Relativismo

¿El mayor atracador de la historia de España, precisamente ese señor? No es que yo profese la más mínima simpatía por este individuo de aspecto peligroso y más que inquietante, ni que lo relacione, ni de lejos, con el Robin de los Bosques. Pero es que llamar a este personaje “el mayor atracador de la historia de España” tiene su aquel. ¿O es que no se les viene a ustedes a la cabeza un montón de caras asociadas a este título antes de llegar al rostro del temible Solitario? Eso es lo que yo llamo relativismo. Y es que está visto que esas caras que a usted y a mí se nos presentan delante más claritas que el agua, pertenecerían quizás a un grupo de personas que, a pesar de dedicarse básicamente a lo mismo que este presunto delincuente, lo hacen desde el lado correcto de la barrera, por lo que pasan a denominarse de un modo completamente diferente. Así, existen políticos corruptos, cargos públicos que prevarican, gestores que malversan fondos, empresarios que pagan favores, funcionarios y bancos que cobran comisiones, enchufismo, nepotismo, favoritismo y más de lo mismo. Y aunque usted no lo crea, la realización de nada de lo anteriormente dicho se considera un atraco. Para eso es reglamentario que el escenario sea un banco y que el robo se perpetre a mano armada.

Por eso, desengáñese de una vez por todas y convénzanse de que maneja usted conceptos equivocados y de que, por tanto, no es un atraco que en ciertos bancos o empresas de servicio público anuncien abombo y platillo que triplican sus beneficios casi mes a mes, tampoco lo es que en Canarias no se luche contra la pobreza, ni planea la menor duda sobre los fondos de la RIC; por supuesto que no es un crimen desmantelar la sanidad y la educación, ni se considera delito el no hacer nada al respecto.

Con el mundo ordenado así tranquiliza mucho saber que, al menos, nos estamos rodeados de atracadores. Yo esto ya no lo cambio por nada. Se los aseguro, al principio cuesta un poco y crea desconcierto, pero una vez asumido, no vean lo bien que sienta apuntarse al relativismo.

Fayna Brito