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Contra las rebajas

Pero lo advierto, aquí no encontrará usted las rebajas de enero. Aquí todo tendrá el mismo precio. En esta esquinita digital y en el Correíllo radiofónico estamos dispuestos a pagar el precio que siempre nos han puesto desde e l primer día, el precio del boicot de los sectarios, el precio del malestar de los políticos, empresarios, sindicalistas, periodistas o de todo aquel que uno critica por su trabajo público, porque uno cree que se pueden hacer mejor las cosas.

También estoy dispuesto a que usted, estimado lector, no juegue a las rebajas con un servidor. Sabe usted que tiene un espacio para criticar lo que uno aquí cuenta y cómo lo cuenta. Le pido que sea crítico, que un servidor está dispuesto a pagar el precio por los errores, a rectificar y pedir disculpas si me excedo o me quedo corto. Desde este momento anuncio mi oposición a las rebajas de enero. Por eso no venga usted a visitarnos si cree que en el 2008 vamos a rebajar las críticas, si cree que pondremos las emociones en el apartado de saldos, si considera que sólo nos quedan tallas pequeñas de sueños, si espera que dejemos abandonado en la planta de oportunidades nuestro deseo de que las cosas cambien en estas islas, de que los gobiernos dejen de basarse en pactos eternos sin posibilidad de cambios. Ni en enero ni en febrero ni en marzo, ni en abril, ni antes ni después de las elecciones habrá rebajas.

Sé que en los nuevos presupuestos gubernamentales del año 2008 hay nuevos dineros para repartir entre los fabricantes de opiniones favorables a los mandamases. Van a proponer maravillosas campañas publicitarias. El trato es muy sencillo: tú rebajas la crítica, yo me anuncio en tu medio. Si después de repartir el botín sigue quedando alguna cabra suelta en el monte, entonces se invita a los que quieren ganar más dinero todavía a que critiquen a la cabra. Perro no come carne de perro, pero en el periodismo siempre hay voluntarios para morder o ladrar contra quien se quiera salir del rebaño que se alimenta en el pesebre del poder.

Hoy usted leerá y escuchará en todas partes que la gente salió a la calle buscando las rebajas de enero. Hoy el negocio está en rebajar el precio. Pero creo que soy un caso perdido. Nunca creí en las rebajas y ahora me dejan decirlo libremente. Por eso lo aviso desde el primer día de esta temporada de gangas: mi alma no está en oferta, mi voz no entiende de descuentos, mis opiniones no se ofrecerán a precios de saldo.

Admito que las rebajas de enero son necesarias para este sistema económico. Y los medios de comunicación viven de los anuncios publicitarios y por tanto están obligados a hablar bien de las rebajas. Pero sería bueno distinguir entre propaganda (publicidad) e información. El filólogo norteamericano Noam Chomsky ha hablado de este tema en libros como “Los guardianes de la libertad.

Propaganda, desinformación y consenso entre los medios de comunicación“. Llevo cuatro meses asomándome a esta ventana digital para opinar sobre las cosas que pasan. No es lo mismo opinar que informar. Aunque intento opinar basándome en información. Me parece bien que los publicistas hagan su trabajo, que intenten convencer a la gente de estupendas que son las rebajas. Pero sería bueno que en el campo de la información no haya nunca temporada de rebajas, que la verdad no tenga precio y que los mandamases no puedan comprar opiniones favorables ni a precio de saldo ni pagando una tarifa de lujo, porque al final lo que se rebaja es la libertad de expresión y a quien le sale más caro este negocio es a la propia democracia.

Juan García Luján

Pero lo advierto, aquí no encontrará usted las rebajas de enero. Aquí todo tendrá el mismo precio. En esta esquinita digital y en el Correíllo radiofónico estamos dispuestos a pagar el precio que siempre nos han puesto desde e l primer día, el precio del boicot de los sectarios, el precio del malestar de los políticos, empresarios, sindicalistas, periodistas o de todo aquel que uno critica por su trabajo público, porque uno cree que se pueden hacer mejor las cosas.

También estoy dispuesto a que usted, estimado lector, no juegue a las rebajas con un servidor. Sabe usted que tiene un espacio para criticar lo que uno aquí cuenta y cómo lo cuenta. Le pido que sea crítico, que un servidor está dispuesto a pagar el precio por los errores, a rectificar y pedir disculpas si me excedo o me quedo corto. Desde este momento anuncio mi oposición a las rebajas de enero. Por eso no venga usted a visitarnos si cree que en el 2008 vamos a rebajar las críticas, si cree que pondremos las emociones en el apartado de saldos, si considera que sólo nos quedan tallas pequeñas de sueños, si espera que dejemos abandonado en la planta de oportunidades nuestro deseo de que las cosas cambien en estas islas, de que los gobiernos dejen de basarse en pactos eternos sin posibilidad de cambios. Ni en enero ni en febrero ni en marzo, ni en abril, ni antes ni después de las elecciones habrá rebajas.