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Con el Puerto no se juega
Fernando León y Castillo se convirtió en el primer conseguidor de las islas cuando logró una inversión de 61.000 pesetas para las obras de mejora del muelle de San Telmo. Cuando fue nombrado Ministro de Ultramar por Sagasta pudo llevar adelante el proyecto de su hermano Juan para la construcción del Puerto de la Luz. La ley impedía la inversión directa del Estado, por eso los ingleses (con la empresa Miller y Cía a la cabeza) quienes pusieron buena parte del dinero. La prensa local, las sociedades de amigos del país y representantes de la burguesía como Juan Batista Ripoche y Tomás Miller crearon el ambiente reivindicativo que ayudó a justificar la construcción del nuevo puerto.
Pero fue fundamental la figura política de Fernando León y Castillo para que el proyecto se hiciera realidad y superara los primeros obstáculos . Aunque la ley de 1882 incluyó a La Luz entre los puertos nacionales declarados de refugio, al principio no había tenido el reconocimiento de puerto de interés general que sí obtuvo el puerto de Santa Cruz. Tras el primer obstáculo nadie pudo frenar el nacimiento y desarrollo del Puerto de la Luz y de Las Palmas. En sus memorias el diplomático y político grancanario escribió que “el puerto sólo ha tenido que luchar contra las olas”.
A 200 kilómetros de la costa africana, a 1200 de la europea y en el camino a América, en una ciudad casi inglesa pronto se conoció en los principales centros económicos del mundo la existencia del Port Luz. El puerto cambió la historia de la ciudad y la isla. De repente nos pusieron en el puente de tres continentes. Aquel paraíso que los clásicos situaron en el final del mundo se convirtió en un puente entre tres continentes.
La historia de la isla está ligada al puerto, a aquella Bahía de las isletas y al Puerto de Luz y de Las Palmas que nació con el siglo XX. Políticos, comerciantes, conquistadores, pescadores, agricultores y poetas, todos miraron al puerto. Tomás Morales escribió el soneto universal donde cantó al Puerto de Gran Canaria sobre el sonoro atlántico, el poeta modernista se fijó en “el silencio en los muelles, en la paz bochornosa/ lento compás de remo en el confín perdido”. Unas décadas después Agustín Millares Sall se fijó en el paisaje humano, en sus trabajadores, y en 1964 escribió una elegía a un obrero muerto en La Luz: La muerte estaba subida/al mismo palo del alba/La muerte estaba en la línea/ donde el pulso se despacha/ y se le entierra con prisa./Nadie le daba importanci a./ Con la pasión hecha migas/ y la paciencia agotada/ Manuel Travieso Santana,/sin conocer la otra orilla,/ a puertas sordas llamaba.“ Su hermano José María, que también trabajó en una empresa vinculada al Puerto, cantó a Liverpool, aunque muchos vieron en esos versos un canto al Puerto de la Luz y a la isla silenciada: ”Las mismas gorras sobre idénticos cráneos de agua y sal,/ los mismos brazos con sus anclas de tintas?“.
El puerto está en la poesía y también en los recuerdos de nuestra infancia. En el primer reloj de bolsillo que llevó al instituto, que papá había comprado al marinero ruso. También estaba el Puerto en la historia de los cambulloneros y los cuentos de Pepe Monagas que escribió Pancho Guerra. Nos quedamos cortos si decimos que el Puerto ha sido el gran motor económico del siglo XX, y que ha resistido guerras y crisis. El Puerto no sólo es economía, es política, es sociedad, es cultura. Por eso no se extrañen que alguno que parecía que había llegado a todo en la política, piensa que da un pasó más si reina en el Puerto.
Y ya que lo soltamos, digamos también que sería bueno que no conviertan el Puerto en una poltrona más con la que jugar en los repartos. Con las cosas de comer no se juega, tampoco con las de importar, ni las de exportar, ni con el petróleo, ni con el transporte o los cruceros. Todo eso está en el Puerto. Por eso hoy también la radio está en el Puerto de La Luz y de Las Palmas. El Correíllo atraca en el corazón económico de la isla para conocerlo más, para que ustedes también lo conozcan mejor, y para, de paso, decirles a los mandamases, un respeto para el Puerto, con el Puerto no se juega.
PD: El Correíllo se emite este viernes desde el Puerto de la Luz y de Las Palmas
Juan GarcÃa Luján
Fernando León y Castillo se convirtió en el primer conseguidor de las islas cuando logró una inversión de 61.000 pesetas para las obras de mejora del muelle de San Telmo. Cuando fue nombrado Ministro de Ultramar por Sagasta pudo llevar adelante el proyecto de su hermano Juan para la construcción del Puerto de la Luz. La ley impedía la inversión directa del Estado, por eso los ingleses (con la empresa Miller y Cía a la cabeza) quienes pusieron buena parte del dinero. La prensa local, las sociedades de amigos del país y representantes de la burguesía como Juan Batista Ripoche y Tomás Miller crearon el ambiente reivindicativo que ayudó a justificar la construcción del nuevo puerto.
Pero fue fundamental la figura política de Fernando León y Castillo para que el proyecto se hiciera realidad y superara los primeros obstáculos . Aunque la ley de 1882 incluyó a La Luz entre los puertos nacionales declarados de refugio, al principio no había tenido el reconocimiento de puerto de interés general que sí obtuvo el puerto de Santa Cruz. Tras el primer obstáculo nadie pudo frenar el nacimiento y desarrollo del Puerto de la Luz y de Las Palmas. En sus memorias el diplomático y político grancanario escribió que “el puerto sólo ha tenido que luchar contra las olas”.