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Rajoy, embarrado

Alguien ha vinculado el nombre de Rajoy a los andares de una empresa, con central en Madrid, que se movía como pez en el agua por distintos ayuntamientos de la piel de toro, y con especial audacia por determinados municipios del PP en Canarias, aunque en este aspecto también haya que subrayar las vinculaciones de Europa con el ínclito Blas Acosta, por entonces concejal de Urbanismo socialista en Pájara, y en la actualidad candidato al Cabildo de Fuerteventura.Sin embargo, y de momento, a Acosta no hay investigación policial o judicial que le siga los pasos, mientras que los de Antón Marín y su telaraña grancanaria empiezan a conocerse con sumo detalle. Es de suponer que todo contacto de Rajoy con Francisco González, el alcalde Mogán sospechoso de la comisión de seis delitos, se limitó al disfrute de mangos, aguacates y papayas, además de ser afectuoso recipiente de la generosidad del poder conservador sureño, orgulloso de tener a su jefe (y referente) en un apartamento de la zona, deseosos, por lo tanto, el establishment del partido, de hacerle la estancia agradable hasta límites imborrables.Difícilmente podría imaginarse el bueno de Rajoy que en un acto de oscura galantería alguien de lo suyos, abusando de su confianza, acordase el pago de 16.000 euros por la organización de su mitin a una empresa con la que ya el citado ayuntamiento había cerrado un contrato millonario de asistencia técnica, y con la que existía un evidente trato de favor de su partido hacia ella en Telde. En dicho municipio consta cómo el PP le había concedido a Europa suelo gratis a cambio del cobro de comisiones a políticos, logrando para sí un pase para construir viviendas de protección oficial cuya ganancia por piso se cifraba en tres millones de las antiguas pesetas. Como eran 700 a levantar, el negocio de Europa superaba los 2.000 millones. Localicemos todos los ayuntamientos en los que operaba Europa, confirmemos que están gobernados en su inmensa mayoría por el PP, y multipliquemos el volumen de beneficios del enjuague. El tiempo –no demasiado- nos aclarará este extremo.Doy por seguro que cuando el agua le alcance el cuello el todavía presidente regional del PP, José Manuel Soria, le echará la culpa a segundos y a terceros. Tal vez invoque el nombre de Onalia Bueno como organizadora del evento, y puede -pues entre sus cualidades no figura la lealtad- que apunte incluso a su “amigo” Francisco González. “Yo no sabía nada”, “pasaba por aquí”, “me suelo ocupar de cosas más importantes”... Eso afirmará; exactamente igual que en los casos Casino, Gas, Favorita, Isolux, o Eólico, donde llegó a intentar la pirueta de desmarcar las actuaciones de su hermano Luis de las suyas, como si el hermano menor no fuera guiñol en las manos del mayor.En ese instante Mariano Rajoy debiera reparar si en los autos aparece el nombre de Jorge Rodríguez, tercero en el escalafón conservador detrás de Larry Alvarez. Rodríguez como asesor de Europa; Rodríguez como embajador de Antón Martín en el Archipiélago; Rodríguez como el hombre que le sugiere a Toñi Torres la entrada de Europa en Telde y, posteriormente, en Mogán.Entonces, salvo que se haga el bobo por intereses que se me escapan, Rajoy sabrá exactamente quién le embadurnó su honor, vinculándolo a una empresa choricera, que no corría riesgo alguno en sus inversiones pues ese riesgo era eliminado sospechosamente por el PP. Y también sabrá si la mancha en ese honor es lo suficientemente visible para un electorado que todavía está en Belén con los pastores, y que antes o después se acabará enterando del calado del negro asunto, ya que la dimensión del escándalo es lo suficientemente grave como para atravesar por si mismo las fronteras insulares. Francisco J. Chavanel

Alguien ha vinculado el nombre de Rajoy a los andares de una empresa, con central en Madrid, que se movía como pez en el agua por distintos ayuntamientos de la piel de toro, y con especial audacia por determinados municipios del PP en Canarias, aunque en este aspecto también haya que subrayar las vinculaciones de Europa con el ínclito Blas Acosta, por entonces concejal de Urbanismo socialista en Pájara, y en la actualidad candidato al Cabildo de Fuerteventura.Sin embargo, y de momento, a Acosta no hay investigación policial o judicial que le siga los pasos, mientras que los de Antón Marín y su telaraña grancanaria empiezan a conocerse con sumo detalle. Es de suponer que todo contacto de Rajoy con Francisco González, el alcalde Mogán sospechoso de la comisión de seis delitos, se limitó al disfrute de mangos, aguacates y papayas, además de ser afectuoso recipiente de la generosidad del poder conservador sureño, orgulloso de tener a su jefe (y referente) en un apartamento de la zona, deseosos, por lo tanto, el establishment del partido, de hacerle la estancia agradable hasta límites imborrables.Difícilmente podría imaginarse el bueno de Rajoy que en un acto de oscura galantería alguien de lo suyos, abusando de su confianza, acordase el pago de 16.000 euros por la organización de su mitin a una empresa con la que ya el citado ayuntamiento había cerrado un contrato millonario de asistencia técnica, y con la que existía un evidente trato de favor de su partido hacia ella en Telde. En dicho municipio consta cómo el PP le había concedido a Europa suelo gratis a cambio del cobro de comisiones a políticos, logrando para sí un pase para construir viviendas de protección oficial cuya ganancia por piso se cifraba en tres millones de las antiguas pesetas. Como eran 700 a levantar, el negocio de Europa superaba los 2.000 millones. Localicemos todos los ayuntamientos en los que operaba Europa, confirmemos que están gobernados en su inmensa mayoría por el PP, y multipliquemos el volumen de beneficios del enjuague. El tiempo –no demasiado- nos aclarará este extremo.Doy por seguro que cuando el agua le alcance el cuello el todavía presidente regional del PP, José Manuel Soria, le echará la culpa a segundos y a terceros. Tal vez invoque el nombre de Onalia Bueno como organizadora del evento, y puede -pues entre sus cualidades no figura la lealtad- que apunte incluso a su “amigo” Francisco González. “Yo no sabía nada”, “pasaba por aquí”, “me suelo ocupar de cosas más importantes”... Eso afirmará; exactamente igual que en los casos Casino, Gas, Favorita, Isolux, o Eólico, donde llegó a intentar la pirueta de desmarcar las actuaciones de su hermano Luis de las suyas, como si el hermano menor no fuera guiñol en las manos del mayor.En ese instante Mariano Rajoy debiera reparar si en los autos aparece el nombre de Jorge Rodríguez, tercero en el escalafón conservador detrás de Larry Alvarez. Rodríguez como asesor de Europa; Rodríguez como embajador de Antón Martín en el Archipiélago; Rodríguez como el hombre que le sugiere a Toñi Torres la entrada de Europa en Telde y, posteriormente, en Mogán.Entonces, salvo que se haga el bobo por intereses que se me escapan, Rajoy sabrá exactamente quién le embadurnó su honor, vinculándolo a una empresa choricera, que no corría riesgo alguno en sus inversiones pues ese riesgo era eliminado sospechosamente por el PP. Y también sabrá si la mancha en ese honor es lo suficientemente visible para un electorado que todavía está en Belén con los pastores, y que antes o después se acabará enterando del calado del negro asunto, ya que la dimensión del escándalo es lo suficientemente grave como para atravesar por si mismo las fronteras insulares. Francisco J. Chavanel