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La responsabilidad de no apartar la mirada

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La llamada Ruta Canaria de la migración ha vuelto a vivir momentos trágicos esta semana. El pasado martes, el drama humanitario sacudió la isla de Lanzarote, cuando una lancha neumática con 55 personas a bordo naufragó en aguas marroquíes, cobrándose la vida de ocho personas. 

La embarcación, que había partido de Tan Tan (Marruecos), volcó cuando sus ocupantes intentaban socorrer a un compañero que había caído al mar en medio del fuerte oleaje. Son días fríos, y nuestras aguas atlánticas siguen recordándonos que esta es la ruta marítima migratoria más mortífera y peligrosa del mundo.  

Según el testimonio de uno de los supervivientes, rescatado por un helicóptero enviado por Salvamento Marítimo en aguas marroquíes recabado por la Agencia EFE, la barca se llenaba de agua entre las olas y, en un momento de angustia y nerviosismo, una persona cayó al mar. Varios compañeros se lanzaron a ayudarle, provocando el vuelco de la frágil embarcación. Aunque 47 personas fueron rescatadas, cuatro siguen desaparecidas. 

La de esta semana es una más en la lista de tragedias que se suman a un nuevo año récord en los registros de llegada de seres humanos provenientes del continente africano que eligen jugarse la vida a bordo de lanchas neumáticas, pateras o cayucos para intentar alcanzar nuestro territorio en busca de oportunidades que en su tierra le son negadas. 2024, al ritmo que vamos, podría cerrarse con cerca de 46 o 47.000 personas. Ha sido un año intenso, y lo que viene a decirnos la tendencia de las rutas migratorias africanas es que tenemos fenómeno para largo. Y hay que mentalizarse para ello.  

Solo un par de datos, para que se hagan una idea: los últimos datos de Frontex confirman no solo el récord histórico de lo que ellos llaman la Ruta occidental, sino que la tendencia apunta a la baja del resto de rutas: la ruta del mediterráneo (la central), que en los últimos años ha liderado las estadísticas ha bajado en cerca de un 60%, y la de los Balcanes ha bajado en un 80%. Mientras, la nuestra sube.  

Otro dato nos recuerda que ya cerca de uno de cada tres migrantes que llega tiene nacionalidad maliense. Con la inestabilidad que sigue aumentando en el Sahel, y la tendencia que apunta a que cada vez hay más ciudadanos de otras nacionalidades intentando esta ruta (pakistaníes, yemeníes o, sin salir de África, sudaneses), debemos tener muy claro que la Ruta Canaria seguirá estando bien activa en los próximos meses... y años. Así que la duda no está en cómo detenerla, sino en cómo gestionarla adecuadamente.  

Porque las cifras siempre son relativas. Es obvio que 47.000 personas juntas (la que calculo será el número total de los migrantes llegados en todo este año al Archipiélago) llenan un gran Estadio, pero también hay que recordar que la inmigración africana por vía marítima supone un porcentaje ínfimo de las personas que llegan a nuestro país en avión, con un visado turístico, y que se quedan entre nosotros con el mismo objetivo que el que tienen los malienses, senegaleses o pakistaníes.  

Así que hoy, en este último artículo del año, quiero recordarles que es importante que entendamos todas y todos que lo fundamental del fenómeno migratorio del que somos testigos en el Archipiélago no debe estar en las cifras, ni el análisis de porcentajes de aumento respecto al año pasado... lo importante es que sigue muriendo gente, y que además no tenemos cifras claras de cuántos fallecen en el intento.  

Y otro asunto que no debo evitar, de suma importancia, es el de los menores, que en Canarias recordemos seguimos acogiendo a cerca de 6000 sin que haya aún acuerdo y una solución clara para su distribución solidaria. Al respecto me gustaría recordar que, ante todo, son niños y niñas, y que existen la Convención de los Derechos del Niño (artículos 2 y 3) y existe el Tratado Funcionamiento de la Unión Europea (artículo 3). Todos dejan bien claro que nos corresponde acogerlos, documentarlos y formarlos con el objetivo de integrarlos debidamente a nuestra sociedad cuando su reintegración familiar no es factible.  

En esta penúltima semana del año hemos inaugurado en Casa África la exposición ‘La Ruta Canaria: 30 años de migración y muerte’. Es un conjunto fotoperiodístico organizado por la presidencia del Gobierno de Canarias que conmemora el 30 aniversario de la llegada de la primera patera a Canarias. La muestra reúne unas 80 obras de 15 fotógrafos canarios que han documentado el flujo migratorio en las islas desde 1994. La exposición se inauguró hace unos meses en el Faro de la Entallada (Fuerteventura), el lugar más cercano a la primera barquilla llegada el 28 de agosto de 1994 con dos pescadores saharauis a bordo, ahora recala en Casa África y después recorrerá todas las Islas Canarias.  

Algunas de las fotografías son duras y muestran la crudeza del fenómeno. Se ven cadáveres, se ve el sufrimiento de muchos que han llegado y casi no lo logran, se ve el fenómeno en su dimensión más dramática, pero también se ve la enorme empatía y esfuerzo del pueblo canario ante esta realidad. La gente atendiendo a los jóvenes a pie de playa, los trabajadores de Cruz Roja en las llegadas, los héroes de Salvamento Marítimo y el Servicio Marítimo de la Guardia Civil socorriendo en el mar... 

Además de las fotografías, la exposición incluye elementos como amuletos, aperos de pesca y kits de ayuda humanitaria, con la idea de que el visitante toque, huela y sienta el contexto de esta peligrosa travesía marítima.  

Deben venir y pasar por Casa África antes del 17 de enero o ir a verla cuando llegue a su isla. Es imprescindible, se la recomiendo con todas mis fuerzas, porque debemos levantar la voz y pedirle a todo el mundo que no olvide que en nuestras costas siguen muriendo jóvenes que hacen lo que los canarios hacíamos hace tan solo 50 años: buscar horizontes mejores.  

Porque tenemos la responsabilidad de no apartar la mirada ante el fenómeno de los cayucos, de enseñarle a nuestros jóvenes que esta realidad ocurre, aunque no aparezca por las redes sociales de sus teléfonos móviles.  

Ojalá en estos días sean centenares, miles, los ciudadanos que decidan hacer el ejercicio de no apartar la mirada, de venir a comprender en toda su dimensión el fenómeno migratorio, de aportar contexto a un entorno cada vez más hostil, con más xenofobia, más racista.  

Desde Casa África seguimos empeñados en que esto sea así, en ser un espacio en el que quepan todas las voces, un punto de encuentro en el que poder aprender, analizar, hablar y construir consensos alrededor del fenómeno. Esta semana hemos celebrado un Consejo Rector en el que aprobamos el Plan Estratégico de la institución para 2025-2028 y que ahora debe ratificar nuestro Ministerio de Asuntos Exteriores. En él, el fenómeno migratorio seguirá teniendo un papel preponderante en nuestras actividades. Como he escrito en anteriores ocasiones, Canarias debe ser también un laboratorio de ideas alrededor de las soluciones y la gestión del fenómeno. En un entorno cada vez más restrictivo, España está siendo un faro de coherencia y de entender que la migración es un pilar fundamental de nuestro crecimiento y estabilidad económica. 

Así que, por favor, siéntanse invitados por Casa África a ver la exposición (Calle Alfonso XIII, 5; de lunes a viernes salvo festivos, de 09.00 a 18.00 horas, entrada gratuita). Y permítanme terminar, una vez más, con una cita de uno de los periodistas que más tiempo y esfuerzo ha dedicado a entender y explicar este fenómeno, José Naranjo.  

En el texto que da la bienvenida a los visitantes, hace precisamente una reflexión a la necesidad de no apartar la mirada. Como él dice, “no es solo cuestión de asomarse y mirar. Se trata de ver. Solo desde la comprensión global del hecho migratorio, de su complejidad vinculada a un mundo profundamente injusto, podremos reaccionar. No es la piedad la que debe guiar nuestros pasos, sino la indignación de comprender que somos parte del problema”. 

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