito en proclamar a los cuatro vientos la buena nueva.

Sé que ser rey también es un coñazo, pero compensa. Tiene sus privilegios evidentes, pero también sus servidumbres. A veces tienes que acudir a actos peñazos y plúmbeos, pero por el contrario tienes a todo el mundo a tu alrededor haciéndote la pelota.