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Los respaldos a 'El Día'

Las iniciativas anunciadas invocan la libertad de expresión para confundir a los menos avisados. Se hacen necesarias, pues, unas puntualizaciones.

1) La libertad de expresión no es derecho exclusivo de los periodistas. Lo tiene cualquier ciudadano, como lo tienen el Parlamento de Canarias y el Cabildo grancanario. Podrá discutirse la oportunidad de sus pronunciamientos institucionales de rechazo a la línea editorial de El Día, pero no su derecho a hacerlos. Es más: las instituciones están obligadas a expresar su repulsa a actitudes que atenten contra la convivencia. Nadie le impide al periódico decir lo que le dé la gana: sólo se manifiesta el desacuerdo con unos planteamientos que van, digan lo que digan, contra esa convivencia en las islas. Hablar de libertad de expresión es un engaño para confundir. Además, si es libre el insultador también lo es el insultado.

2) Lo de menos es que quieran eliminar el “Gran”. El tamaño no importa; la incultura no es menos libre. Pero una cosa es una cosa y dos cosas los insultos reiterados a los grancanarios por el hecho de serlo y el ataque directo a las bases económicas de su isla. Acusar a Gran Canaria de publicidad engañosa para atraer turistas es imputación de estafa; descalificar sus producciones es otro intento de causar daño económico.

3) La unidad regional, madre. Nunca existió esa unidad. La Provincia única era simple centralización del poder administrativo en beneficio de la oligarquía que lo controlaba. Es falsa la imagen idílica de las islas unidas antes de 1927 bajo el maternal pastoreo de la oligarquía tinerfeña. Seguro que la grancanaria, de haber tenido aquella capitalidad, hubiera obrado igual en sentido contrario; pero la historia es la que fue y a ella me atengo.

4) Que defiendan lo que quieran los políticos áticos y sus adláteres. Pero sin soliviantar con mentiras al “populacho, máquina de ajenos impulsos”, que dijera Viera en ocasión de ciertos sucesos santacruceros: también es de aplicación a la oligarquía que de casta le viene al galgo.

Las iniciativas anunciadas invocan la libertad de expresión para confundir a los menos avisados. Se hacen necesarias, pues, unas puntualizaciones.

1) La libertad de expresión no es derecho exclusivo de los periodistas. Lo tiene cualquier ciudadano, como lo tienen el Parlamento de Canarias y el Cabildo grancanario. Podrá discutirse la oportunidad de sus pronunciamientos institucionales de rechazo a la línea editorial de El Día, pero no su derecho a hacerlos. Es más: las instituciones están obligadas a expresar su repulsa a actitudes que atenten contra la convivencia. Nadie le impide al periódico decir lo que le dé la gana: sólo se manifiesta el desacuerdo con unos planteamientos que van, digan lo que digan, contra esa convivencia en las islas. Hablar de libertad de expresión es un engaño para confundir. Además, si es libre el insultador también lo es el insultado.