Espacio de opinión de Canarias Ahora
Saavedra busca otra imagen
Pero la situación en el Ayuntamiento se hacía insostenible, y todo comenzó incluso cuando se produjeron los nombramientos de directores de gobierno, cómo ahora eufemísticamente se les denomina a los asesores. El enfrentamiento entre concejales electos y cargos de confianza contratados surgió desde los primeros momentos. El principal error de Jerónimo en el pasado fue no exigir a una serie de concejales de su confianza en las listas del PSC/PSOE. Antes de la elaboración de las listas, antes de la cita electoral. Por ahí comenzó a resquebrajarse todo, y hasta aquí hemos llegado.
Jerónimo Saavedra ha confiado para conseguir este cambio de imagen en Chano Franquis, y ahora mismo no sé si será la solución adecuada. No porque Franquis no sea un buen gestor y un político serio, mis dudas residen si las otras “familias” de los socialistas de Las Palmas de Gran Canaria no van a comenzar a ponerle la zancadilla desde que pase el puente del Primero de Mayo. Supongo que Chano Franquis le habrá pedido a Jerónimo Saavedra que le permita trabajar con libertad absoluta, y que en los casos que se requiera, aplicar mano dura. Lo contrario sería encontrarnos allá por septiembre con una imagen similar a la que los ciudadanos han percibido hasta ahora, de dudas, errores, falta de eficacia, y opacidad en la comunicación con el elector.
Saavedra ha sido inteligente y ha elegido el ecuador de su periodo presidencial de la alcaldía que se cumple ahora en mayo, para realizar los cambios. Pero esta clarividencia debe ser confirmada por una ecuación de comunicación, de imbricarse en todos los terrenos con la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, en definitiva saber estar desde Ciudad Jardin hasta Isla Perdida, desde la Isleta a Lomo Blanco, de San Cristobal a los Giles, viviendo y sintiendo los problemas reales de los ciudadanos. En eso Chano Franquis se juega mucho, incluso su futuro político de cara a 2011. Creo que es lo suficientemente inteligente para dar una batalla en toda regla para intentar conseguir coherencia, rigor, eficacia y comunicación con el pueblo. Casi nada.
Bien, llegamos a la tercera remodelación del Grupo de Gobierno del Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, si contamos como debe ser correcto el inicio de la primera crisis desde la dimisión de Carmelo Padrón, que en aquellos momentos motivó la primera “disfunsión” del equipo de gobierno municipal, aflorando ya las profundas contradicciones entre concejales electos y directores de gobierno contratados. Parece que ya es hora de acabar con las disfunsiones, incluso con las variaciones. permutaciones y combinaciones dentro del Metrop0l. Sería bueno para la ciudad, y también para el Partido Socialista. Se juegan mucho de cara al os próximos comicios.
Pero la situación en el Ayuntamiento se hacía insostenible, y todo comenzó incluso cuando se produjeron los nombramientos de directores de gobierno, cómo ahora eufemísticamente se les denomina a los asesores. El enfrentamiento entre concejales electos y cargos de confianza contratados surgió desde los primeros momentos. El principal error de Jerónimo en el pasado fue no exigir a una serie de concejales de su confianza en las listas del PSC/PSOE. Antes de la elaboración de las listas, antes de la cita electoral. Por ahí comenzó a resquebrajarse todo, y hasta aquí hemos llegado.
Jerónimo Saavedra ha confiado para conseguir este cambio de imagen en Chano Franquis, y ahora mismo no sé si será la solución adecuada. No porque Franquis no sea un buen gestor y un político serio, mis dudas residen si las otras “familias” de los socialistas de Las Palmas de Gran Canaria no van a comenzar a ponerle la zancadilla desde que pase el puente del Primero de Mayo. Supongo que Chano Franquis le habrá pedido a Jerónimo Saavedra que le permita trabajar con libertad absoluta, y que en los casos que se requiera, aplicar mano dura. Lo contrario sería encontrarnos allá por septiembre con una imagen similar a la que los ciudadanos han percibido hasta ahora, de dudas, errores, falta de eficacia, y opacidad en la comunicación con el elector.