Canarias Ahora Opinión y blogs

Sobre este blog

Rebelión nutricional

Curiosamente, el otro día, en uno de los centros de acogida para menores extranjeros de las Islas, el de La Esperanza, vivió un suceso insólito. Una suerte de rebelión de los internos contra el régimen alimenticio que se les brinda. Los chicos, al borde del motín, exigieron comer carne todos los días y “menos hierbas” (verduras, hortalizas y legumbres). Parece, a bote pronto, una especie de desagradecida malcriadez. Por menudos que sean los comensales debieran apreciar que se les ha atendido bien y que se les nutre gratuitamente. Aunque, por otra parte, ciertamente, a los niños y adolescentes no les gustan las hierbas, como ellos dicen. Hacerles comprender que la reivindicación de comer carne todos los días no se puede atender, porque sería caro y nocivo para su salud, no debe ser fácil, ni aún demostrándoles que ni en los comedores de los colegios más exclusivos de Europa se come carne diariamente. No sería bueno para el organismo de los alumnos. Los menús ?en esos centros de acogida también- han de ser dietéticamente equilibrados. Lo peor es que algunos representantes de la colectividad senegalesa ?nacionalidad mayoritaria entre menores protagonistas del suceso- han asegurado a los medios informativos que en su país la gente de a pie come carne un día sí y otro también. El patriotismo de la exageración. La verdad es que el gobierno de aquella nación subvenciona el gofio isleño para mejorar la diera de la población, que el plato popular y cotidiano es el arroz y que la principal actividad económica es la pesca.

¿Qué allí todo el mundo come carne cada día?... Bueno, venga. A esos patriotas senegaleses inmigrantes, que echan así leña a un fuego capaz de crecer y complicarse, sin xenofobia alguna, habría que repatriarlos simple y sencillamente bajo la acusación de mentirosos.

José H. Chela

Curiosamente, el otro día, en uno de los centros de acogida para menores extranjeros de las Islas, el de La Esperanza, vivió un suceso insólito. Una suerte de rebelión de los internos contra el régimen alimenticio que se les brinda. Los chicos, al borde del motín, exigieron comer carne todos los días y “menos hierbas” (verduras, hortalizas y legumbres). Parece, a bote pronto, una especie de desagradecida malcriadez. Por menudos que sean los comensales debieran apreciar que se les ha atendido bien y que se les nutre gratuitamente. Aunque, por otra parte, ciertamente, a los niños y adolescentes no les gustan las hierbas, como ellos dicen. Hacerles comprender que la reivindicación de comer carne todos los días no se puede atender, porque sería caro y nocivo para su salud, no debe ser fácil, ni aún demostrándoles que ni en los comedores de los colegios más exclusivos de Europa se come carne diariamente. No sería bueno para el organismo de los alumnos. Los menús ?en esos centros de acogida también- han de ser dietéticamente equilibrados. Lo peor es que algunos representantes de la colectividad senegalesa ?nacionalidad mayoritaria entre menores protagonistas del suceso- han asegurado a los medios informativos que en su país la gente de a pie come carne un día sí y otro también. El patriotismo de la exageración. La verdad es que el gobierno de aquella nación subvenciona el gofio isleño para mejorar la diera de la población, que el plato popular y cotidiano es el arroz y que la principal actividad económica es la pesca.

¿Qué allí todo el mundo come carne cada día?... Bueno, venga. A esos patriotas senegaleses inmigrantes, que echan así leña a un fuego capaz de crecer y complicarse, sin xenofobia alguna, habría que repatriarlos simple y sencillamente bajo la acusación de mentirosos.