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¿Punto y aparte?

30 de abril de 2024 09:33 h

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Prensa, redes sociales, y el lodazal en que vivimos.

En su primera entrevista en RTVE tras su reflexión sobre si dimite por el uso de bulos constantes contra su entorno, y la fuerte degradación que supone de la vida política, señala Sánchez que una de las diferencias en la repercusión de los ataques deslegitimadores constantes de la derecha a los gobiernos socialistas de Felipe González, de Zapatero y luego el suyo, así como a periodistas, académicos, intelectuales y otras personalidades públicas, viene siendo el gran poder que las redes sociales tienen ahora, y antes no tenían. Ciertamente, incluso la prensa está acorralada por estos. La venta de periódicos ha caído en picado en la última década, de tal suerte que una de las fuentes económicas fundamentales del sector es su impacto en redes sociales. Para que los algoritmos los muevan los titulares tienen que llamar la atención, lo que fuerza a los periodistas, en un acto de supervivencia, a hacer titulares impactantes, que la prensa seria explicará luego en el cuerpo de la noticia (cuerpo de nulo recorrido en las redes sociales). Las redes sociales antisociales buscan realidades a medida de sus consumidores, apelar a sus impulsos, en lugar de a su razón, y utilizan estos mensajes descontextualizados. Es necesario cambiar esto. Necesitamos la prensa libre que España tuvo y, pese al ambiente descrito, tiene y debe mantener. Para liberar la prensa tenemos que garantizar su financiación. Los intentos de vivir de suscriptores no funcionan ni a las editoriales más grandes. Necesitamos normas que impidan que la prensa necesite de estas redes. La verdad es que esas normas existen en Europa, pero...

Unas normas que no se cumplen (ni se van a cumplir si seguimos dependiendo de los mismos actores)

Es necesario obligar a que se cumplan las normas que en Europa protegen nuestros valores. No en vano el Comité Europeo en Protección de Datos, que reúne a todas las autoridades nacionales de protección de datos de la Unión, y de la que por tanto forma parte la AEPD (Agencia Española de Protección de Datos), ha adoptado desde 2022 reiteradas decisiones vinculantes obligando a diversas empresas del capitalismo de la vigilancia, como Meta (Facebook, WhatsApp e Instagram) a dejar de reutilizar los datos frutos del análisis del comportamiento de sus usuarios como base de sus estrategias comerciales. En otras palabras, el negocio de Meta, Google, TikTok, y otras empresas (en la medida en que han seguido dicho modelo, como Microsoft o Apple) es ilegal en Europa. Y, como declaró Elon Musk en octubre pasado, si Europa tiene normas que restringen su negocio (refiriéndose a la Ley de Servicios Digitales), podría plantearse prohibir el acceso a X en Europa. La ley existe. Las multinacionales que basan su negocio en el incumplimiento sistemático de la ley (como señaló el director de una de las autoridades de protección de datos alemana) no van a renunciar a su negocio, ilegal sí, pero muy lucrativo. No van a renunciar a la gallina de los huevos de oro. Por eso es necesario retomar las políticas que iniciaran gobiernos socialistas autonómicos y posteriormente impulsara Zapatero, basada en la promoción de los estándares, de lo abierto, frente a las redes centralizadas que vinieran con Aznar, que es la que, en lo sustancial, se ha perpetuado. Basamos la política tecnológica en unos pocos grandes actores que no cumplen nuestras normas, que no respetan nuestros valores, y que no permiten desarrollar nuestro potencial digital.

Otra tecnología es posible

La realidad es que existen tecnologías éticas que el usuario no conoce. Hay alternativas, y la mayoría de las veces son incluso mejores que los productos de las empresas del capitalismo de la vigilancia, diseñados más pensando en la supervisión del usuario que en la eficacia de la herramienta. Existen tecnologías lícitas, que pueden implementarse, como ejemplifica el Supervisor Europeo en Protección de Datos, que ha dotado de ellas a todas las Instituciones de la UE, tanto redes sociales (Véase su Mastodon o su Peertube como herramientas de trabajo colaborativo (Nextcloud). En algunas asociaciones y en ámbitos académicos venimos también utilizándolas. Pero la promoción de la Sociedad de la Información que realiza la Administración Pública, los programas que vienen preinstalados en nuestros móviles, todo está basado en esas redes ilegales. Partidos políticos, gobiernos y administraciones siguen basando sus campañas de comunicación en las redes sociales del capitalismo de la vigilancia, del control de masas, de la movilización puramente emotiva y sobre hechos e ideas difícilmente contrastables, porque no hay más referentes que la realidad atrofiada y personalizada que le llega a cada uno de los usuarios. “¿Cómo puede haber tanto energúmeno suelto?, ¿no ve todo lo que está pasando?, ¿no leen estas noticias?”. Y la realidad es que lo que pueden leer, lo que les llega, es totalmente distinto. No es posible el tan necesario diálogo. Acordemos que esas redes sociales nos están haciendo daño, acordemos que no se pueden domesticar, debemos sustituirlas. Es una cuestión de salud mental y democrática.

La reforma de la Justicia sugerida por Sánchez

Es verdad que puede llevarse la noticia calumniosa, el bulo o noticia no contrastada a los tribunales por difamación; es verdad que la Ley de protección del Honor, la Intimidad personal y familiar y la Propia Imagen tiene un largo y claro bagaje doctrinal en nuestro país. Pero es imposible que nuestra Justicia, incluso si no estuviese atascada con muchísimos otros asuntos, pueda hacer frente a un fenómeno global, que en gran medida se produce fuera de nuestras fronteras, y en el que están involucrados enormes sectores de la población. No es un problema de la Justicia, sino de modelo económico-social que está lastrando a nuestras sociedades. Es ahí donde debe actuarse, y ya no con normas, que tenemos, sino con el ejemplo. Y ahí viene la pregunta:

¿Punto y aparte? Ojalá lo sea

Ojalá que su próxima carta la podamos leer en un entorno menos manipulado. Ojalá que los partidos, incluidos el PSOE, cambien sus estrategias de marketing. Ojalá que las Administraciones Públicas sigan ese ejemplo del Supervisor Europeo en Protección de Datos. Otra tecnología existe, y sólo con ella otras formas son posibles, otra política, la defensa de la democracia, nuestra sociedad. ¿Punto y aparte? Ojalá se ataque el principal problema de la desinformación: Un programa de regeneración democrática tiene que incluir necesariamente el cumplimiento de las normas europeas en algo tan sensible y de tanto impacto en la libertad de prensa, la libre formación de la opinión, y la libertad de expresión como es la protección de datos y la sociedad de la información, normas que se están incumpliendo sistemáticamente, y en la que las políticas públicas y la práctica de los partidos no está en sintonía con la normativa europea. Es imprescindible fomentar el uso de canales de expresión e información éticos y no mediatizados por algoritmos: la democracia no puede ser objeto de mercadeo, de polarización por objetivos económicos espurios.

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